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LA MUJER DEL LANZADOR DE CUCHILLOS

El cuchillo gira una vez
antes de reflejar
en su acero
la sien de la mujer
De quedarse
a un tris de la voz
En la cala de madera
a una grano de arena
de la cintura
Entre los muslos
timbrando
lo más lejano
lo más íntimo
Él arriesga siempre
hasta la cumbre del filo de su piel
Ella es una diana
entregada
esperando en silencio
lo incierto
el azar…
Un leve reguero
de sangre
comienza a bajarle
por la pierna
El lanzador
mientras desclava
dolorosamente
uno
a
uno
sus destellos de plata
la ve sonreír…
El amor es un collar de rubíes
sobre la arena
que bajo su pie
ella demora enterrarlo
un instante…
Mientras las luces de la noche
golpean las ventanillas
del carromato…
La mujer tomará
entre sus brazos
al hombre
como si fuera un niño
©Rubén Lapuente
a los Giribaldi del circo Raluy
EL DEDO CORAZÓN

No te engañes.
Esa manecita sin tiempo
ha salido de la nada.
Se aferra al rumor
lento y espeso
de tu sangre.
Necesita ese dedo corazón.
Me da vida, dirás.
Quizá ganes tiempo a la muerte.
Pero a ti no te salva.
Esa mano no es la tuya.
No la tienes.
¿No comprarías una
con palma y dorso
que te diera las caricias?
¿Una mano de esas
de andén o del puerto
que se quedan siempre
a lo lejos
Una mano que corriera
la sábana blanca
de tu último sueño?
Hay una soldado
de la edad dorada
que me cuenta a la noche
batallas perdidas :
“¿Sabes?
Hoy no han llegado a tiempo…
Como un bebé me ha cogido
el dedo corazón…”
Que no te engañen.
Que no te olviden.
©Rubén Lapuente