Se muestran los artículos pertenecientes a Marzo de 2013.
LIRIOS DE PIEDRA

A veces
hay que darse
un baño
de oscura belleza
con una pocas
sales de abismo
Y tan sólo con levantar
la mirada
El viejo tramoyista
de atardecer
te descubre
de un jirón
en el cielo
su zafiro azul púrpura
Y así empieza siempre su velada
Hoy tiene
de grandes aliados
a esos dos lirios de piedra
de la Redonda
sobre los que
la manicura del sol
le hace esa larga uña a la luna
y a Venus
la saca de rondalla
vestida
y desnuda
a la vez
de virgen
soleada enagua
Pestañas entreveradas
de luz fugitiva
cansan
a mi niño
antiguo
que se me duerme
con tanto neón
cegador
de las estrellas
Y al dejarme
solo
en vez de luceros
empiezo a ver
derviches de arcilla
o pavores de corza
en brasas lejanas
Todos los caminos trillados hacia
nunca
Y me veo de polizón
de este planeta:
vermes
en su vientre de greda
Y harto de que
a mis preguntas
las responda siempre el abismo
mejor ya bajo la cabeza
©Rubén Lapuente
Foto : Logroño
DE CUANDO ENTONCES

De pronto
se estrella contigo
Y como guardas
aún
algo del oro
de cuando entonces
demoras
el soplo
o ese ademán de echarla
con la mano
Dejas que
su vida
te corra por la piel
La oyes tú
como carrerilla
de arrapiezo
por el piso
sus zapatitos negros
como de goma
te taconean
también
la vida
la tuya
detenida
Esa pequeña
escarlata
que
lleva el mismo morral
de siempre
que te pasa veloz
las hojas
del álbum
tan chiquita
y como no tienes
nada verde
ni las venas
son nervios
de hojas tiernas
como las manchas
no son
de su estirpe
como atisba
un desierto
sin ni un oasis
de aviesos
pulgones
Tú
deprisa
antes de que levante
los élitros
la sueñas
como una
herradura
de siete agujeros
como un
trébol
de cuatro hojas
de cuando entonces
de las piedras
florecerían
buenaventuras
Y la soplas
Y no sueltas el hilo de su estela
©Rubén Lapuente
BLANCA MEMORIA

Si pierdo la memoria qué pureza (Gimferrer)
Qué aguja invisible blande el frío
Qué cálida fogata helada trae
Qué bello martirio de aterido cristal
Oh esta nieve que te esconde la memoria
Que disfraza de blanco el olvido
Todo este resplandor
floreciendo
en la luz nevada
cómo me salva un momento de la vida
¡Ven! ¡Corre! ¡Corre! ¡Ven!
¡Todo es blancura!
me dices
Y dulcemente asediados
salimos a ese maretazo
de frío en las mejillas
como si a nuestra edad
otra vez naciéramos
como si nuestras huellas
de dioses en la nieve
fueran las primeras de la vida
en la tierra
Y caminando
tú misma te invitas
a buscarme en el bolsillo
de entre nuestras manos
entrelazadas
el nido de la caricia
de la ternura
del alivio en el dolor…
Mañana ese joven sol de marzo
se llevará esta pureza
de sueño ciego sin memoria:
el espejo de la nieve en nosotros:
su lisa belleza sin nombres
que nos resucita
©Rubén Lapuente
(El Rasillo de Cameros)
Foto :El Rasillo
EL CRISTO DE LA BUENA MUERTE

Un miércoles santo
mi madre
me llevo a la Redonda
En ese día
el Cristo de la Buena Muerte
abandona siempre
la urna de cristal
en la que descansa
Al cruzar la capilla
allí estaba
envuelto de muerte
Parecía
sobre un lecho
de terciopelo negro
un estero
de sangre y dolor
muerto
Unas mujeres
lo limpiaban
le barrían
con un plumero
el nidal de harina de polvo
del último año
Le pasaron luego un paño
embebido
en aceite
Y lo hacían
como si lamieran
las heridas
a su propio hijo
Sobre su torso
cada uno
le pasaba lo que tenía a mano
Mi madre
su pañuelo de seda
Un algodón también acarició
su piel de cedro
que se guardó
en el bolsillo
Le dejaron los dedos del pie libres
como flores de gasa
para los labios
El roce de la madera
torturada
recuerdo
era suave
de ese que se queda
un largo tiempo
y se rescata
y sale
de la memoria
como una estela
Miraba la talla
y en el pozo oscuro
de los agujeros
oía el eco
del primer mazazo en el clavo
junto al pavor
del jirón de su garganta
Y en esa boca en el costado
veía la lanza
barrenándole
por detrás de las costillas
El pulso
de cada espina
de la corona
como pequeñas puñaladas
en las tiernas sienes
andaba por el aire
Me acordé
del buen ladrón Dimas
del “acuérdate de mi …”
Que me sabía la vida de Jesús
Que me daban religión
a machamartillo
Siempre es
en este redoble de los tambores
que envuelve la ciudad
en Semana Santa
lo que me hace recordar
esa mañana
De temerlo de niño
a pensar ahora
que quizás para muchos
al resucitarlo
acabaron
matándole
Quien echó a los mercaderes
A los especuladores del templo
Quien llevó esa lírica
parábola de la pureza
de una vida verdadera
hacia morir…
Y aunque no anduviese en la mar
este viernes santo
por mi calle
no le van a faltar
claveles
©Rubén Lapuente
Foto: limpieza de la talla del Cristo del Santo Sepulcro
en la Redonda . Logroño