A DAY IN THE LIFE
Vas al volante, ausente, como en una barca a la que le rompieras los remos, dejándote llevar por las aguas de esa canción que siempre te suena oculta en el fondo invisible de la melancolía y a la que no dejas callarse. El limpiaparabrisas barre la lluvia, desempaña también esas pequeñas miserias, esa cuchilla del tiempo que saja veloz gotas de cobarde, tropiezos en la vida, ese dolor de madre tan metido dentro…Ni sabes quien conduce. De pronto, desde el rellano del espejo retrovisor, al arreciar la tormenta, ves a tu niño que al redoble de la sirena de inmersión de su garganta, cierra la escotilla, baja el periscopio, dibuja en el frágil vaho de la ventanilla una claraboya con su risueño caballito de mar dentro. Le ves apagar la luz de la madreperla de su camarote, ya en un remozado Jeet de viaje submarino a ruedas, ya con galones y gorra de capitán Nemo. Luminosos ojos sin párpados saliendo de la niebla del agua, te fijan ese ladeado gesto suyo del antebrazo sobre los ojos parando los chorros de fuego de luz mojada de los faros enemigos…Suena “ a day in the life” por enésima vez. Y en ese puente musical, en esa caótica escala oscura de lucha y de miedo y de alarido y de vida de la canción, su agitado braceo espantando al calamar gigante que nos enrollaba con sus ocho enormes tentáculos parecía el baile de la sombra de las llamas de una hoguera de San Juan en la pared, la danza del alma de un vendaval en su ropa tendida; parecía un trozo de naturaleza…
Al volante, saliendo de la tormenta, en el rellano del espejo retrovisor, ni un ricito castaño quedaba. Eras tú. Sólo tú hacías de niño. Tú, irracional braceabas disparatado. Tú, solo, golpeabas en el silencio. Tú, talludito inmaduro. Tú, con lo absurdo. Imitabas una mirada en el tiempo. Tú y tu puñal de ironía que mantiene a raya la lejana queja sonora del dolor de ser hombre: su melancolía… Y ahora otra vez nada es ni medio serio; nada se confiesa herido. Todo vuelve a la calma. Todo parece dormido.
©Rubén Lapuente
2 comentarios
Julio G. Alonso -
La foto, con Paul que parece dormir y soñar rodeado del grupo, perfectamente escogida.
Salud.
Joselu -
Una evocación muy hermosa, como sueles, hoy en prosa.