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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

INTIMISMO ( 22 )

LA NIÑA DEL COLUMPIO

LA NIÑA DEL COLUMPIO

Que hubiera sido

esa pobre hermana mía

Tardía

La del moisés

de borda dada de si por mis dedos

Náufraga en el zafiro

azul enfermo de su sangre

o esa hija

que no nos dimos…

Me daría igual

Lo mismo

hermana en el mismo cuarto

del mismo vientre

que hija de un te quiero

Sólo que niña

Mujercita siempre

La que no he tenido

Esa que juega de otra manera

Que todo trapo suyo

tiene carne y hueso y nombre

La que en sus fogones

sería su pinche aplicado

Enfermo en su mesa de operaciones

Modelo en el desfile

de moda en el pasillo

Portero cuando pateara

ella una pelota

también

Pero niña

Mujercita siempre

Esa que me hubiera peinado el alma

Esa que sabe sacarte

el lado femenino

Que me hubiera echado agua

al humo de la rabia de los días

 

Lo que hubiera dado

por estar

esperando su espalda

detrás de esa coleta

larga como dura una vida

La niña del columpio

Esa que se enamora de uno

La que sabes

que allá cuando tu ocaso

la verás a tu lado sonriéndote

llorando

©Rubén Lapuente Berriatúa

Mi nuevo blog http://rubenlapuente.blogspot.com/

 

LA ALIANZA

LA ALIANZA

 

Al ir bajando la alianza por el dedo

todo el compromiso la vestía de oro

La llevaba como un trozo suyo

Siempre iba encinta de su ámbar

Parecía flor de retama  Hija dorada

A ese ruedo de rueda de oro

en agua de jabón

le desbrozaba con mimo

el sucio sendero de sus letras

de sus números

Sólo así salía de ella

Pero empezó a ser presa de la carne

Corpiño de su talle de torre

Puro pulso de oro viejo en la noche

Soga en el cuello del anular

“¿Pero qué dices de la cizalla?

¿Sangre dorada por mi dedo?”

Y dejó la corona hundirse

 Por los arenales de la carne

tan sólo asomaba un cabo de luz

de su corazón amarillo

Un día la bajaron a lo más oscuro

Y allí la pequeña sierra del tiempo

la hizo sólo anillo del hueso

                 ©Rubén Lapuente

SOPA DE LETRAS

SOPA DE LETRAS

 

Hoy he comprado

unos abecedarios de madera

Se me ha ocurrido

constelar de letras

el techo inclinado

del desván

justo sobre mi cama de latón

Y a voleo las iré

pegando al techo

cruzándolas luego

engarzando algunas palabras

que esconderé

entre esa maraña

de cartilla de escuela

para quizás buscarlas

en la madrugada

cuando con su tiza de luz

de madera

venga el maestro

a despabilarme el alfabeto

o cuando se cuele

un rayito de luna por la lucera

y medio dormido

en la débil penumbra

las oiga pestañear

y así lo haré con halda

que en ese valle

de entre dulces rodillas

dejaba yo enterrado

el miedo chico

 o amarillo

que es ese color de sol de la niñez

que el olvido no sabe

cómo palidecer

Y vientre Y preñez

Y ombligo

donde sólo me cabía un beso

o un diamante de saliva

Palabras como vida

que yo he tenido

dos saquitos

de carne y de hueso

de harina

de viento

en mi regazo

Buscaré milagro

que con tantos amaneceres

en tantísimo tiempo

con tantos mundos

con tanto espacio infinito

y mira por donde

coincidido

contigo

aquí

y ahora

En esa sopa de letras

tengo sitio

para lágrima

que  por detrás viene

su tina de sollozo

que deberías

de vez en cuando

sumergirte

en ella

como yo

y solo

Y poesía

que como la música

no se puede palpar

porque es libre

lo único libre

y mágico

como una muleta invisible

como el hombro

del viento

Y pondré belleza y esposa y…

...y muerte

ésa casi a ras del suelo

cuando al final la parábola

de mi cabeza recorriendo

el inclinado cielo de yeso

entre en el temblor del día

o del sueño

Cuando acabe de poner

este enjambre de letras

lo  primero que haré

echado en la cama

será deletrearlas

buscarlas ávido

como estrellas!

                 ©Rubén Lapuente

LA CAMA DE LATÓN

LA CAMA DE LATÓN

 

Oh desván de chamarilero

Oh sucia y oscura cama de latón

Oh las cosas

Que te llaman

Que se acercan a uno

Que al final son parte de ti

Me la llevé con toda su mugre a El Rasillo

Y con alambrilla de acero

y sin prisa

le hacía amanecer

el viejo sol de su cobre y de su estaño

Y a cada adorno

a cada cristal

a cada barrote acanalado

le iba arrancando

la bocera del aire

el cansancio del metal

los sueños de otros

el olor del viejo amor

el vaho de la muerte de su cabezal

Y apareció

así

radiante

como si naciera allí mismo forjada

en el crisol de mis manos

 

Aun no he dormido en ella

pero seguro

que será su lecho

como echarse a la sombra

de un sol de mimbre

como si navegara en una barca

por las aguas del sueño

de mis amores

Sonora cama

para acompasar su gemido

al vaivén del amor

 

La vestiré con una colcha de hilo

de la estera de seda malva  

que tras las lluvias de abril

esmalta la dehesa  

o del sueño

de aquel hayedo

que me acomodó un jergón

de hojas de oro cansado

de  acuciante tálamo…

 

Cuando yo ya no esté

la venderán seguro

al verla así sobredorada

cegadora 

inalcanzable

Y sé que alguien

la encontrará en un desván

de un chamarilero

Y con mi misma

ternura

y silencio

volverá a limpiarla

pero

ahora

de

                          ©Rubén Lapuente

              a Juan Galbete


PIEDRA

PIEDRA

 

Como al paisaje desde mi ventana

me asomo a la piedra

Me gusta seguir la corriente de sus vetas

Cómo se va quedando encinta del tiempo

Por dónde le ha sajado los lomos

el  silbido del diamante

o el disco del albañil

Tan arrebujada la piedra

Con esa cerrazón

de entrecejo fruncido

Con ese pavor de soledad infinita

que pienso que cómo  sería sin

ese espanto hacinado de eternidad

Con un adarme de vida

qué flor de piedra tallaría ahora

qué tupido olor

qué blondas le hubiera tejido

la primavera

En mi mano

su canto rodado me recuerda

aquella parábola de odio en el aire

de cuando niño

o cómo cosía el agua del río

desde su orilla

y siempre

espalda de vigía

cerrándose

sobre esos huesos amados

Asomándome a  la piedra

habladora piel

de cuarcita gallega de mi casa

Sin vida

Me viene grande

    ©Rubén Lapuente

    (El Rasillo de Cameros)

REGAZO

REGAZO

 

Tengo miedo siempre a ese cuenco a solas del regazo

Y me cargo con un hatillo vivo de silencios

Pero cómo fondeo en la caleta de su pecho

Cómo le enseño lo débil si he sido adusto

A la sombra de su corazón de mujer

cómo me abandono y me pierdo y me olvido

del batallar inútil conmigo solo

Miedo a que la ternura me haga vulnerable

Vergüenza a que me encuentre frágil

Cómo me siento sobre el halda de sus claras rodillas

De sediciosa la piel a dulce gemido en sus brazos cómo

Cómo decirle que las lágrimas más amargas

son las que aún no he derramado

                            ©Rubén Lapuente

EL COMETA HALLEY

EL COMETA HALLEY

Era de noche

En mi pequeño balcón

colgado

de esa dulce ladera

de trinos

en aquel abril

tan limpio de oscuridad

magullado de números

de papeles

de oficina

con mi luna redonda de cristal

de espía del cielo

iba de rama en rama

de cada estrella

 

De pronto

sobre el alto

granero del agua

como una alada herida luminosa

como una cana melena

rota de viento

apareció el cometa

 

Ese trazo de tiza

atado a su radio

a su vida

Viajero de plata solo

que por primera vez veía

y por última

también

cuando  regresara

a mojar su larga cola

de lumbre

pero ya sobre

el seco río del tuétano

de mis huesos

me señalaba

lo que en realidad era

tan sólo una breve

mirada en el tiempo…

 

Desde el zaguán

como si nacieras

me llamaste al verlo

con ese alboroto

de nido en el pecho

de chiquilla

que te salía solo

 

Cada atardecer

de aquellos días

jóvenes y enamorados

salíamos a robarlo del cielo

a bañarnos

en su indeleble fulgor

Oh cometa viejo amigo

por la flor de otros ojos

nacidos del amor

a tu vuelta

nos asomaremos

              ©Rubén Lapuente

Foto: cometa Halley en 1986 como lo vi

En el 2062 regresará

FLOR DE HOSPITAL

FLOR DE HOSPITAL

Estas camas sonoras

de sábanas vírgenes de amantes

cargadas de dolor  rudas de miedo

que por duros pasillos de blancura

batiendo ojos

te llevan medio dormido

al ribazo del sueño

en armas de tu sangre

en las que despiertas

tras una puerta

sin cerrojo  ni aldaba

que te trae primero borrosa

sombras de colores sobre la pared

voces a hombros de voces

la sorpresa luego del aroma blanco

almidonado de la enfermera

de la gris bandeja sin humo de fogón

de la eternidad de un periódico en las manos

de no ver nunca a nadie asomado a la ventana

de empezar a oler como a esa flor de hospital

que ya desde el zaguán de visita embebía

del recuerdo del olvido de aquella insoportable

agonía rítmica

de saber que al irte no volverás la cabeza

a donde obligan a morir

                                                ©Rubén Lapuente

Foto: Hospital de San Pedro de Logroño