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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

UN GATO MEDIO MONTÉS

UN GATO MEDIO MONTÉS

 

Últimamente

mi terraza

parece un degolladero

Un gato

medio montés

de esos que

renacen

de una bolsa cerrada de plástico

que tiran al río

aprovechando

que el murete de piedra

es del mismo color gris

que el de la piel

de su tabardo

cada amanecer

se calza  ahí 

las alforjas de bandolero

desenvaina 

el relámpago de su navaja

Este sábado

limpiando

un reguero de sangre

barriendo negras

plumas de pájaros  

me decía yo

que como le cogiera 

le iba a arrancar sus

veinticuatro

vibrisas

de cuajo

y de una en una

 

Yo estaba por dejarle

el balcón entreabierto

con una lata

de Whiscas

de señuelo

que se me había pasado

por la cabeza el tener

por entre mis piernas

de mascota

ese largo ocho de su alma salvaje

con esa tersura

de su lomo

tejido

uniendo mechones

de lana de oveja

de los que se enredan

en las púas

de las alambradas de la montaña

Dejarle mi edredón

a cambio

de oír

su ronroneo virgen

Sacarlo a pasear por mi tejado

para verlo entrar  luego

por la claraboya del desván

borracho de licor de besos de plata

que destila la luna

 

Pero ayer

muy temprano

sobre el alféizar del murete

al verlo

por primera vez

al mantenerme

unos largos segundos la mirada:

ese arrogante uno azabache

de sus ojos

Yo tras el cristal

Me reveló cómo debería uno

ganarse  la vida:

que no le fuese nada fácil

a nadie

Y pensé en mi hijo

y en tantos otros

que han tenido que irse

obligados

tan demasiado lejos…

Pero mira por donde

ahora están aprendiendo a Ser  

Y al final  seguro

que orgullosos de conocerse

pero hasta

la punta misma

de la raíz

de sus pestañas

Volverán sin miedo

Como este gato medio montés

que por mí

va a seguir toda la vida

desplumando pájaros

                  ©Rubén Lapuente

                     (El Rasillo de Cameros)

                       La habitación del hijo

 

2 comentarios

Julio G. Alonso -

Belleza felina como el riesgo de la vida. ¡Lo que puede una mirada!Y la necesidad, que, como mi padre contaba, ante la advertencia a un torero de los riesgos de morir en el lance de enfrentarse al toro, éste respondió: ¡más cornadas da el hambre!
Salud.

Noches de luna -

Buena metáfora, Rubén. Quizá seamos los únicos animales que temen lanzarse a la vida para ganársela, para vivirla.

"Dejarle mi edredón
a cambio
de oír
su ronroneo virgen
Sacarlo a pasear por mi tejado
para verlo entrar luego
por la claraboya del desván
borracho de licor de besos de plata
que destila la luna"

Me encanta. Precioso