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VENEZIA

Nada más
y nada menos
que un leve toque
de manija de madera
de paleta de albañil
encajándome
el último adobe
del alma
y ya desde la baranda
del vaporetto
al acercarme
a ese decorado
de lienzos
pintados
en telones del cielo
hasta el mar
La belleza
acaso
basta que sea
una suave cintura
de barro
o una perla de agua
resistiéndose
de un lóbulo
a morir
Aquí
es esta
bella ragazza Venezia
que he de seducir
y subirla
a lomos
de una garza negra
y robarle
los besos
bajo los puentes
y amarla
en la luz
del atardecer
pero una sola vez
que sólo así
en los sueños
de mañana
o cuando acaricie a otra belleza
entreverarla a ella
siempre
a ella
©Rubén Lapuente
Venezia a 27 de Abril de 2013
Foto: Venezia desde Ponte Rialto
LOS EXTREMOS SE TOCAN

Con pasos
de serpentina
de papel
volaban
bajito
sobre la acera
Al cruzar
el paso de cebra
parecía
que pasaba
un convoy
con doce vagonetas
a cual más
tarumba
Desde el andén
de la guardería
unidos a una lazarilla cuerda
iban rumbo
a esa vieja estación
del Centro de Día
Al verlos entrar así
algunos les dijeron
que ésa no era su puerta
Que qué pintaban allí
Si parecían una sarta de salchichas
Hasta uno dijo
en voz alta
que ahora al verlos
como el haz de la vida
sentía su cuerpo
hecho
una carraca
Pero los niños saben
que los viejos
saben algo
que ellos no saben
Y les cuesta tan poco acercarse
Si han venido
con sus cuentacuentos
bajo el brazo
Sus trebejos
de virtuosos
de la inocencia
A darles su mejor gala
Con tres años
qué saben ellos de terapias
de estímulo
Van a lo suyo
A sus gestos
A su caricatura
A que les plagien los pájaros
A destapar una estrella
Y esos ancianos
que como los niños
tienen
hilvanes frágiles
El mismo revoltijo
de emociones
que solas
se les escapan
cada día
Tan vulnerables
como arena a la orilla del mar
Y que como además
los extremos se tocan
De pronto
Despierta matusalén
Y ríen cantan lloran aplauden…
Oh ¿No será que la vejez no existe
que sólo es tristeza
mortal rutina infinita?
Luego
a una palmada de la señorita
recogen sus bártulos invisibles
se anudan a su lazarilla cuerda
y como con pasos
de alas
de serpentina de papel
se van volando
muy bajito
sobre la acera
©Rubén Lapuente
(Centro de Día Gonzalo de Berceo)
Logroño 10 de Mayo de 2013
VAMOS CAYENDO

Era la niña que se dormía
buscándose el latido
del corazón
La de la aljaba de espigas de trigo
pellizcándote
la espalda de lana
del alma
La que se bañaba
en la misma luz
de aquellos días míos azules
La que crecía
más deprisa
que los cabellos
con ese delicado
y tenaz
guillame
que noche y día
le devastaba
la cintura
le redondeaba las caderas
En un solo verano
bajo la camiseta
el guindero de sus suaves dunas
le dio su dulce fruto
Era la que
para un grumete
de barquito de papel
de estanque
el vértigo de un guiño
desataba el rubor
de un incendio
en las mejillas
La que no sabía
que en mi cuarto
tendido en la cama
me cubría los ojos cerrados
con el antebrazo
y que en esa espesa oscuridad
ella era
levadura de mi tierna carne
La que crecía más deprisa que los cabellos
La niña que se dormía
buscándose el latido del corazón
Oh que ya su mano nunca encontrará
©Rubén Lapuente