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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

DEHESA

DEHESA

Había sentido el aliento caliente

de su coche en la calle.

Me recibió colgando

sus brazos de mi cuello.

Radiante la sonrisa.

Rodeándome, abarcándome

con sus ojos.

 

Demasiada vehemencia, pensé,

para no sospechar de algo.

Se quedó enseguida

dormida en el sofá.

Su mano

pendía sobre el móvil,

caído en la alfombra.

 

Ahí estaban en la pantalla:

Las imágenes,

la hora, el minuto,

de esa mañana de huida.

Todo encajaba:

Un largo viaje de ida y vuelta,

para cinco minutos de esplendor.

 

Ni una foto de su calle de juegos.

 

Ni de su casa cerrada por la muerte.

 

Se detuvo sólo cinco minutos

para llenarse de dehesa:

 

Su bosque claro, sin espesura,

reino de su mirada lenta,

lejana, perdida entre charcas,

encinas ordenadas por la belleza

y animales que pacen tranquilos

como si la vida fuera eterna.

 

Todas las imágenes eran de su dehesa!

 

Y ahí, en el sofá,

dormida, fuerte, feliz,

sabe que no necesita de los sueños

si oye

              la llamada 

                                    de su tierra.

                      

                                             Rubén Lapuente

2 comentarios

Zeltia -

a pesar de que mis paisajes son tan diferentes a una dehesa, sí que puedo entender esa necesidad de ir hacia el paisaje que te configura.

No hace mucho pasé un mes en andalucía, admirando otros paisajes, pero cuando volvía, en tren, y empezamos a internarnos en el verde, y las suaves montañas nos dejaban pasar por su oscuro vientre para luego soltarnos en otro túnel pero ya verde, y ningún color es estridente, todos serenos, amortiguados, leves,
se me llenó de agua el caminito de los ojos, joder!

Carmen -

Soy de Vitigudino y vivo hace tiempo fuera de mi tierra.Me gustaría ser la protagonista del poema.He llorado al leerlo.Besos