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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

GLOSARIO DE LA TARDE

GLOSARIO DE LA TARDE

 

Amnesia

Mi hijo ya no recuerda su infancia, sin embargo la mía la he recuperado viviendo la suya.

 Dignidad

Ese gesto de rechazo de Jesús el Galileo al acercarle a los labios en una rama de hisopo una esponja embebida en vinagre te debería siempre doler de (impía) sed de horror.

 Envés

Bajo la almohada corre un fresco río en el que sólo navega muy suave el dorso de las manos.

 Haití después del terremoto: más de lo mismo de antes

Cómo contártelo para que lo sientas. Aquí en Cité Soleil (Puerto Príncipe, Haití) te daría vergüenza  recordar tu infancia. Sería un insulto. Mira, sólo tienen para dormir el estómago unas galletas de adobe: Arcilla, sal y manteca. “No me saben feo, me quitan el hambre” Te dicen esos niños, vivaces como lagartijas, tramposos, de vuelta de casi todo. Y te sacan la lengua tiznada de tierra. Aquí se tienen muchos hijos porque la mitad se les mueren. Los colonos les dejaron un inmenso claro de luna. Una tierra enferma que no se queda entre los dedos. Pero eso sí, comestible. Y un mar doliente de deuda. Un país que se liberó de su esclavitud y que ahora comercia con sus hijos. Los llaman los “restavec” que significa “quédate con” Por 50 dólares, con sólo siete, ocho, nueve años, los venden como criados a otras familias sin escrúpulos. Son los nuevos esclavos: Los nadie, los hijos de nadie, los dueños de nada. Que ahora mismo están odiando en su infierno negro.

 Heroína

¡Intrépida mariposa cruzando el mar de flor en flor de cada ola!

 Juguetes

Pasó una niñez maravillosa: no dejó ni un juguete en pie.

 Mar

Cuando llevé a mi hijo  por primera vez a que viera el mar nunca pensé que fuera él el que me lo enseñara tan hermoso  en el perfil de su rostro niño.

 Pie

Cuantas veces de noche entramos en los brazos frescos del sueño de la mano del pie asomado fuera de la cama.

 Solitario

Cuando voy solo por el bosque de hayedos y robledales de Cameros me gustaría que alguien me acompañara para compartir la sensación de algo único que se pierde en uno mismo.Pero cuando voy acompañado preferiría  ir solo que esa sensación se me queda a medio camino entre las ramas y mi solitario corazón.

                                                                                ©Rubén Lapuente

5 comentarios

María Socorro Luis -

Todo una maravilla.

Pasear a solas por el otoño, es una delicia.

Besospordos

Anónimo -

caminar solo por los hayedos... (preciosos en otoño)
y la gana de compartir la belleza y las sensaciones.
pero a mi también me pasa, que cuando disfruto de la compañía de alguien mi atención se reparte y no puedo concentrarme tanto en las percepciones.

CARMEN -

Me gusta este giro tuyo. Reflexiones que nos hacen pensar y pararnos en aquellas cosas sencillas y cercanas a las que solemos pasar por alto en nuestro camino porque las damos por hechas y es bueno tenerlas presentes y ser mas humanos, mas sensibles y mejor personas.

virgi -

la primera vez que supe de las galletas de arcilla, me impresioné hasta las lágrimas, ahora te leo y me parece estar acostumbrada a algo tan terrible...triste lo acomodaticio que somos, además de contradictorios. Paseamos solos queriendo compañía.
Paseamos acompañados deseando la soledad.
Otro beso

Isolda -

Hoy es el día de los Derechos del Niño, parte de tu glosario lo recoge. Te dejo además unos versos de Sntiago López Navi, que ayudarán a completarlo.
...Resulta también que hoy tengo miedo
del mundo, de la calle, de la gente,
de bajar a mi infierno privado,
ese que corre en las carreteras grises, delante de mí.
Y no sé cuál es la verdad que se me pierde,
pero desearía que la soledad se me marchase,
para quedarme solo, como antes.
Besos para dos.