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Se muestran los artículos pertenecientes a Septiembre de 2010.

FÓSILES

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Estas lajas de piedra

con toda su muerte encima

¡Qué pura escritura de un cuerpo!

¡Qué remotos instantes detenidos!

¡Qué seres sin tiempo para aderezar

su final!

 

Y qué esfuerzo luego

del silencio y el tiempo

por dejar en la piedra

ese leve viso rosa

Ese fino trazo

como salido del dulce lápiz

de una niña

o ese caparazón que asoma ahora

como la rabia de un puñetazo

atravesando la pared

 

¿Y  de nosotros?

Yacimiento de fósiles de olvido

de sueños muertos

¿Qué dirán

al cabo de otro enorme trecho

del cuchillo del tiempo?

 

¿Cómo nos encontrarán

si no hacemos ni el esfuerzo

por colmar un guijarro?

              ©Rubén Lapuente

 

Foto : algunos fósiles que me traje de las montañas del Atlas

            Instantes detenidos de hace 300 millones de años

EL IMÁN

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Las cosas no son lo que parecen

Mira este imán

Sus días

de cuando yo sólo era un bicho

entre las piedras

El pequeño mágico planeta

de silenciosos hilos invisibles

 que por debajo de la mesa

mudaba  las tachuelas

en eléctricos  peces

Surcaba entre los pliegues del mantel

barcazas de latas de la cena

 Y de limaduras

como soldados traidores

formaba

en un tris

un ejército fiel

    

Las cosas no son lo que parecen

Mira este imán

Su entraña

¡Cómo me lleva al gesto de mi madre

de acomodarse la falda!

¡Al valle donde se perdía el miedo!

 

 Y si lo sigo mirando

Me aúpa

hasta la triste orilla de mimbre

¡Ay de mi niña hermana ya olvidada!

¡Ay de la que nació

del azul del zafiro enfermo!

 

 Las cosas no son lo que parecen

 Mira este imán

 Ahí dentro están

 los días

 en los que

 alargaba el brazo

 y sobre la palma de la mano

 me abría su enigma

       ©Rubén Lapuente

CENTRO DE DÍA

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Creías que tu vida ya sólo sería

una cabeza somnolienta

sujeta a una butaca

a su trocito de cielo

al ruido de fondo de un televisor

 

No notabas que la soledad

iba haciendo bien su trabajo

desordenando los recuerdos

criando sombras

replegándote

 

Ya son muchos años -dices-

para encararte con los tuyos

con lo nuevo desconocido

Y mañana ya viene el autobús

“Al otro rincón del olvido”

dices que te lleva

 

Y entras medrosa

Aturdida

Con ganas de desaparecer

Pero poco a poco

comienzas a revivir

miradas

de tu mismo tiempo

Palabras que te suenan

como si te las dijeras tu

“¿Cuál es tu nombre?

Mira  ven

Tenemos un patio con sol

del recreo de la escuela

Una fuente como la de los leones de la Alhambra 

Un huerto en altares de madera

para que no se venza tu espalda

Un campanario con badajo

de jilgueros que no calla

Y mecedoras con fieles pulgares

que no se cansan nunca de acariciarte

¿Sabes jugar a los naipes?

¿Y a la petanca?

¿Has jugado al bingo?

Sólo dan caramelos si ganas

pero de los buenos

de licores

¿Sabes que hay baile?

Y siempre están ellas

las de uniforme

que no te dejan

dormir en los recuerdos

Que como vengas  malherido

te alientan

hasta que alcances

con la punta de los dedos

el abismo de un tenedor

o hasta que cruces el desierto de una baldosa

Ven mira…”

 

Y al caer la tarde

el autobús

te devuelve a la puerta de tu casa

Y sobre la cama dejas caer tu ancianidad

con su nuevo sueño viajando solo

hacia mañana :

El empeño por destacar

La revancha de la derrota en el juego

La dulce mirada mate que has de devolver…

 

Y a primera hora

esperas con alegría al pequeño autobús

Y al verlo llegar por la calle

disimuladamente

(¿Verdad Manoli?)

te perfilas los labios

como si la vida empezara otra vez

                                                 ©Rubén Lapuente

Foto Viviana y Manoli

en el Centro de día Gonzalo de Berceo en Logroño

LA ESPALDA DE CINTIA

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Me llama chalado

plúmbeo

Y es porque le pido

que me deje un rato

presagiando

leyendo

su  espalda

preñadita de lunares

 

¡Acaba pronto zíngaro!

 

Es el atlas de su dorso

¡Qué enjambre de ocelos!

¡Qué baldío esfuerzo parece

por llegar a ser ala!

¡Qué igual reflejo

que el de esas noches

de tizones

encendidos!

 

Si tuviera memoria

de su rastro

le borraría

toda su pizarra rosa

y desde su yerma piel

comenzaría dibujando

su primera sombra

e iría uniéndolas

una tras otra

hasta la última

casi nacida

¿de ayer?

 

¡Y qué jeroglíficos para hacer cábalas!

¡Qué maraña para solazarse!

¡Qué maleza para sentirse tibio!

¡Qué codicioso mapa con mil cruces!

¡Qué sencillo tropezarse con un tesoro!

 

¿Acabas ya zíngaro?

 

Sólo le he pedido la espalda un rato

para hacerle un poema

Cintia amor de otro

que no sé si le pedirá

ver las madrugadas

en su espalda desnuda

                            ©Rubén Lapuente

Foto: la espalda de Cintia

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