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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

NIÑO RAPAZ

NIÑO RAPAZ

En la trastienda

hay una ventana ciega

que te ve

niño rapaz.

Con la mano pura

enseñas

el regaliz de oro de Haribo

o la maroma de Fiesta

Con la sucia

llenas todos

tus recovecos

de golosinas

 

Y te vas con tu botín

por toda la avenida

con el palote

de pirata en la boca

niño rapaz

 

Y de zapateta en zapateta

 

A la platea

de la trastienda

han venido quienes

te dieron los genes

azucarados

Quienes te visten

te cobijan

te miman

para conocerte

en tus artes flamencas

del abanico

sobre las gominolas

Para asomarse

al túnel del granero

de la bocamanga

de tu camiseta

A la red mafiosa

de tus clandestinos

bolsillos de pega

Y para que al salir

a la avenida

con el palote

de pirata en la boca

niño rapaz

te lleven

de las orejas

en volandas

 

Y de pataleta en pataleta

                                    ©Rubén Lapuente

A los ojos guardianes de las dependientas de El Ángel de Logroño

5 comentarios

irene -

Qué quieres que te diga, sé que no está bien, que esos pequeños rapaces pueden convertirse en delincuentes con el paso de los años, pero me parece tan tierno, me da tanta penita, ¿cómo pueden vencer la tentación esos críos que quizá no puedan nunca comprarse una golosina?
Estas cosas me ponen triste, sobre todo tratándose de niños, la vida es muy injusta.
Besos, Rubén.

María Socorro Luis -

Cómo sabes vestir de colorida belleza y de ternura, cualquier hecho cotidiano...

Encantador. Besos.

Teresa -

Yo trabajo en una tienda de golosinas,y es muy normal la escena que narras, los robos son muy frecuentes y me tengo que encarar no solo a niños, incluso a personas mayores, hasta hemos llamado a los padres para indicarles la conducta de sus hijos.Es más frecuente de lo que dice Joselu y en todos los estamentos socioles
Un beso Rubén

Joselu -

Este poema tiene el sabor de un mundo ya ido y que se contempla con nostalgia. Una escena, una imagen, captada con ternura y exactitud. Tu poesía busca el éxtasis de lo real frente a la existencial que plantea la finitud de lo hermoso.

Noches de luna -

Ahora son niños gitanos o de zonas deprimidas, pero antes era bastante común. Mi pareja recuerda cómo su abuelo, que tenía un puesto de chuches no le quitaba ojo e incluso echaba el candado para que a mi chico no se le fueran las manos.

Tierno, cotidiano y buen poema, como siempre.

Besos
Victoria