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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

RECITAL

RECITAL

El día 10 de Octubre a las 19:00 horas daré un recital de poesía en el salón de la lengua de ese edificio tan hermoso de la foto en la calle Serrano 25 de Madrid, donde se aloja el Centro Riojano. Al finalizar el acto  se servirá una copa de vino de Rioja. La entrada es gratuita. El vino también. Os espero.

                          NIÑA SOLDADO                                                                                       

                        Me llamo Jasmine y soy de Kivu.

Y sólo quiero un trozo de tela

para acarrear a mi bebé.

Me sacaron de la cama con doce años

los mayi-mayi. Me reclutaron.

¿Para quién lucháis? ¿Para qué causa?

Sólo tenía dos dunas en el pecho.

Y en la vagina, si se cerraba,

palos y trozos de botella.

Era un golpe de autoridad

hacernos andar como patos por la aldea

así seríamos más dóciles y sumisas

en la próxima redada

Soldadito niña tienes un marido

Y una racha de viento

negro encima te vuelve

como un árbol con piernas

esperando bajo un cielo

roto de lona

cese el vaivén 

de tu cabeza …

Todas las mañanas

en el andarivel del aire

cruzaba el río

Iba conmigo el agua

para cocinar y cocer la tapioca.

Y me dieron un machete.

Y un gatillo ardiendo.

Y la regla no me venía.

Soldadito niña tienes un marido.

Parí en el monte, a destiempo,

sola, como una gacela.

Y conseguí llegar a mi aldea, a mi casa:

-Tienes un hijo del enemigo.

Tu niño es un estigma.

Has perdido la virtud.

Aquí no te puedes quedar

Vendrían a buscarte.

Ahora estoy en el centro de orientación

Me llamo Jasmine y tengo dieciséis años

Aprenderé a leer, a escribir

para poder trabajar y salir adelante.

Ahora lo único que quiero

es un trozo de tela

para poder cargar a mi bebé,

como hacen las otras mujeres.           

                       ©Rubén Lapuente

(Luvungi  octubre  2006)

 

EL OTOÑO

 

¿El otoño?

Es algo más arriba

Sí  Sí  Por este mismo camino

Pare el coche antes

de llegar a la ermita

Por ahí cerca de un acebo

tiene él su aldaba dorada

Ah pero hoy no llame

que ha dejado

la puerta entreabierta

Anda tan atareado

rociando todo de ámbar

subiendo tanta savia

de topacio a las hojas

que de tanta ida y venida

sólo saldrá a recibirle

en el zaguán

el vaivén de su mecedora

Pero no tenga vergüenza

entre y vístase con su ropa

Tome de su taquilla

su buzo de tímido camaleón

Su pala y su escoba de abanico

écheselas al hombro

Que disfrazado así

de jardinero del otoño

le será más fácil desaparecer

en esa lenta y dulce y bella

agonía amarilla

¿No ha venido a éso?

Ahí todo está muriendo

Todo cae tan milagrosamente

en su lugar exacto

que tan sólo

por si acaso se cruza con él

llore por un ojo

haciendo como que

arrastra esas hojas

que se han salido del camino

Y no se pierda

el lento viaje de ninguna

Todas hágalas suyas

Caen sobredoradas

sobre sus deseos

o sobre sus sueños rotos

Decore el cielo de sus párpados 

con esa estampa

más bella

si la rescata mañana

dibujada

su soledad

o su emoción

o su resol de muerte…

Ah  pero  no se demore mucho

No quiera anclar del todo

el corazón a ese noray

del muelle del otoño

que aquí la belleza en carne viva

acelera ese pequeño temblor

de estar vivo

enfermo de vida

en este rodar silencioso

de los días sin dioses…

¿me entiende?

Cuando salga del bosque

que sea al atardecer

Bajando  

hile de soslayo

los guiños del sol entre las hayas…

Por el camino

su berlina irá dejando

-usted no lo verá-

una estela fatigada de oro”

                          ©Rubén Lapuente

 

LOS PAISAJES DEL RIOJA

 

¿Te gustó el vino que labré

grano a grano de mi viñedo?

¿Lo saboreaste como yo te dije

recordando su paisaje?

Pero no sólo de aquel

que viste desde el altozano

al final del estío

cuando las vides

colmadas de racimos de uva

desfilaban vanidosas sus collares

de pequeños soles

de negra lumbre:

el que tenía la sangre

cansada de belleza

sino también

del otro

el del frío invierno

cuando las desnudas

cepas se retorcían

centinelas de vacíos odres

que la nieve lavaba

con esa soledad y angustia  

de la que sólo pueden salir

curvados sueños

de náufragas duelas de vino:

granadas añadas

de rojo terciopelo

 

¿Y si lo retuviste un momento

en el cuenco de tu boca

le sumergiste además

de su almazuela de coral de otoño

la infinita soledad

helada de su corazón

dormido bajo las cepas?

 

¿Te acordaste?

             ©Rubén Lapuente

            recital 


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