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El MIEDO NO SUBE EN ASCENSOR

De un hilo de su aliento
parece
penderle la vida
tan frágil
con este silencio
vivo
Dormida
Hilo que me trae
en mi duermevela
siseo de alas
a la luz
de esta noche
ay
de mala tijera
y un cuchillo
de curvado
filo de luna
abriendo
en mi maleza
bulevar
a los dos heraldos
con guadaña :
Ah es esa cita inevitable
que tenemos:
Pétalo tuyo
quizás
de hinojos
Pétalo mío
quizás
en el lecho…
Pero mejor
yo antes
Si
Yo primero
Que es mucho más duro
ver
lentamente
lento
cerrarse unos ojos
que fueron
noches de verano
Pero
con el ascensor
tan sonoro
los sábados
amanece mucho antes:
Madruga
el barrendero
de la vigilia:
traqueteos de albores
de jóvenes vecinas
cremalleras
Trémulas gotas
de goce
resbalando
en los dedos
Todo vuela
por la caja
hasta la almohada
del quinto
que escoran mi cuerpo
a una linde
cálida
y desnuda
que se lleva
a esa iguana que ronda los sueños
que no habla
que huye si amas
©Rubén Lapuente
SOL DE LEÑA

Un rescoldo
de este viejo sol de leña
que tan deprisa abandonamos
vuelve otra vez a prender
Afuera
parece que no pasa nada
pero la lluvia
las primeras nieves
las hojas que aún sangran en la yerba
el pequeño dolor del frío
hacen que ella
deslumbrada
pase la mano
por el vaho del cristal
Sé que en esta enfermedad
nace una fuerza oculta
Y así ha sido con ella
Pero antes de que ese arquero ciego
le lanzara una flecha
en curare embebida
antes
era igual de débil
que como lo pudieras ser tú o yo
En torno a este corazón de leña
sé que ya nunca seremos los mismos
Que esta perenne flor del dolor
que le ha hecho mortal
necesitaría demasiados otoños de olvido
Y ya se nos agota el tiempo
¡Oh que nadie nunca le dirá estás curada!
Ahora ella abre su herida su cicatriz
para que otras mujeres cierren
sus mismas heridas
mirándose en su espejo
subiéndose a su barricada
En torno a este viejo corazón de leña
un aire de terciopelo ardiente nos envuelve
como ayer
pero aún no nos reconoce
©Rubén Lapuente
(El Rasillo de Cameros)
CORZA HERIDA

Me enseñas tatuajes
De venado
Tatúame uno de venado
Ése
Ése de ciervo me gusta
¿Sabes? Es ése hombre
que me decía
que en sus sueños
me hacía corza
Oh
Si no fuera
una ráfaga de bosque
Si no me abrazara
una tormenta
Si no estuviera limpio
de mentiras…
Ése
Ése de ciervo
Que aún oigo su voz de campana
Y que yo lo vea aquí
hermoso
en la falda de mi pecho
sobre un jergón de mi carne
de esa
de esa temblorosa
Pónmelo aquí
donde más
me retumban los latidos
del deseo
Aquí
Y que
a una andanada mía
errante
mágico ciervo animado
vaya por las peñas
de mis huesos
y me huelle
entera
toda
entera
Que ramonee
en la maleza de mi pelo
que buena mata
de azabache
tiene
Que teche
mis senos
de soledad
con sus zarpas suaves
Sí
Que a una salva mía
se haga animado
Y baje al dedal del amor
el belfo
de su húmeda boca
Y hasta lleve la cuenta
en un ábaco
en la cabecera de la cama
de cada pálpito
suyo
de bronce
en mi llaga
la que gime en penumbra
Ése
Tatúame ése de ciervo
que así
será como si llevara
siempre dentro
sus últimas gotas recientes de vida
©Rubén Lapuente
(Salamanca)
BICHOS

Puro y sin memoria
Hay una fiera
mugrienta en tu cuerpo
Capitán de los arrabales
de la cocina
Rastreador de cubiles
En un adarme
trizas
lo invisible
Tu ojo y tu reojo
sigue a todo
lo que se mueve
por el suelo
Cuanto más veloz sea
más avivas
a gatas
para cazarlo
Tu lenguaje
lo aprenden antes
los bichos
que los sabios mayores
Al ácaro
lo encuentras riéndose
del suspiro
del arma de tu madre
Al escarabajo
errante
le subes a la almena
de tu castillo
para enseñarle
el paisaje
Y a falta
de enemigo
le encierras
en la mazmorra
con miga de pan
de almohada
y puesta la llave
Todo
hasta que el grito
de tu madre
aplasta contra la suela
de su zapatilla
a tu amigo de viajes
Ahí empieza
a enturbiarse la pureza
Ahí nace la memoria
Y hacina
la primera gota
de cobarde
©Rubén Lapuente
EL DUENDE DEL VINO

De un lagar
de ebrios sueños
de vino
sales
Mensajero
de savia
de miel de topacio
o de sangre
de terciopelo
Encarnado
en este caserío de metal
pareces
el duende del vino
de esta tierra mía
hecha
de mil retazos
de viñas
en una sola y hermosa
almazuela
Y qué alhajas
de tu reino subes
Qué piel de titanio
rosa pálido
Qué de oro de ámbar
de otoño espejeas
Qué canal de plata
para llegar
al estuario
de una copa
Sobre el paisaje
de mi infancia
quieto…
Galopa duende del vino
Zagal de acero
Ahí flotando
pastorea
este rebaño de viñedos
Que no quiero verte
como una alquería
sino como corazón de los sentidos
Ir acercándome
a ese maretazo de aroma
como de mujer desnuda
al dejarse caer
el vestido
hasta el abismo
de los pies
Y entrar en la bodega
sobrio
pero ya ebrio
de dulce vino de vida!
©Rubén Lapuente
Foto: Bodegas Marqués de Riscal
Elciego .Rioja Alavesa
Obra de Frank Gehry