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MILAGRO

Me fui a abrir la casa
cerrada por la prisa
Las sábanas lo cubrían todo
y al quitarlas era como
si descubriera una parte mía
El sol le iba descosiendo las legañas
Pintándola de fuego
Le abría los poros
de la piel de muchacha de piedra rosa
La primavera entraba descalza
Y yo no hacía nada más que mirar
Me subí al tejado a quitarla
el aguacero de los pinos
pero me quedé mirando
cómo el embalse del valle tan bello
se iba bebiendo la niebla
La llamé para decirle que el sol
estaba dentro de la casa
Que todo estaba naciendo otra vez
Que sus plantas se frotaban
los ojos con los puños
como niñas al despertar
Que la vida no se cansa nunca de volver
más hermosa
¿Pero lo has puesto todo bonito?
Oh Si Si Todo empieza a estar radiante…
Y yo no hacía nada más que mirar
©Rubén Lapuente
(El Rasillo de Cameros)
Foto :mi glicinia despertando
MARTA Y SARA

Marta y Sara
almidonadas de blancura
Marta
alocada y dulce
de piel tatuada
Fideo hermoso
me deja
que la llame
De bello
cabello
negro
ensortijado
De serena sonrisa limpia es Sara
“Hoy a la niña bonita”
nos dicen
como si el box quince
del hospital de día
fuera
su suite nupcial
En el minado ramaje
oscuro del brazo
le encuentran
a la primera
el claro estuario azul
de la última vena
Marta y Sara
con una mirada
con una palabra
con el simple envés
de una caricia
saben colarse
por el bisel del desasosiego
y bogar contigo
por las tardes
de plomo
Siempre atentas
al silbido
del ronco ruiseñor
A que cese el orvallo
de alfileres
en la sangre desnuda
Marta y Sara
en una hoja del álbum
de las tardes de oro
de nuestro corazón
vivirán
Con un beso soplado
desde la palma de la mano
les decimos
hasta siempre
mientras intranquilos
rostros nuevos llegan
que enseguida reconocemos
de haberlos visto
en el mismo espejo
nuestro
©Rubén Lapuente
LA MUCHACHA DE LA DEHESA

La muchacha de la dehesa
Pastizal del alma
La que nace
vive y muere
en la misma casa
Joven
como una larga trenza
de luz del alba
Tiraba
de una maleta vieja
carretera arriba
Al salir el autobús
se atrevió
a volver la cabeza
y desde su balcón
toda la niñez
con lágrimas en la cara
la despedía
Llevaba en el tapiz
malva de la piel
rocío de luna en la yerba
De su pelo
colgaban
amentos de encina
por sus dieciocho
primaveras
Un vestido estampado
de marujas
de regatos de agua
le adivinaba
la cintura
de vasija en llamas
Y al llegar a la ciudad
extraviada la mirada
fijó en las pared
de la pensión
con chinchetas
una foto
de su atardecer
cuando la sinfín lejanía
empieza a soltarse
la cabellera de estrellas…
La muchacha de la dehesa
en el redil de la oficina
entre el graznido de las teclas
Oh era una dulce garza blanca!
©Rubén Lapuente
EL RASILLO

De lejos
pareces de juguete
De postal
de mentira
de bello
Como tallado
en el claro
de una esmeralda
de cerca
Alguien debió
despertarse
en esta dulce ladera
de trinos
y al alba
apresurarse
en colocar
la primera piedra
en talar
los durmientes
del tejado
apilando la leña
al oír
la rondalla
fría del viento
azotándole
el corazón
Quería vivir
con el ruiseñor
en la rama
con el aire puro del miedo
de una corza
como un marinero
subido
a la cesta
de la gavia
del mástil mayor
mirando
la caricia
de un océano
de agujas
verdes
que le ablandara la vida
Y el tiempo
te regaló
el cuenco del valle
de agua lenta
del rio
de espejo
para que
te vieran
el velamen rizado
de tu torso de piedra
en el agua
para pescar
el pez de los sueños
de cada ventana
o buscar
disparatado
cada campanada
de la torre de la iglesia
como si
también
doblasen
en cada gota
y para hacerte
romántico
bajándonos
en esa luna
de noche
sobre el embalse
a esa otra
sirena
de plata desnuda
que nos junta las sienes
que nos flecha
de besos
Te he subido
peldaño
a peldaño
hasta el balcón
que abre la vida
y allí
me tropecé
también
con la muerte
que
perezosa
me quitaba
el vaho
de los cristales
©Rubén Lapuente
(El Rasillo de Cameros)