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NIÑO PINTOR

Si le doy a mi hijo
un pincel,
un lápiz de colores
Le doy la mano del viento
Le doy el vuelo
de un hilo de tiza
del sueño
Y me pinta una casa,
su bólido rojo
un sol amarillo,
y a un tipo con antenas
(o es su remolino en el pelo)
con sonrisa de payaso
No titubea, no tacha,
no copia, no sufre.
Aprieta el color
para que salga más intenso,
más llameante.
Y, o rompe la mina del lapicero
o se queda sin fuerzas,
medio dormido,
sobre los colores.
Sin una pizca de pintura
en la memoria
lo que le sale es definitivo,
original, puro, sin patraña.
Y lo hace de carrerilla
como si llevara mucho
tiempo en esto del arte.
Luego pone su nombre
a la lámina con letras
desmedidas…
Y la olvida para siempre.
Y a otra cosa, mariposa.
©Rubén Lapuente
PATINETE

En Todo Colección
moría de bella herrumbre
Tiene encanto
este patinete del viento
Tiene huellas en relieve
como bocera de niño
Tiene radios de llanta
segando sol
Y parrilla de los olvidos de madre:
el pan harina aleteos de periódico …
Mi tranvía de las aceras
Mi rucio de la infancia
como una sombra de lagartija
creciendo en las tapias
de Miranda al atardecer…
Le quitaré un poco de muerte
Pararé su gangrena
sin amputarle la edad
"Otro trasto" -me dirá ella
("pero tan hermoso") -no me oirá
En la ya vieja calle de mi sueño
me veré descarrilar
con el recado de madre por los suelos
pero ahora
tendré otra rueda
como una mano más
tendida…
Clavados en su montura
deben brillar mis ojos…
Estoy vivo
©Rubén Lapuente
DOCE CUERDAS

Ahora ya no lo veo sórdido
Barriobajero:
De camorra a la puerta
de una discoteca
Los vi al atardecer
En los arrabales
Dos jóvenes
en un improvisado ring
Sin cuatro esquinas
Ni doce cuerdas
Sólo con la ley
del ala del cuchillo en las manos
de unos brazos
entremetiéndose
que los separaba…
Y me parecieron
como dos juncos de río
cabeceándose
Como el baile de las sombras
en la pared de dos llamas
de una hoguera
Como si pugnaran dos vientos
por aventar una goleta…
Y los dos con las manos vendadas
Tallados con buril de renuncias
Sin nombres conocidos
Y no No era una pelea
No había odio
Ni cuentas pendientes
Ni corona de laurel
Ni cinturón dorado
No había rubia platino en la silla de la arena
Nadie jaleaba
Y me arranqué de los ojos los prejuicios
Dirimían arte en el baile
Eran príncipes de la finta
Uno con la plasticidad de una mariposa
A veces danzaba en círculos
como un ave de rapiña altanero
bajadas del todo las defensas…
Fajador el otro encerrado en su guardia
Y como con metro amarillo
median distancias
Maestros en la estrategia
de esquivar el dolor
de cazar el flanco desnudo
de esperar el momento
de un gancho de un crochet de un directo…
Volteada quijada besando la lona de tierra…
Para levantarse
Para ponerse otra vez en guardia
Otra oportunidad
Como en la vida
Vetas de belleza inexplicable
se teñían de atardecer
©Rubén Lapuente