Mariamor
Hoy no se detiene mi corazón en la piel,
va muy por delante mío
con esta blanca y rubia luz trasparente,
con esta naturaleza
que necesita bien poco que la mire
para ser una parte mía.
¡Qué poco he tardado en habitarla!
Hoy no se detiene mi corazón en la piel.
Y con ella voy a mi arboleda,
a echarme con la cabeza sobre su vientre.
Y por primera vez siento el vértigo
del entramado de la vida bajo mi mejilla.
Ese maderaje que cobija
el empuje de memoria tras memoria.
Sazonada vasija de vida y muerte irrepetible.
¿Cuánto tiempo más voy a tardar en habitarla
si todavía me paro en su puerta
con los nudillos en el aire?
¿Porqué no recalar en cada herida
que trae a casa?
¿Porqué no asfixiarme con ella
si nos hemos elegido?
¿Cuánto tiempo más voy a tardar en vivirla?
¿Y si empezara por cambiar las formas?
Y ahora mismo.
Que todo diera un giro inesperado.
Empezar añadiendo
como un guiño suave mío
una hermosa palabra a su nombre:
“Mariamor, ese paisaje interior
pide una mano de belleza,” le digo
Y al mirarme,
mi cabeza ladeada sobre su vientre,
sonriéndola,
le enseño lo más oculto
que guardo.
Lo que no se arropa.
Lo que no muda nunca.
Y empiezo ya a sentir mi vacío.
©Rubén Lapuente
9 comentarios
Ricardo -
Teresa -
Gloria -
Maravillosa entrega, Rubén.
Un beso.
Juana -
Un beso.
juana -
Un beso Rubén.
Juana -
Un beso Rubén.
María -
Gracias y un saludo, Rubén!
irene -
Preciosa la pintura de María.
Un abrazo, Rubén.
Zeltia -