LA MANZANA DE CARLOS MARX
Cuando esta senda
de la vega del Iregua
se preña de manzanas
cómo no parar el coche
y como un ladrón
colarse
por entre los espinosos
alambres
Es un rito mío de cada verano:
Miro a los lados
Cojo una cualquiera
La olfateo hondo
Y muerdo esa carne dulce
que es como un hilo virgen
de la oscura fuente
de la tierra
mojando
mi interior:
el más puro dormido
Y siempre pienso
mientras la saboreo
en que si realmente
fuéramos
sólo dos en este mundo
y éste el único
terruño del planeta
por llegar yo
un poquitito más tarde
ya sería el siervo
de esta gleba
Que la tierra fuera
del primero que la pisara
del que se apresurara
a alambrarla
es echarle mucho rostro
¡Y todo está ya tan bendecido
por ese listo fariseo Leviatán o Estado
saca cuartos!
¡Y que ahora ni te dejen
asomar el gaznate
por éste u otro bello predio!
Quizás suene imbécil plantearlo
pero el hombre es el único animal
que le pone nombre y apellidos
a la tierra
¿La tierra no debería ser de la tierra?
De repente oigo un grito
Y a lo lejos me ladran un par de lebreles
Cualquiera le explica
a mi terrateniente
que se acerca
que estoy en una íntima
ceremonia mía de estío
y no digamos
si a los chuchos
les suelto lo de mi tesis
tipo Newton
del influjo
de la manzana ajena “in situ”
sobre el pensamiento
de Carlos Marx
Y… ¡Joder! ¡Rubén ¡ ¡Corre!
¡Pon pies en polvorosa!
©Rubén Lapuente
4 comentarios
Isolda -
MUCHA -
tu texto sabe a vos
Noches de luna -
Simpático y serio a la vez tu poema.
Un abrazo
Victoria
María Socorro Luis -
.......
Besos para dos y buen sábado.