TRAVESÍA NOCTURNA
El coche en marcha
ilumina la entrada
en el pantano.
Me sumerjo, surjo,
me abismo, afloro:
en el vaivén de mis brazadas
avanzo cerrando
la cremallera sobre el agua.
Los dos faros me arrojan
desde la otra orilla,
ya conquistada,
mi estela
en sus lazos de luz tranquila.
Sereno,
suelto mi cuerpo inmerso,
aletean mis pies
hasta el légamo:
soy un huésped
en el cubil de la carpa
desde donde miro
la turbia noche de adentro:
se puede soñar bajo las aguas.
Afloro cansado, sin agallas.
Floto, tendido en cruz,
bajo la belleza baldía de arriba
sobre el mundo oscuro
de la otra vida de debajo,
en la travesía… hacia qué ribera?
El cambio de luces del coche
sorprende mis mejillas.
Y reanudo mis brazadas:
me sumerjo, surjo,
me hundo, nazco,
abriendo la cremallera
sobre la piel del agua.
Rubén Lapuente
1 comentario
fernando -
Un poema delicioso.
Un saludo