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LA NIÑA DEL ASCENSOR

Desde ese
“¡Corre corre querubín
que te merienda!”
hasta este esquivo silencio
envuelto en ese ruido
de violín con cuerdas de polea
de siempre
sólo hay tiempo rosa niña
trepadora rosa del jardín
del ascensor
sólo tiempo
tiempo
que ahora se vuelve
hacia mí
Citados en este andén
del tren de los cielos
El azar
(¿en cuántos años?)
nos ha regalado un puñado
de viajes vecinita
rosa niña
Y cada vez eras una distinta
Conquistabas
una veta roja nueva
más alta en la falsa madera
de la pared
Te veía crecer en los espejos
rosa niña trepadora
y de esa manecita de pétalo
casi rozando
el botón de las alas del tercero
has pasado
a esta última ninfa
del ascensor
de ahora
que sales al rellano
y el bocado de la puerta
(¡corre corre querubín
que te merienda!)
te parte en dos
la estela
ya de mariposa de amor
en la que te has convertido
que me deja dentro
el tiempo
su crisálida
que se vuelve hacia mi
y que respiro
y mastico
©Rubén Lapuente
CAMPANADAS EN IGEA

Como imaginarse
que uno
de recolocar
en los tejados de las iglesias
los nidos de cigüeña
pudiera vivir
Y encima yo
que calzo un cuarenta y seis
y que mal voy
por estas estrechas
cornisas
intentando
que no se me vaya demasiado
el reojo
al abismo…
Les busco un enclave más seguro
en un durmiente
o en una viga maestra
o los llevo a un recodo
que allí
no asomen
el peligro
por los aleros…
Y me tengo que dar prisa
que ya hay un olor
a rosquillas anisadas
por toda La Rioja…
Que ya regresan por San Blas
Y mira que son buenos albañiles
estos cigüeños
Que es el macho quien
se adelanta unos días
y empieza
ya a hacer en su enramado nido
de amor de siempre
sus chapuzas :
teje de lecho
una alfombra de retales
de musgo de tierra de yerba
de barro de periódicos…
Y no se quejarán
del trato tan mirado que reciben
Vienen del cinturón del hambre
Del largo sahel africano
Parecería un chiste si dijera
que llegan sin papeles
en el pico
Pero del mismo sitio
vienen los otros
Los que no tienen alas
y se estampan
en una empalizada de cuchillas
o cruzan el estrecho
en el mismo madero
de su cadáver:
Ventajas de no ser humano en África
Pero que culpan tendrán
las protegidas cigüeñas…
Este tejado
de la iglesia mudéjar de Igea
es el último que me queda
Y mira que me gusta
su pináculo
¿Y el campanario?
Si estuviera aquí Andrea
se quedaría a oírlas
Son las de pueblo
Las de siempre
Las que su larga voz
se ata a la alegría de los días azules…
Y ahora tiene gracia
que al estar embarazada
me llame cigüeño
Y eso que hace bien poco
la hice llorar a mares
Le dije que no sabía si la quería
Y es que uno anda
todavía aferrado
a su entraña
a su tormenta interior
a esta incertidumbre
de vagar de trabajo en trabajo
precario…
Hasta que descubres
a una mujer que es un bálsamo
que cuando la veo venir
es como si se me acercara una
higuera de otoño
Y abraza
como si se lo hubiera enseñado
el viento…
Andrea Andrea ¿Sabes dónde estoy?
Ya Ya En Igea
Pero ahora estoy en el campanario
Están tocando las campanas
¿Las oyes Andrea?
¿Sí? ¿Las oyes?
¿Sabes quién las toca?
Las toco yo Andrea
¡Que las toco yo!
¿Las oyes? ¿Me oyes?
¿Sí?
Andrea ¡Que las toco para ti!
Sólo para ti Andrea
¿Me oyes?
¡¡Sólo para ti!!
©Rubén Lapuente
Para Andrea que me lo contó emocionada
Y para Víctor su cigüeño campanero enamorado
Foto Iglesia de Igea. La Rioja