MUERTE DE UN TERNERO
Se rezagaba el animal
Buscaba un aparte
un recodo
un remanso
a su pudor
de hembra preñada
Y muy débil se tendió en el pasto
Una bandada de buitres
lo adivinó enseguida
y sobre su grávido vientre
empezaron a tejer
en su lenta
y fingida danza
un rosario de sangrienta corona
El ternero salió
como un niño
por la gatera
culebreando
con la cabeza entre los brazos
y tan mojado
de cálida oscuridad
que así
arrojado sobre el pasto
parecía el rebujo
del papel
de celofán
de envolver a una estrella
Pero la vaca
acostada
no podía lamerlo
No lo alcanzaba
Erguía la cabeza
La volvía
Empujaba con el cuello
Tiraba de sí
Pero su débil ramalazo
no llegaba a la raíz
de sus pezuñas
Y de ver
cómo su morral de calostros
se quedaba
tan solo a un palmo
infinito
del hocico de su cría
oh se le curvaba toda el alma
Alrededor
Apiñados
En comuna
El corro de buitres
enfatizaba con las alas:
Que deberían
acortar los tiempos
Que para no pasar
tanta hambre
deberían dejar
de ser carroñeros
Hacerse antes verdugos
Como esos matarifes
que desde las claraboyas
veían buscarles la yugular
con un cuchillo
que así no se angustia la carne
que así se fragua más despacio…
Y valientes
se lanzaron primero
a por las mullidas
cuencas de los ojos
del ternero
que desde las tinieblas
miraba el horror
de haber nacido…
©Rubén Lapuente
Llanes (Asturias)
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