LOS EXTREMOS SE TOCAN
Con pasos
de serpentina
de papel
volaban
bajito
sobre la acera
Al cruzar
el paso de cebra
parecía
que pasaba
un convoy
con doce vagonetas
a cual más
tarumba
Desde el andén
de la guardería
unidos a una lazarilla cuerda
iban rumbo
a esa vieja estación
del Centro de Día
Al verlos entrar así
algunos les dijeron
que ésa no era su puerta
Que qué pintaban allí
Si parecían una sarta de salchichas
Hasta uno dijo
en voz alta
que ahora al verlos
como el haz de la vida
sentía su cuerpo
hecho
una carraca
Pero los niños saben
que los viejos
saben algo
que ellos no saben
Y les cuesta tan poco acercarse
Si han venido
con sus cuentacuentos
bajo el brazo
Sus trebejos
de virtuosos
de la inocencia
A darles su mejor gala
Con tres años
qué saben ellos de terapias
de estímulo
Van a lo suyo
A sus gestos
A su caricatura
A que les plagien los pájaros
A destapar una estrella
Y esos ancianos
que como los niños
tienen
hilvanes frágiles
El mismo revoltijo
de emociones
que solas
se les escapan
cada día
Tan vulnerables
como arena a la orilla del mar
Y que como además
los extremos se tocan
De pronto
Despierta matusalén
Y ríen cantan lloran aplauden…
Oh ¿No será que la vejez no existe
que sólo es tristeza
mortal rutina infinita?
Luego
a una palmada de la señorita
recogen sus bártulos invisibles
se anudan a su lazarilla cuerda
y como con pasos
de alas
de serpentina de papel
se van volando
muy bajito
sobre la acera
©Rubén Lapuente
(Centro de Día Gonzalo de Berceo)
Logroño 10 de Mayo de 2013
6 comentarios
Zeltia -
Tamén o paseo prendida cos nenos, pola acera. Facer xurdir o sorriso dos velliños.
Joe -
CARMEN -
Gracias por este poema repleto de ternura y sensibilidad.
Maria socorro luis -
Me rindo a tu poema.
Besosdobles.
virgi -
Besos
(qué maravilla leerte)
Noches de luna -
Cierto, a los niños, por su frescura, les resulta natural y sencillo acercarse a los viejos; y qué bien lo expresas.
Sonrío hasta llegar a la idea de que la vejez quizá sea tristeza mortal rutina infinita, pero no, no siempre es así, yo, cuando me la encuentro, no la veo siempre así y si lo fuera no merecería la pena vivirla.