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Se muestran los artículos pertenecientes a Julio de 2015.

A DAY IN THE LIFE

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Vas al volante, ausente, como en una barca a la que le rompieras los remos, dejándote llevar por las aguas de esa canción que siempre te suena oculta en el fondo invisible de la melancolía y a la que no dejas callarse. El limpiaparabrisas barre la lluvia, desempaña también esas pequeñas miserias, esa cuchilla del tiempo que saja veloz gotas de cobarde, tropiezos en la vida, ese dolor de madre tan  metido dentro…Ni sabes quien conduce. De pronto, desde el rellano del espejo retrovisor, al arreciar la tormenta, ves a tu niño que al redoble de la sirena de inmersión de su garganta, cierra la escotilla, baja el periscopio, dibuja en el frágil vaho de la ventanilla una claraboya con su risueño caballito de mar dentro. Le ves apagar la luz de la madreperla de su camarote, ya en un remozado Jeet de viaje submarino a ruedas,  ya con galones y gorra de capitán Nemo. Luminosos ojos sin párpados  saliendo de la niebla del agua, te fijan ese ladeado gesto suyo  del antebrazo sobre los ojos parando los chorros de fuego de luz mojada de los faros enemigos…Suena “ a day in the life” por enésima vez. Y  en ese puente musical, en esa caótica escala oscura de lucha y de miedo y de alarido y de vida de la canción,  su agitado braceo  espantando al calamar gigante que nos enrollaba con sus ocho enormes tentáculos parecía el baile de la sombra de las llamas  de una hoguera de San Juan en la pared, la danza del alma de un vendaval  en su ropa tendida; parecía un trozo de naturaleza…

Al volante, saliendo de la tormenta, en el rellano del espejo retrovisor, ni un ricito castaño quedaba. Eras tú. Sólo tú hacías de niño. Tú, irracional braceabas  disparatado. Tú, solo, golpeabas en el silencio. Tú, talludito inmaduro. Tú, con lo absurdo. Imitabas una mirada en el tiempo. Tú y tu puñal de ironía que mantiene a raya la lejana queja sonora del dolor de ser hombre: su melancolía… Y ahora otra vez nada es ni medio serio; nada se confiesa herido. Todo vuelve a la calma. Todo parece dormido.

                          ©Rubén Lapuente

 un dia en la vida the beatles

BOLSILLO ROTO

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                               a Carmen Sevillano

Es como si me estuviera dictando

o cosiendo los versos

Qué fácil inclinarme para beber

en el cuenco de mi mano

el agua de su fuente de hilachas

con rumor del pedaleo

de su eléctrica rueca  

en el runrún del desfile

de sus puntadas exactas

en este cuarto de hilandera

cuyo ruido de fondo

semeja un café  bar

con modistas musas…

A la huérfana soledad

del silencio

tirado

en su cita conmigo

ondeándome su red

de banco de peces del dolor…

que no me espere!

Me quedo aquí

junto a sus bártulos

frente a sus criaturas

Y me enseña el arrullo

para el hijo de Viviana

para esa triza de trino de colibrí

sin naricilla aún

o el faldón para la hija de Elena

aún esqueleto de plastilina que ya pone

el oído en la pared de su vientre

al que en un santiamén

le borda un tallo de rosas  

de profunda y  oscura belleza

con un tono distinto

en cada una…

Me enseña  cómo va

la alfombra de almazuelas:

ni lavándome con una  libra

de perfume de nardo puro los pies

merecería  pisarla  le digo

 

Y ya casi se me olvidaba

que yo había venido

para no oír más el tintín

de mi manojo de llaves

cayendo por el tobogán de mi pernera

Que tengo el bolsillo roto

Y qué vergüenza no saber casi

ni enhebrar una aguja!

Oh  Mientras le cose la herida al pantalón

No se da cuenta

Pero por dentro mío

no sé dónde meterme

                             ©Rubén Lapuente

LA CICATRIZ

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Una cicatriz conocida

Olvidada

Andaba

por entre los visos rubios

de mi rodilla izquierda

Le paso la esponja

un toque rápido sólo

y es ella quien me mira

Fue de esa brasa

para mi estrella fugaz

entre sus dedos

que merodeaba

cada noche

sobre lo tierno

sobre los cuentos

sobre el preludio del sueño

con su trenza

de humo de seda

ciñendo la cintura

de cristal

sola arriba encendida…

Paso la mano

por ese quemado nido del tiempo

y me hace daño

encontrarme ahí

con ese huésped

mensajero de la memoria

que tirará ahora de mis pies

bajo su limo de huesos tiernos

en algún momento del día

que sé que me hará

más mortal  más triste…

como si ya no pudiera escapar

de la herida del tiempo

en la rodilla de sus ojos…

oh se nota que me estoy

haciendo mayor

por estas  lágrimas

que me vuelven

rodando hacia el agua

gastada de la bañera…

Pero qué me pasa?

Y me sumerjo un momento

                       ©Rubén Lapuente

 

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