BAJO EL INFLUJO DEL LAGO
el rasillo mirándose en el agua
Sólo soy una mirada en el tiempo
sobre este río que pronto anega el valle
donde todas las ventanas giran alrededor
de un redil de agua muda.
La hélice de luz del lago, su fulgor,
conquista cada refugio de intimidad:
Es como el retrato que miras cada mañana
en tu mesilla.
Su influjo,
si hundes los ojos en sus aguas,
recorta las uñas a tu alimaña,
te lleva dulcemente maniatado a la nada.
Un paseante se detiene en mi verja:
“Es una glicinia, su trabazón
revienta en mayo de belleza.
El olor de los racimos de sus flores
te acosa, vuelva si quiere”, le digo.
Mi vecina pasa y me regala
semillas de aliso, de petunias,
raíces de violetas silvestres.
Otro me enseña sus ramas de árbol
naciendo del suelo del baño,
traspasando el falso techo de yeso.
“Lluvia a la orilla de un hayedo”, le digo.
Otro me pide lanilla de acero
para que vuelva a respirar
la ahogada madera de su puerta.
El espejo del lago nos tiende su hechizo.
El tiempo calza aquí zapatillas de paño.
Sólo soy una mirada en el tiempo
sobre esta agua
que viaja conmigo a la ciudad
que se abre paso bajo los puentes
como una joven espalda luminosa.
A la terraza de un café llego
en el ocaso de la tarde.
Una mujer,
con esa breve belleza oscura
que como le sale de un recodo,
le vuelve a aparecer en otro,
me atrapa,
me ancla la mirada sobre ella.
-¡Qué mira!
-Perdón.
La he confundido con alguien.
Tenía mis dudas. Perdón.
Sólo soy una mirada en el tiempo
sobre el agua, sobre la belleza dormida
que rastreo dentro de otra carne.
Al irme, debo de tener el halo del lago rondándome:
La mujer me regala una sonrisa distinta,
aún no tardía…
©Rubén Lapuente
(El Rasillo de Cameros)
4 comentarios
María Socorro Luis -
Saludos
Teresa -
cuspedepita -
Me encanta este poema :-). "Solo soy una mirada en el tiempo sobre el agua..."
Besos
barrychello -