LA FLOR DE LA HIGUERA
“Lo que me duele lo hago rápido
Lo miro todo de soslayo
Y doy la temida última vuelta
de cerradura a la casa de mis padres
cerrada por la muerte
Yo quería salir deprisa
de ese silencio insoportable
pero sobre la tapia del patio
de la casa al volverme
se asomaba la dulzura de mi infancia
¡Ay! ¡Mi higuera!
Aquella noche de San Juan
subida yo a sus ramas
Quien arrancara su flor
que nacía y moría
eterna en un instante
sería por siempre feliz
Leyenda que me creía
a pies juntillas
¡Ay! Esa noche
en la espesura
bajo ese olor grave
asfixiante
me moría de inquietud
Y al encenderse las hogueras
se prendió la higuera
(o era en mis ojos)
de fugaces luciérnagas
Aparecía y desaparecía
en cada brote
la oculta flor efímera
Pero no me dio tiempo
a atraparla en mi puñito de luz
¡Ay! ¡Mi higuera!
Entré otra vez en la casa
Ahora sí oía respirar a alguien
Y como aquella noche de San Juan
me subí a su enramada
a su profunda dulzura
Y bajo ese olor grave
comencé a aspirarla
a jadearla
a asfixiarme dentro…
La bocina del coche llamándome
me hizo despertar
dudar bajar deprisa…
De vuelta
al verme llegar Rubén
le evitaba la mirada…
ni me venía la voz”
©Rubén Lapuente
Foto: Higuera. Vitigudino (Salamanca)
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