IN CRESCENDO
Arrastrabas
un cilindro de madera
engastado con cegadoras
llaves de plata.
Y parecía sostenerte
abrazado a tu niñez.
Con su tímido sonido
huías al fondo de la casa
y atrancabas la puerta
como la de una ciudadela
para que no nos llegara
el estridente arpegio
de un aprendiz sonrojado.
Pero, poco a poco,
fuiste quitando cerrojos,
dilatando el largo listón de luz,
acercándonos lentamente
los colores del sonido.
Y el ámbito de la casa
se fue poblando de escalas,
adagios, sonatas, fantasías…
El aire espeso de olas de notas,
vivía, vive con nosotros.
Y ya, qué importa
que el haz del tiempo
te mire y lo sigas,
que nos dejes con su lejana
espalda dibujada.
Si rezuman las cosas melodías.
Si tenemos grabado en el tuétano
la partitura de tu vida.
Si ya somos
náufragos felices en el aire
eterno de tu música.
©Rubén Lapuente
Foto: mi hijo Abel
7 comentarios
carmen -
irene -
¡Enhorabuena!
Besos, Rubén, y también para tu hijo Abel.
virgi -
¡Y qué padrazo que eres!
Besos a la familia (todos guapos)
pedro ojeda escudero -
Devuelvo tu amable visita a La Acequia, en la que espero encontrate siempre que lo desees.
María Socorro Luis -
También es mi hijo Kike con su saxo.
Emocionada y totalmente identificada, poeta.
Besos a los dos.
Antón de Muros -
Un abrazo.
Antón.
Zeltia -
transmites ese aire,
esa sensación.
ay, qué suerte que las palabras se te alíen para expresarte. Envidia que me das