RITUAL DE SUS MANOS
Cuando arrecia el frio de madrugada,
yo con un pie navegando los cielos
y con el otro de vigilia,
comienza el ritual de sus manos.
Dice que el frío le entra
por la yema de los dedos,
que hay algunos huesos
que le parece que duermen
junto al rocío.
¿No será por la maldita costumbre
de no cerrar la ventana
por si nos quedamos sin oxígeno
o es que ese aire frío
es el que quiere colarse de rondón
y robarnos la tibieza
de nuestro lecho?
Bajo la brasa de mi cuerpo
desliza los primeros
cinco carámbanos.
Yo mientras tanto ato
la cola de un tardío cometa
a mi entresueño.
Y poco a poco mi fogón arriba
a cada gélido tuétano.
Es el instinto quien le lleva al bálsamo
de mi sangre caliente.
Y haría mal en taponarle
mi costado sobre la sábana:
No es bueno despertar al sonámbulo.
Cuando me desliza
los otros cinco témpanos,
ya de un salto me apeo
de los mapas del cielo.
Me doy la media vuelta,
le emparejo las palmas de las manos
y como lapas entre las mías,
se las cierro.
Y ahí frente a mí, está ella,
con esa fría y cálida somnolencia
que le deja todavía un pequeño
temblor en un párpado,
que nunca sabré si es un guiño
desde el amor del sueño…
No es bueno despertar al sonámbulo.
©Rubén Lapuente
7 comentarios
María Socorro Luis -
Qué hermoso ritual...
Me encanta tu lirismo.
Un beso. Soco
Zeltia -
Gloria -
Un beso.
cuspedepita -
Ricardo -
Joselu -
Teresa -