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SU ESPALDA

Hoy se ha dormido
del otro lado
Madrugada de su espalda desnuda
De cada noche
que tuve su cuerpo
recuerdo uno distinto
pero no de su espalda
que detrás suyo oculta
que no la conozco
Su relieve me lo daban mis manos
que la leve luz
me desnuda ahora:
El atlas de su espalda
que sobrevuelo
siguiendo esa larga veta
como de labor de costura ciega
que por un momento
me la devuelve
muñeca de trapo hilvanada
frágil mortal por primera vez…
E hilando cuatro lunares
ya tengo esa carreta de la aurora
atada a su rucio alegre
que cubro de zagales de verano
de dehesa de…
Hay ocelos de topacio naciendo
Tiene rezagadas pecas fugaces
de algún coletazo
de aquel cometa perdido
en la memoria de la noche
de su sangre…
Hasta que rubia de luz
del trigal de mi infancia
la tengo Y mía
Su pizarra rosada
en la que escribo estos versos
que se me borrarán
si se da la vuelta…
(¡Quieta…!)
Oh Si se mueve ahora
se romperá la magia
(¡Oh quieta quieta…!)
Y me acerco así
casi sobre ella
cerrándole la espalda…
que no se me vuelva…
©Rubén Lapuente
EL COMETA HALEY

Fue en el 86, en aquel cielo limpio de la sierra de Cameros en Villoslada y a simple vista. Varios meses siguiéndolo. Quienes mirábamos el cielo estrellado con frecuencia. Los que buscábamos planetas en la clara oscuridad o carros o lebreles o arqueros en las constelaciones, lo ansiábamos. Cada 75 años vuelve y se ve como esa estampa de los reyes magos con el cometa sobre sus cabezas. El anterior en 1910, la poca contaminación de las ciudades,lo enseñaba tan claro, que ese escalofrió de plata endemoniado no cupo en la cabeza de aquella mentalidad como si el fin del mundo llegara. Y las crónicas de la época en todo el mundo hablan de suicidios, de miedo, también de belleza, de admiración .Lo más, son dos veces verlo en una vida: si de niño los viste, de anciano quizás repitas. Yo al de 2062 ya no llego. Sí, un día volverá el cometa Halley y ya no estaremos aquí, es cierto, pero nuestros descendientes, mis hijos, sí estarán, y ojalá los hijos de mis hijos, y darán gracias por haber hecho que puedan experimentar lo mismo que nosotros, muchos años atrás. La vida en sí misma es el cuento de hadas más maravilloso que se pueda contar. Por eso he dejado escrito este poema.
Era de noche
En mi pequeño balcón
colgado
de esa dulce ladera
de trinos
En aquel abril
tan limpio de oscuridad
Magullado de números
de papeles
de oficina
con mi luna redonda de cristal
de espía del cielo…
iba de rama en rama
de cada estrella…
De pronto
sobre el alto
granero del agua
como una alada herida luminosa
como una cana melena
rota de viento
apareció el cometa
Ese trazo de tiza
atado a su radio
a su vida
Viajero de plata solo
que por primera vez veía
y por última
también
cuando regresara
a mojar su larga cola de lumbre
pero ya
sobre el seco río
del tuétano de mis huesos
me señalaba
lo que en realidad yo era:
tan sólo una breve
mirada en el tiempo…
Desde el zaguán
me subiste ese alboroto
de nido de gorriones
en la garganta
de asombro de chiquilla
al llamarme
al verlo…
Cada atardecer
de aquellos mágicos días
jóvenes y enamorados
salíamos a robarlo del cielo
a bañarnos
en su indeleble fulgor
A tu vuelta
oh cometa viejo amigo
por entre los párpados
de otros ojos
nacidos de nuestro amor
nos asomaremos
©Rubén Lapuente
Villoslada de Cameros (La Rioja)
En el 2062 regresará su cola plateada
EL RASILLO DE CAMEROS

De lejos parece de juguete. De postal de mentira, de tan bello. Como tallado en el claro de una esmeralda: un oasis de encaje de hilos de piedra rosa, si achicas los ojos. Alguien debió despertarse en esa dulce ladera de trinos, y, al alba, apresurarse en colocar la primera piedra, raudo en talar los durmientes de su techumbre, veloz en apilar la sumisa leña al oír la rondalla fría del viento envolviéndole el corazón.
Quería vivir con el ruiseñor en la rama. Con el aire puro del miedo de una corza. Como un marinero subido a la cesta de la gavia del mástil mayor, mirando la caricia de un océano de agujas verdes que le acolchara la dureza de la vida.
Luego el tiempo, puso la guinda: el espejo del cuenco del agua del valle del río Iregua, para que le viésemos el velamen rizado de su torso de piedra, para que asomados en cada ventana, pudiéramos, dormidos, soñar bajo sus niñas aguas, sumergiéndonos en esa melancolía de la belleza, la que nos hace ser más serenos, tan íntimos como en la penumbra bajo un sol de mimbre …Y para hacernos románticos, bajándonos en esa luna de noche sobre el embalse, a esa otra gemela sirena reflejada sobre el agua: navío redondo de plata que nos junta las sienes, que nos flecha de besos, que nos presta la luz de su alcoba …
Hoy he subido, peldaño a peldaño sus calles de piedra, hasta el balcón de mi casa que abre la vida, y allí me tropecé también con la muerte, pero que, perezosa, miraba, hechizada, tras los cristales…
©Rubén Lapuente
El Rasillo de Cameros
LA CALLE LA VENTANA

Vino el progreso
a mi calle
Vino con su burbuja
Con su curare
Con su luz
de baratija
Enjambres
de golondrinas
al fulgor del dorado
adobe de babel
vinieron
Anidaron hacinadas bajo estos
aleros de madera
Vino como una
sombra marcial
su zancada
Tomando las aceras
Desviándonos
las miradas
Deshaciéndonos
los rostros…
Vino y
la vieja calle
deprisa
bajó del altillo la maleta
Yo tenía
una ventana frente
a mi balcón
Por ella se asomaba
la mitad de mi mismo
Yo tenía
el rumor del sueño
combado subiendo de una
niña muy adentro
Del portal
cuarenta y tres
ella bajaba
las escaleras
tentando la baranda
a trompicones
hacía su rayo
de luz
del sol de su infancia
cuando la calle
me decía
era un celaje
de guirnaldas
una larga almazuela
de tiza
¿Irme a otra calle?
Volvería siempre aquí
en la nostalgia
o en la tristeza
o en la espera
y tan sólo
con apagar la luz
cerrando los párpados…
Y yo
no bajé del altillo la maleta
Oh pena
que no llegara a tiempo
de ver que en lo que dura
un milagro barrieran
los coches
alfombraran la calle
plantaran bancos
de madera
y bajaran espigadas estrellas
negras…
Oh pena
que no la mojara una
lluvia de pétalos
blancos de magnolias…
Y era lo poco
que ponían
tan deslumbrante
para lo que teníamos
que parecía
como si todo
fuera de mentira
dibujado
como si todo saliera del polvo
de estrellas
de una varita mágica
Que frente a mi balcón
tenga
su ventana
ya es tener
el mejor rayar del día
Ahora en su mismo cuarto
más apretado que el suyo se asoma
una niña mulata
que siempre deja caer la roseta
de su regadera o
una cinta amarilla
de su trenza a la calle:
su diaria coartada por
bajar por esas
escaleras
a trompicones
tentando la baranda
hacia este nuevo
sol de su infancia
Por los mismos peldaños
hacia aquel otro sol
tropezaba ella…
Sé
que no es nada
que a uno
le ate una ventana o un
rumor de comba
subiendo…
¿Pero no es esa
infancia de abajo la
de mi madre?
¿Y cómo abandonarla?
Si aquí duele
menos el pavor de esa
silueta de tiza
en el patio
cortada
por los alambres
Si aquí la veo
crecer eternamente
hasta que me nazca
©Rubén Lapuente