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Se muestran los artículos pertenecientes a Febrero de 2011.

EL COMETA HALLEY

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Era de noche

En mi pequeño balcón

colgado

de esa dulce ladera

de trinos

en aquel abril

tan limpio de oscuridad

magullado de números

de papeles

de oficina

con mi luna redonda de cristal

de espía del cielo

iba de rama en rama

de cada estrella

 

De pronto

sobre el alto

granero del agua

como una alada herida luminosa

como una cana melena

rota de viento

apareció el cometa

 

Ese trazo de tiza

atado a su radio

a su vida

Viajero de plata solo

que por primera vez veía

y por última

también

cuando  regresara

a mojar su larga cola

de lumbre

pero ya sobre

el seco río del tuétano

de mis huesos

me señalaba

lo que en realidad era

tan sólo una breve

mirada en el tiempo…

 

Desde el zaguán

como si nacieras

me llamaste al verlo

con ese alboroto

de nido en el pecho

de chiquilla

que te salía solo

 

Cada atardecer

de aquellos días

jóvenes y enamorados

salíamos a robarlo del cielo

a bañarnos

en su indeleble fulgor

Oh cometa viejo amigo

por la flor de otros ojos

nacidos del amor

a tu vuelta

nos asomaremos

              ©Rubén Lapuente

Foto: cometa Halley en 1986 como lo vi

En el 2062 regresará

PÁJAROS EN LA COCINA

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Yo tenía diez años

Y pájaros volando

por la cocina

De sus azulejos

colgaba

una cepa seca

de nido

Yo amanecía antes

en un bosque

de cazuelas

que en mis cerrados párpados

Yo tenía en el hombro

el loro

del hijo de un pirata

Y una boca

en pico

de migas de pan

Y una lengua de trapo de lechuga

Y el columpio de Pinito del oro

en cada dedo

 

Yo tenía a mi madre

que iba tras las plumas

y las heces

 

Por el acantilado

de la mesa

tiraban

el tintín

de mis dos monedas

Y bajo

sus ojos

debajo de las plumas

se me aparecía un tesoro oculto:

sus mejillas

 

Y en la fritura

desde la platea del teatro

de la cocina

oía la coral dorada

de sus eternos trinos

 

Y sabían que era yo

el granjero

del silo

del alpiste

El del cuenco del agua limpia

 

Y creían que la luz de la lámpara

era otra vez

el sol de la mañana

 

Sobre mi cabeza

volaba con sus alas

dentro de mí

 

Una tarde

mientras mi madre

pintaba de azul

el yeso del cielo

se escaparon todos por el balcón

Y me apeé yo también

con ellos del paraíso

al oficio de vivir

                    ©Rubén Lapuente

Criaba canarios y las crías las tenía en la cocina volando libres por gentileza de mi madre, claro. Aunque ahora pienso que ella fue la mano negra(está perdonada)

De niño se vive en el hoy .Un día abandonamos aquella tarde de pájaros, de juegos: el paraíso y nos vamos una temporada al oficio de vivir .Con los años recuperaremos aquella tarde que dejamos a medias y volveremos a vivir en el presente.

Foto de Franco D´Albao

PERROS EN LA CUNETA

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Si el mar tuviera ojos

tendría los mismos que los de un perro

Miraría como un perro

Limpios desde la nada

Profundos desde el fondo

de su enigma

 

¿Te ha mirado alguna vez alguien así

sin pestañear  largo tiempo

dándotelo todo?

 

Kira todavía mira desde el miedo

Ya sabes: la portezuela del coche que se abre

y que se cierra de golpe

La estampida como si la vileza

necesitara ruedas

distancia

Se quedaría en la cuneta esperando

hasta que le temblara la vida

Pero el azar a veces viene

con los sentimientos escritos

en una sola hoja de papel

que se desgarra del todo

y de un solo tajo

  

Kira todavía me mira desde el  recelo

Mientras paso mi mano sobre su herida

me enseña el fondo claro del mar

en sus ojos

                        ©Rubén Lapuente

Foto : Kira uno más en la familia

AQUEL VIAJE EN TREN

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Me sorprendió que aquel hombre 

trepara por la abierta ventanilla de guillotina

del vagón de aquel viejo tren

Ya detrás del cristal

al tiempo de arrojarse

me sostuvo un instante la mirada

Tiré de la palanca de freno de emergencia 

como si reprimiese violentamente

el salvaje galope de un caballo

El tren se estremeció

Bajé deprisa

Allí en la cuneta  sentado

con la mitad de la cara ensangrentada

moviéndose como una mecedora

el hombre gemía largamente

pero no eran alaridos de dolor no

eran sólo de pánico

del terror de seguir vivo

                                      ©Rubén Lapuente

HORAS DE ORO

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Viene de la profunda sima

del sentimiento

Desde un estante

o de la rendija del alba

en un cajón

Viene con viento de espigas

De tardes de esplendor en la piel

De naufragios bajo una lágrima

Viene con sus latidos

Y suena como rio

Como rápida vena de rio

Fresco y antiguo

Hoy de Mozart  

Mañana serán unos versos de Giannuzzi

o de los que guardo de mi padre

secretos   humildes:

“qué de días me esperan de amor…”

 

Son las horas de oro puro

 que se arrancaron

 

¿Y las tuyas?

¿A qué esperas?

                           ©Rubén Lapuente

UN BÚHO EN MI CASA

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Vino bohemio

de noche

con su abrigo de plumas

leonadas

Vino con todo el topacio

del otoño en los ojos

Desde mi tejado

por la chimenea

se lanzó tan hermoso

tan ave magna

Nunca lo entenderé

¿Creería ver

entre las aún cálidas cenizas

los tizones ojos

de un mirlo?

¿O eran

los dos saltones rubíes

de una culebra?

¿Venía borracho

de hambre?

¿O fue que esa marea

tibia

subiendo

era su edén perdido?

Nadie podrá saberlo

¿Y por qué tan audaz?

Pero si debió bajar abismándose 

Si ni nosotros mismos

nos atreveríamos 

a atravesar en la vida

un túnel oscuro

 

Y aterrizó

en el planeta

de mi casa cerrada

Y lo siento

por su angustia:

Claro que el grifo

no goteaba

Ni la ganzúa de su pico abría

alacenas

Allí tenía

un tabal de sardinas en arenque

Un tarro abierto

de miel de brezo

Podría haber empezado a probar

el chocolate puro

de oro negro

Y darme tiempo a volver

 

Cuando abrí

la puerta de mi casa

pensé

en los ladrones

al ver

en el suelo

los añicos

del jarrón de hojas secas

El coral blanco roto

Mi colcha bordada de pájaros

rasgada

La luz vertida en la pizarra…

 

Y lo siento

por la angustia

de que no pudiera traspasar

como la luz

el vidrio

sin herirlo

sin caerse

una

y otra

y otra vez…

Contumaz

 

Y al pie del ventanal

cayó

ahí cayó

boca abajo

ahí muerto

Y mientras me acercaba

ese atado de plumas

me iba narrando

su agonía

Me lapidaba el corazón

 

Y sin cayado

miedoso

Sin punteras de zapato

Con mi misma mano

desnuda

como si fuera el cadáver

de un hombre

le

di

la

vuelta

©Rubén Lapuente

El Rasillo de Cameros (La Rioja)

 

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