AVARO DE LUMBRE
Tarde, llegué a casa.
Las estrellas
florecían en la noche.
El bosque callaba
de frío.
Al entrar
ardía la leña
como si lo hiciera
dentro de mí.
Sin la premura
del tiempo
me tendí sobre la alfombra
avaro de lumbre
de olor a ramas
rotas.
A traves de las llamas
veia el fuego
turbador
capaz de abatir un bosque
de silenciar un planeta
de poner nombres a las cenizas:
El fuego.
El astro que seré yo un día
por un instante:
enseña roja en la cresta del viento.
Arder
dando mi mejor luz
de tanto azul esperándome ...
Sobresaltado,
desperté
de los renglones de mi lengua de fuego
de la hoguera de mi cuerpo mártir
del breve vuelo final de mi pájaro
de ceniza.
y cuando
con el badil
avivé mis propias ascuas soñadas
nunca me sentí
tan apremiado
por la vida.
© Rubén Lapuente
(El Rasillo de Cameros)
9 comentarios
María Socorro Luis -
Y pienso en esa atávica atracción que sentimos por el fuego.... que te ha inspirado ese poema tan bello.
Un beso. Soco
Teresa -
pd: me gusta tu chimenea
latorredelossueñosesmeralda -
Me encantan
Un saludo
Ñoco Le Bolo -
La vida nos aviva en la medida que se nos escapa. Removemos nuestras ascuas para encontrar calores olvidados
saludos
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CR & LMA
cuspedepita -
Zeltia -
ribelma1@hotmail.com -
milagros -
Es el mas bonito que te he leido. Felicidades. Un abrazo
Joselu -