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FÓSILES

Estas lajas de piedra
con toda su muerte encima
¡Qué pura escritura de un cuerpo!
¡Qué remotos instantes detenidos!
¡Qué seres sin tiempo para aderezar
su final!
Y qué esfuerzo luego
del silencio y el tiempo
por dejar en la piedra
ese leve viso rosa
Ese fino trazo
como salido del dulce lápiz
de una niña
o ese caparazón que asoma ahora
como la rabia de un puñetazo
atravesando la pared
¿Y de nosotros?
Yacimiento de fósiles de olvido
de sueños muertos
¿Qué dirán
al cabo de otro enorme trecho
del cuchillo del tiempo?
¿Cómo nos encontrarán
si no hacemos ni el esfuerzo
por colmar un guijarro?
©Rubén Lapuente
Foto : algunos fósiles que me traje de las montañas del Atlas
Instantes detenidos de hace 300 millones de años
EL IMÁN

Las cosas no son lo que parecen
Mira este imán
Sus días
de cuando yo sólo era un bicho
entre las piedras
El pequeño mágico planeta
de silenciosos hilos invisibles
que por debajo de la mesa
mudaba las tachuelas
en eléctricos peces
Surcaba entre los pliegues del mantel
barcazas de latas de la cena
Y de limaduras
como soldados traidores
formaba
en un tris
un ejército fiel
Las cosas no son lo que parecen
Mira este imán
Su entraña
¡Cómo me lleva al gesto de mi madre
de acomodarse la falda!
¡Al valle donde se perdía el miedo!
Y si lo sigo mirando
Me aúpa
hasta la triste orilla de mimbre
¡Ay de mi niña hermana ya olvidada!
¡Ay de la que nació
del azul del zafiro enfermo!
Las cosas no son lo que parecen
Mira este imán
Ahí dentro están
los días
en los que
alargaba el brazo
y sobre la palma de la mano
me abría su enigma
©Rubén Lapuente
CENTRO DE DÍA

Creías que tu vida ya sólo sería
una cabeza somnolienta
sujeta a una butaca
a su trocito de cielo
al ruido de fondo de un televisor
No notabas que la soledad
iba haciendo bien su trabajo
desordenando los recuerdos
criando sombras
replegándote
Ya son muchos años -dices-
para encararte con los tuyos
con lo nuevo desconocido
Y mañana ya viene el autobús
“Al otro rincón del olvido”
dices que te lleva
Y entras medrosa
Aturdida
Con ganas de desaparecer
Pero poco a poco
comienzas a revivir
miradas
de tu mismo tiempo
Palabras que te suenan
como si te las dijeras tu
“¿Cuál es tu nombre?
Mira ven
Tenemos un patio con sol
del recreo de la escuela
Una fuente como la de los leones de la Alhambra
Un huerto en altares de madera
para que no se venza tu espalda
Un campanario con badajo
de jilgueros que no calla
Y mecedoras con fieles pulgares
que no se cansan nunca de acariciarte
¿Sabes jugar a los naipes?
¿Y a la petanca?
¿Has jugado al bingo?
Sólo dan caramelos si ganas
pero de los buenos
de licores
¿Sabes que hay baile?
Y siempre están ellas
las de uniforme
que no te dejan
dormir en los recuerdos
Que como vengas malherido
te alientan
hasta que alcances
con la punta de los dedos
el abismo de un tenedor
o hasta que cruces el desierto de una baldosa
Ven mira…”
Y al caer la tarde
el autobús
te devuelve a la puerta de tu casa
Y sobre la cama dejas caer tu ancianidad
con su nuevo sueño viajando solo
hacia mañana :
El empeño por destacar
La revancha de la derrota en el juego
La dulce mirada mate que has de devolver…
Y a primera hora
esperas con alegría al pequeño autobús
Y al verlo llegar por la calle
disimuladamente
(¿Verdad Manoli?)
te perfilas los labios
como si la vida empezara otra vez
©Rubén Lapuente
Foto Viviana y Manoli
LA ESPALDA DE CINTIA

Me llama chalado
plúmbeo
Y es porque le pido
que me deje un rato
presagiando
leyendo
su espalda
preñadita de lunares
¡Acaba pronto zíngaro!
Es el atlas de su dorso
¡Qué enjambre de ocelos!
¡Qué baldío esfuerzo parece
por llegar a ser ala!
¡Qué igual reflejo
que el de esas noches
de tizones
encendidos!
Si tuviera memoria
de su rastro
le borraría
toda su pizarra rosa
y desde su yerma piel
comenzaría dibujando
su primera sombra
e iría uniéndolas
una tras otra
hasta la última
casi nacida
¿de ayer?
¡Y qué jeroglíficos para hacer cábalas!
¡Qué maraña para solazarse!
¡Qué maleza para sentirse tibio!
¡Qué codicioso mapa con mil cruces!
¡Qué sencillo tropezarse con un tesoro!
¿Acabas ya zíngaro?
Sólo le he pedido la espalda un rato
para hacerle un poema
Cintia amor de otro
que no sé si le pedirá
ver las madrugadas
en su espalda desnuda
©Rubén Lapuente
Foto: la espalda de Cintia