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Se muestran los artículos pertenecientes a Octubre de 2011.

SIRIO O PROBABLEMENTE ALEGRÍA

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No me lleva del todo el sueño

Sobre un camastro

de soslayo miro

esa bolsa de mixtura

que gota a gota

se bebe

Hay un redón

bajo la cama

que aún no avena

sangre de seda

Velo las alas

del murmullo

de una mujer

a la que ayer

desnudaba el alba

 

Al solecillo en la rejilla

de la pared

inclino

“probablemente alegría”

y el azar

me lo abre

en “noche blanca”

que me olvida

un momento

de lo cercano

de que vivo

Y acerco mi sombra

a la ventana

En lo alto brilla Sirio

Y alargo mi cansancio hasta su luz

                                  ©Rubén Lapuente

PÁRVULAS SÁBANAS

20111015130333-sabana-de-luz-parvula-ninez.jpg

Tendido en la cama

mis rodillas levantan

un cielo de sábanas de luz

por donde va mi hijo

trenzándome

su párvula

niñez

 

Con un lejano zumbido

de aviones en mi boca

se pone en guardia

con ese braceo

ciego suyo

de loca algarabía

Qué fácil sumergirme

en esa madriguera

convertirme

en la zancada de mis dedos

escoltando

a la suya

tan pequeña

 

A un grito mío

ya huimos de un gigante

por una empinada

ladera:

la encrestada espalda

de un dragón

que refunfuña

medio dormido

sobre

mi pierna

Al pisarme el ombligo

de pronto

todo tirita

Pero “¡corre -le digo -

que es el cráter de un volcán

corre que estalla

que nos coge la corriente  

de su rio de fuego

de viva lava!”

Y cruzamos

sin un rasguño

el bosque

oscuro de mi pecho

con dibujos

de ojos de fieras

que parpadean

con serpientes con unos de tiza

en las pupilas

silbando

en cada

ensortijada

mata

de mis hebras

 

Antes

de alcanzar

la combada ribera

de luz

de la sábana

en el refugio del bolsillo alto

de mi pijama

me parlotea

tranquilo

en esa lengua virgen

gorjeo de luz del paladar niño

que me deslumbra

 

Y todo hasta que

una voz cálida y firme

cada noche repetida

echa abajo

nuestra bóveda

hiere a mi hijo de sueño

me despierta

a mí

de la niñez  y…

      ay

me retorna  

a esta otra vida

hasta mañana

                              ©Rubén Lapuente

DULZURA

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Me viene

con pasos

de pantera cautiva

Titubeante

Como una bandada de bruma

Me dice que cree que ya no la deseo

Que la miento

Que sospecha de mí

Que me busca

huellas

de otra

hasta en la raíz de la mirada

Que mis palabras

déjame ahora no

le sientan

como pequeñas y breves

punzadas

de aguja

Que ahora se alimenta

de cuando

subía a la azotea

a que yo viera

los ocasos

en los botones

de su blusa

y del eco

del chasquido

de la estrella

fugaz

de mi

cremallera

Que nunca

salvo conmigo

tuvo ella en la mar

sábanas de olas de espuma

bordadas

por un hombre

Que eso no se olvida

Que añora

ese suelo

de jergón

de los caminos

 que el placer luego

acolchaba

 con lana

de esmeralda

de

las

mismas

piedras

Que grita de ira de abandono

De vacío de espera

Que qué quiero de ella

 

Si yo sólo quiero

le digo

que me viertas

aquella dulzura

de tu cuerpo

si era de higuera

Que gires despierta

en este carrusel de dos boletos

hasta que

suene

la sirena

Si yo sólo quería

que

vinieras

así

                        ©Rubén Lapuente

SIN PÁRPADOS

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De lejos parecían dos llamas

pintadas en el lecho de hielo picado

de la pescadería

Dos bateles engastados en escamas de rubíes

Dos cabrachos bellísimos al acercarme

Y con los ojos abiertos

Ya no me acordaba que los peces

no tienen párpados

Que no cierran los ojos nunca

Siempre alertas

(no pueden dejar de ver

lo que no les apetece ver)

¿Despiertos duermen?

Ojos siempre circulares aún bellos muertos

Los miro y me traen la ley del mar:

Comer y ser comido

Me traen

el cebo en el sedal

o la celada red

La cita en el cantil de la muerte

Me traen la vida

que nació en el agua

El  torpe salto de esbozo de anfibio

al primer embeleso de claro de luna

Me traen…

¿No vienen nuestras lágrimas

de un poquito de su mar?

Mientras la pescadera

me habla de la sopa bullabesa

del pastel de cabracho

mientras les saco una foto

a esos dos viajeros

de la noche oscura del agua

no puedo dejar de ver

lo que ya no me apetece ver

                                 ©Rubén Lapuente

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