DOCE CUERDAS
Ahora ya no lo veo sórdido
Barriobajero:
De camorra a la puerta
de una discoteca
Los vi al atardecer
En los arrabales
Dos jóvenes
en un improvisado ring
Sin cuatro esquinas
Ni doce cuerdas
Sólo con la ley
del ala del cuchillo en las manos
de unos brazos
entremetiéndose
que los separaba…
Y me parecieron
como dos juncos de río
cabeceándose
Como el baile de las sombras
en la pared de dos llamas
de una hoguera
Como si pugnaran dos vientos
por aventar una goleta…
Y los dos con las manos vendadas
Tallados con buril de renuncias
Sin nombres conocidos
Y no No era una pelea
No había odio
Ni cuentas pendientes
Ni corona de laurel
Ni cinturón dorado
No había rubia platino en la silla de la arena
Nadie jaleaba
Y me arranqué de los ojos los prejuicios
Dirimían arte en el baile
Eran príncipes de la finta
Uno con la plasticidad de una mariposa
A veces danzaba en círculos
como un ave de rapiña altanero
bajadas del todo las defensas…
Fajador el otro encerrado en su guardia
Y como con metro amarillo
median distancias
Maestros en la estrategia
de esquivar el dolor
de cazar el flanco desnudo
de esperar el momento
de un gancho de un crochet de un directo…
Volteada quijada besando la lona de tierra…
Para levantarse
Para ponerse otra vez en guardia
Otra oportunidad
Como en la vida
Vetas de belleza inexplicable
se teñían de atardecer
©Rubén Lapuente
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Julio G. Alonso -