VAMOS CAYENDO
Era la niña que se dormía
buscándose el latido
del corazón
La de la aljaba de espigas de trigo
pellizcándote
la espalda de lana
del alma
La que se bañaba
en la misma luz
de aquellos días míos azules
La que crecía
más deprisa
que los cabellos
con ese delicado
y tenaz
guillame
que noche y día
le devastaba
la cintura
le redondeaba las caderas
En un solo verano
bajo la camiseta
el cerezo de sus suaves dunas
le dio su dulce fruto
Era la que
para un grumete
de barquito de papel
de estanque
el vértigo de un guiño
desataba el rubor
de un incendio
en las mejillas
La que no sabía
que en mi cuarto
tendido en la cama
me cubría los ojos cerrados
con el antebrazo
y que en esa espesa oscuridad
ella era
levadura de mi tierna carne
La que crecía más deprisa que los cabellos
La niña que se dormía
buscándose el latido del corazón...
Oh que ya su mano nunca encontrará
©Rubén Lapuente
3 comentarios
Zeltia -
El otro día se murió una tía mía, y unas semanas antes había pensado en preguntarle muchas cosas de cuando era ella joven y había conocido a mis padres de jóvenes también, y tantas cosas que ya nunca conoceré. Porque ya quedan pocos de su generación, y quizá ninguno con quien yo tenga confianza para preguntar.
cuando los que eran adultos cuando nosotros erámos niños se mueren... se llevan nuestra niñez.
Julio G. Alonso -
Se puede escribir mucho y muchas veces del amanecer del amor y la adolescencia, pero sólo se vive una vez.
Salud.
Joselu -
Un hermosísimo poema.