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HOJAS DE ACANTO

Hacía semanas Rubén
que la madera no cambiaba de nudo
Imagínate en el taller
todos
buscándonos
con la misma mirada
inquieta
asustada
Que en un encadenado
dominó de ladrillos
un soplo baste
para que el andamiaje de un país
se desplome tan rápido
cuesta digerirlo
Nadie vio la carcoma Rubén
Y cómo te apeas de la angustia
Cómo aguantas
de centinela
el apretado ahogo
de olor a silenciosa madera
de cada día
de cada noche
esperando
sin cobrar
el cierre
Con el miedo
otra vez al porvenir
pero ahora con un trozo tuyo
subido a los hombros
y con esas paredes de la casa
que aún no son
del todo
tuyas
Y sólo sé tallar una flor
sólo unas hojas de acanto
Sólo escribo ripios en la madera
Ahora en el paro
me hace gracia que note
que la tierra se mueve
Me veo desde el cielo
mareado
dando vueltas
Es ese runrún del vértigo mío
al que acallo
con el aspirador
que paso
y paso
por la casa
o le engaño
demasiadas veces
con serrín
de rubia cerveza amiga
Y así salgo a la calle
casi sin esperanza
encontrándote hoy Rubén
Mañana iré a tomar medidas
Te tallaré en la cama
una flor
unas hojas de acanto:
mis “ripios” en la madera
©Rubén Lapuente
a un trabajador de Alba Rubio
ESTRIBO

Si ahora cierro los ojos
la pluma de su pie
su astil de niña
la espiga de su trenza
se suben
al estribo
enramado
de mis dedos
Y me deja
con la estela
del reborde
roído
de sus sandalias
arañando
la albarda
del muro
me deja
con la niñez
que era
albedrío
hallazgo
calle y sudor
que era
un garabato de tiza
de orina
en la pared
Ahora abro los ojos
y al estribo
enramado
de mis dedos
se sube
el eco
del portazo
que dio el dolor
la secuela sin rostro
la lenta sutura del tiempo
y me deja
con la estela
de sus sandalias
de plomo
arañando
los tres peldaños
del portal
©Rubén Lapuente
SOL DE MIMBRE

Olvido
ocúltame
Sólo un rato
Solo
Déjame tenderme
bajo un sol
de mimbre
que traigo colmado el cuerpo
cansado
de alfanje
Déjame echarme
sobre un lecho
de vareada
lana
de sueños
Un rato
por los aledaños
de la vida
A las afueras
de la muerte
Olvidado
Entrando
en la paz
del fondo de las cosas
sencillas
Comiendo monotonías
como panes
Deja que me eche
bajo un sol
de mimbre
olvido
Solo
ocúltame
Que bajo
a mi lagar de luz:
Flor de soledad
Ramo purísimo de silencio
Un rato sólo olvido
Y saber de mí
©Rubén Lapuente
Foto de Ronald Trujillo
PIEL DE RONDALLA

Oh secreta voz
Vergonzosa
Explícita
De aprendíz de rufián
o de dulce diablilla
Bajera
Presta
al tempo ardiente
del cuerpo
Cosida
En una noche
se entrega toda
Sale con su jácara
Con su jerga
de lupanar
de mirlo
de inocencia
Susurra al oído
rubores
Su arrobo
rasga
el sonrojo
más vivo
y sus tropelías
de mentira
abren los pliegues
del goce
a esa íntima
llaga secreta
o mudan en ariete
de piedra
lo que parecía
un tallo
de primavera
¡Oh rondalla bajo la piel!
¡Oh procaz voz secreta!
¡Oh noche de amor
entregada toda!
©Rubén Lapuente