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¿Quién quiere comprarme esta
antigua colcha de crespón
de seda azul cielo
bordada de realce
con pájaros
de largas colas de plumas
como juncos
a orillas
de la paleta del sol
con sus penachos
de caireles
engominados de viento
con sus alas de alta modista?
¿Con esas flores de campanillas
tocando en sus badajos
de estambres
aires de abril?
¿Con sus dos ramas
como venas de seda del sueño
en el paraíso?
¿Quién quiere comprármela?
Fue alguien de mi misma sangre en Sevilla
quien la bordó en aquellos
años de la posguerra
Que pasaba por las calles del barrio
la Esperanza de Triana
Que había que ofrecerle
lo mejor de cada casa
Los mejores trapos
Y cada balcón
escribía un poema
o de colcha de Damasco
o de labor de relieve
o de mantones
de manila con sus rosas engastadas
o de sábanas
también con remiendos
pero que olían
a espliego
y que por detrás
de la blancura
unos imperdibles
la sostenían un ramo
de rojo clavel…
Y tapaban todo el enrejado
que no vieran desde las aceras
el largo mareo de las piernas
de las mujeres
Y las colgaduras florecían
Y hablaban
Como ésta mía que tuvo su sitio…
Quien quiera comprármela
que me mande un correo
¡Para el primero que diga para mí!
©Rubén Lapuente
Para Josefina(yo fui el primero)
2 comentarios
Josefina -
Primeramente en absoluto molestas, es imposible. Y seguido te diré que me ha encantado el tándem que hacen la colcha y la cama, parece que hubieran estado esperando, como aquel arpa del poeta, esperando la mano que supiese unirlas. Y me alegra sobremanera que lo hayas hecho por diferentes motivos; por el lugar, por la persona, por la sensibilidad que demuestras y porque sin duda, has encontrado su lugar en este momento de su existencia.
Los objetos, como las personas, son lo que son, y además son los que otros han depositado en ellos, sus ilusiones, sus sueños, sus penas y alegrías, vivencias al fin y al cabo que componen ese puzzle que vamos conformando y que solo al final estará completo. Somos retazos de las vidas de otros que al cruzarse con la nuestra deja una pieza mas o menos importante, mas o menos bonita, mas o menos definitoria, pero como todas imprescindible.
Esa colcha se hizo por y con amor, podrían haber sido solo flores, bellas sin duda, pero atadas a un lugar en cierto modo. La prefirieron llenar de pájaros, quizás por un sueño de libertad, quizás por una personalidad romántica y ensoñadora que veía esa colcha cual alfombra voladora que la transportase a un lugar maravilloso.
Y la colcha mantel alfombra voladora voló, voló hacia tí, hacia esa cama preciosa en la que reposar quizás por un tiempo, hasta que nuevamente desee alzar su vuelo y seguir escribiendo su historia hecha de retazos de las nuestras, de las de todas las manos que la hagan despertar
Un placer
Josefina Romero
Julio G. Alonso -
Salud.