A SUS PIES CANSADOS
Vino de la calle
cansada
muy cansada
renunciando casi a moverse
Despacio
muy despacio
la descalcé
como si le quitara
la venda
de una herida
aún
abierta
Sus pies breves
racimos de uva rubia
eran dos alas
vencidas
Dos panecillos
de sudor
de su frente
Dos peces
aleteando
en un charco
de la acera
Juntos
los tensaba
Me los ofrecía
como la última
manzana
de la rama
Como una quemadura
de la vida
Pies
de mujer Nazareno
que tomé
como si yo fuera
aquella María
la de la libra del perfume
de nardo puro
y toalla
de guedejas
Mientras
su mano
sobre mi cabeza inclinada
me revolvía
el pelo
en las plantas de sus pies
la yema
de mis pulgares
le encontraba
en cada
curvada
friega
la sombra
de la tarde
sobre su higuera
Los acaricié tanto
que temí
se me quebraran
o que no quisieran
o no pudieran
ya dormidos
despertarse
con ella
©Rubén Lapuente
7 comentarios
lichazul -
FELICITACIONES
quien prodiga un mimo así , es una muestra de tremenda comunión emocional
besitos y luz
anónimo -
virgi -
Un abrazo, Rubén.
María Socorro Luis -
Así es el AMOR.
Besosdobles
Zeltia -
Zeltia -
Para mí los pies son algo tierno, y una parte muy agradecida.
Siempre recuerdo unas caricias muy especiales que me hacía mi madre para calentármelos entre sus manos. Desde entonces, cuando un hombre me acarició los piés con ternura siempre se me humedecen los ojos....
Isolda -
Besos por dos