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EL PERIÓDICO DEL BAR

Este redomado viejo
Caduco listillo
Secuestra el periódico
del bar
de mi bar
cada día
Y toda la mañana!
Oh Es que no lo suelta el muy pájaro:
Las esquelas El crucigrama
Los siete errores…
Lo desmenuza todo
Hasta debe buscar
esas palabras ocultas
las que se leen entre líneas
el muy jeta
Estuve por decirle
que el periódico no es suyo
Que debería de tener
un poquito más de educación
Que al bar
se viene también
a leer la prensa claro que sí
pero
joder no a raptarla!
Me contuve por respeto
a sus arrugas
a su pila de años
a su senectud
Pero ayer vengativo
me adelanté
a su cita con la tinta impresa
Arrebatándosela
Quise darle un escarmiento
Demorándome
en cada página
un pequeño siglo…
El viejo me vino
con su paso torpe
con el baluarte
de su adelantado bastón
Lentísimo
como si cruzara el mismo Amazonas
me reía yo de él así cruel
por lo bajinis…
“Cuando termine
llévemelo allí al fondo
por favor” -me dijo
No le quitaba ojo
De soslayo
notaba yo sobrevolándome
su impaciente espera …
Un gesto de dolor o de recuerdo
de su mano buscando el lado
izquierdo del pecho
me hizo abandonar
mi pequeña ruindad
Comprender
su lejana mirada
en cada hoja que yo vencía
Su desazón
por ese retraso
en su encuentro diario
con el rocío del papel
con su perfume a aserradero
con las noticias
como nuevos planetas girando
en torno al sol de su cabeza …
Que un periódico
puede ser tu único hombro amigo:
centinela
de esa sicaria soledad
que contrata tu derribo…
Y lo cerré de una tacada
No sé si media vida o la vida entera
-Aquí lo tiene-
le estaba quitando
©Rubén Lapuente
recital en Madrid
mi nuevo blog http://rubenlapuente.blogspot.com/
LA MUCHACHA DE LA DEHESA

La muchacha de la dehesa:
Pastizal del alma
La que nace
vive y muere
en la misma casa
Joven
como una larga trenza
de luz del alba
Tiraba
de una maleta vieja
carretera arriba...
Al partir el autobús
se atrevió
a volver la cabeza
y asomada al balcón
toda su niñez
con lágrimas en la cara
la despedía
Llevaba en el tapiz
malva de la piel
rocío de luna en la yerba
De su pelo
colgaban
amentos de encina
por sus dieciocho
primaveras
Un vestido estampado
de marujas
de regatos de agua
le adivinaba
la cintura
de vasija en llamas
Y al llegar a la ciudad
extraviada la mirada
fijó en las pared
de la pensión
con chinchetas
una foto
de su atardecer
cuando la sin fin lejanía
empieza a soltarse
la cabellera de estrellas…
La muchacha de la dehesa
en el redil de la oficina
entre el graznido de las teclas…
¡Oh parecía una dulce
garza blanca!
©Rubén Lapuente
foto:atardecer en Vitigudino(Salamanca)
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