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Se muestran los artículos pertenecientes a Junio de 2011.

MOLINOS DE VIENTO

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Por detrás de las hélices bajaba el sol lanzando sus andanadas de luz; a más viento, los élitros giraban más deprisa, cribando los hangares de hebras de lumbre en miríadas de escuadrones que ametrallaban los tejados, las ventanas, las paredes;…de  tanta centella de oro viejo que nos cegaba volvíamos las espaldas al crepúsculo;…y en la brisa de la noche como un inútil Quijote de rodela y lanza en ristre, masculla el hacha del leñador de aceñas de viento:  “toc, toc, toc , ese traqueteo  contra el gigante que se lleva el patio del recreo ,el paisaje de la vida, la futura memoria por gruesos cables como trochas; toc , toc,  toc, por la niñez del corazón golpeando en los fríos filamentos que candentes  sólo lucen olvido”                             

 ©Rubén Lapuente

 

Si aprendes a volver la cabeza. Si no te sangra la memoria. Si cuando el sol está por detrás de los molinos y todo tu pueblo, todo el valle, parpadea con ruido (efecto discoteca) y lo aguantas Si piensas que los extraterrestres están a punto de invadirnos, entonces,  pon un molino de viento en tu vida. ©Rubén Lapuente

De cómo iba tranquila la muerte

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E iba tranquila la muerte con su serón

de esparto al hombro; minuciosa

rasguñaba sutil la sombra de los cuerpos

al correr el sudario,

retornándolos a la oscura antesala

del antes del nacer, a las puertas

de aquel dulce vientre de terciopelo;

y no se le tenía temor

porque más allá del miedo no había nada;

dichosos de haber sido elegidos por el azar,

de poder haberle robado a la eternidad

ese transigido pequeño tesoro de la existencia:

se avenían a ser una mirada en el tiempo;

y ni existía la pesadumbre  

porque en lo que se subía un peldaño del día

y al tiempo que otro puñado de corazones

surcaba el fugitivo dédalo,

el ayer se borraba tan fácil

como si desempañaran el vidrio;

y nunca, nunca, nadie antes de morir

se sentía muerto:

seguían ocupados mientras se apagaban,

mientras esperaban que llegara tranquila

la muerte con su serón de esparto…

                                             ©Rubén Lapuente

EL REY DE LA ORILLA DEL MAR

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Para conocer el mar

miro a mi hijo

El niño rey de la orilla

El único capaz de vaciarlo

en un hoyito

Le veo a la carrera

bordeando

los pétalos de espuma 

de cada ola

huyendo

de esa suave lengua de agua

que siempre 

le zancadillea

 

El niño rey de la nadería

pellizcando

lo que el mar le regala:

esa vega de luz

de escamas de plata

o en la rosaleda

de nácar de la arena

esa concha  

que coge

la mira

la cierra en el puño prieta

y ya no la suelta

hasta que

en el bajío

del sueño

alguien

se la roba

 

Y embelesado él

siento como que el mar

le arrebata su pequeña memoria  

Y me vagabundea

Si se me perdiera ahora

 lo encontraría

en un instante

o borracho de arena en la orilla

o de pie en jarras

desafiando

las tarascadas

de las olas

o ensimismado

lírico entre las dunas

dejando escapársele

por entre los dedos

su puñado

de dorada

arena

 

Cuando ya le da la espalda la tarde

y me lo llevo

enarbolado

envejecido de sol y de playa

me vuelvo a esa luz

de esquirlas de acero

que el mar

me desnuda…

 

Mañana  mi hijo

se despertará

como la mar

¡qué envidia!

 naciendo

todavía                          

                        ©Rubén Lapuente

                           (Peñiscola)

LA BATALLA DEL VINO

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Al amanecer

del día de San Pedro

por los riscos de Bilibio

camino Haro

allí donde el río Ebro

se revuelve bravío

hay una batalla

que en lugar de sangre

se

derrama

vino

 

Para esta liza

todos se hacen soldados:

Jarreros

De pueblos vecinos

También mercenarios

Y tú mismo si vienes

tienes un sitio

 

De guerrera

basta con una vieja

camisa blanca

y  pañuelo rojo

al cuello

De aljaba

un caldero

o una bota

o  una botella

o una pistola de plástico 

De munición reparten

el fruto de la vid

De banda de guerra

ya hay una charanga

que ameniza

el tiroteo

 

Y en son de paz

camino Haro

a quemarropa 

o tendiéndose celadas

pelean

todos contra todos

en un fuego cruzado

tiñéndose las ropas

la piel

los cabellos

de acuarelas moradas

de vino

 

Todo un pueblo

volviéndose niño

frente a este paisaje

de viñedos 

infinitos

de La Rioja

que nos da tanto

que nos ha forjado

 

Empaparse de vino  

como tú de luna llena

o del olor de tu hembra

o el de tu hombre

Y sentirlo

Y guardarlo  

Y velarlo

como oro puro en paño

 

El día de San Pedro 

si pasas por los riscos

de Bilibio

camino Haro

deja que te hieran

alegremente

¡Y muda en los rubores

del vino!

                    ©Rubén Lapuente

                        ( Haro.La Rioja)

La batalla del vino

30/06/2011 21:37 rubenlapuente #. RITOS(12) Hay 5 comentarios.

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