LA MANÍA DE CONTAR
Esa manía de contar…
los ojillos de alba de la persiana
que no llegara mi madre antes;
la de sus primeras canas
con aquel presumido
revuelo de su melena
que me hacía comenzar de nuevo;
los pétalos de las margaritas
y que me fueran todos impares
me iba en ello su cariño.
¡Y quería que me contara
el equilibrio de un cayado
subido al índice de mi dedo!
¿Y esa manía de contar estrellas
en las noches de verano,
de agotarme en los números
creyendo haber llegado al infinito?
¿Y mis zancadas,
medida de aquel puente
que escalonaban mi altura
de muchacho?
¿Y las horas que faltaban
para irme a desaparecer
en el agua del río?
¿Y la angustia de fijar el año
en el que me vería con el mismo
perfil de mi padre derrotado?
Hace ya mucho tiempo
que perdí la manía de contar.
Sólo alguna noche, en la cama
y piel adentro,
me vuelve: aquel trasluz,
la hebra de nieve,
los “me quiere” en el viento,
su fatiga en mi alarde,
mi mirada de estelas,
el soldadito en el puente,
el recodo del agua,
la cabeza contra la pared de mi padre.
Y piel adentro,
quieto todo, lo sobrevuelo …
una, dos, tres,…
hasta que me quedo dormido.
©Rubén Lapuente
6 comentarios
zeltia -
De todos modos, la poesía es universal, y no siempre el lector encuentra en los versos lo que el escritor quiso enseñar.
Ya qaue hablan por ahí arriba de Benedetti, cómo él mismo dijo: "quien me iba a decir a mí que estos versos míos algún día serían de otros"
un saludo.
Ricardo -
Teresa -
Pd:Pasarolo genial
Joselu -
María Socorro Luis -
Muxu bat. Soco
Juana -
De dejo un beso o mejor mil para que los cuentes.