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Se muestran los artículos pertenecientes a Octubre de 2010.

LA HABITACIÓN DEL HIJO

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Son miradas

que nos hacen callar

Que lo dicen todo

Un día tenía que ser:

Las alas del hijo

Su vuelo alto y lejano

 

Por la puerta entreabierta

de su habitación

qué zarpazo

del silencio profundo

Cómo rasguña por dentro

esa franja de luz

Cuánta vida parada

en esa vislumbre fugaz

 

Se nos olvidaba

que ese trozo tuyo y mío

era nuestro dulce huésped:

vagabundo de su porvenir

 

Y ahora

nos acostumbraremos

a no oler su perfume 

de muchacho bueno

A no oír su voz templada

nunca por encima de un grito

¿Echaremos de menos

la sabiduría de su sencillez?

¿Y mis torpes manos

se apañaran sin las suyas?

 

He llenado dos copas

de ese dulce vino de orgullo

que achica además

la ausencia

Y contigo mujer

que te veo ahora

ordenando 

en su armario

la ropa que no se ha llevado

brindamos con miradas

que nos hacen

callar

                           ©Rubén Lapuente

 a mi hijo Rubén

MIS MANOS

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Sólo son mis manos

Ésa que tomas curtida

no sabe de treguas

Aún débil ala niña la otra

Fíjate en los pliegues de los dedos

por el dorso

parecen nudos de árboles

viejas rodillas

Mira ahora que la extiendo

qué ramajes a punto de estallar

En pocos lugares

nos presentimos tanto

como en esa travesía angosta

en la que duele posar los ojos

¿Y mis uñas?

Sólo mi madre

me las ha recortado

desde el fondo de la ternura

De negras de tierra y rotas en pico

a la breve media luna limpia y besada

en cada una

¿Y las palmas?

Fíjate

en todo ese revoltijo de rayas

Allí se escriben los avatares

Los altibajos míos

Y si crees en los presagios

elige una línea o una cruz  o una cadena

y busca la misma en tu palma

 

Sólo son unas manos mujer

las que tomas por un tesoro

Las que después de amarte

gastadas

recuerdan

          ©Rubén Lapuente

ROPA TENDIDA

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Mira que tarda uno en encontrarse

en las pequeñas cosas

(¿sin importancia?)

Veces y veces

tendida mi ropa al poquito de sol

que cruza el patio

¡Y cómo no verme nunca

partido en los alambres!

¡Si parecen banderas de mi cuerpo!

 

Zarandeada

Despojada ropa de lo que rezuma mío

¡Y cómo no pararse a mirarla

en su recreo sin mí!:

En esa silueta fugaz…

¿No he sido yo?

En ese jirón del viento…

¿Así caería herido?

¡Qué señorial en la quietud de ese perfil!

 

Cómo apura en secreto

la última gota

de lo que dulcemente

me ha robado sin querer

(¿Se puede hacer belleza

de lo cotidiano?)

 

Y abro la ventana

y tiendo mis brazos

hacía lo más corriente

a lo inagotable

de la eterna pequeña

rueda de la vida

junto a otros brazos del piso de abajo

junto a otra cabeza

en el chirrido del tendedero

que nos descubre…

 

Y tiento

y recojo la ropa

como si de una sola pinza

pendiera el azar de mi vida

(¿Se puede sentir placer

de lo cotidiano?)

 

Y me visto

con la renacida pureza

de la ropa

con ese poco mágico

que también le lleva al corazón

una camisa limpia

                         ©Rubén Lapuente

PARRA VIRGEN

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Con las hojas ardiendo

virgen ebria de vino

sube mi enredadera

 

Por el muro de piedra

teje

una colcha

de soles

cansados

de su melancolía

 

Y ni se detiene

ni tiembla

en noches

de siluetas de lobos

que atraviesan la luna

 

Mientras aguardo

que tome mi ventana

sueño

que se me arrolla

que se me planta

en la boca

con el primer mosto

de su racimo de carne

de hembra

Ya lejos del vértigo

De lo eterno que la empuja

¡Ay si me bastaran

las sobras

de tanto abrazo

para quererla!

 

¡Corre granada colcha de guedejas!

Aunque no tengas más  fuego

en las mejillas

¡Corre!

¡Trenza brandales de viento

hasta mi alfeizar!

Antes que el acero del otoño

te enfríe los muslos

Antes que haces de rocío

te rompan las manos

¡Corre!

¡Yo sé cómo desnudarte la belleza!

Aquí entre las sábanas

te espero

Virgen parra

¡Mi amante enredadera!

                             ©Rubén Lapuente

        Foto :Parra Virgen

       ¿Alguien sabe de hechizos para volverla mujer?

LA RUTA DE LA SONRISA

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Hacia el sur de Marruecos

viaja en un convoy

la sonrisa

Donde se detiene

una hilera de chiquillos

espera y avanza

con la boca abierta

 

Se dejan hurgar:

Que entren las tenazas

el espejo

la turbina

la amalgama de plata

 

Que la mano sea ya

visera de los ojos

nunca más

tejado de la boca

 

Y estrenan cepillos

 

Y sonrisas

 

Y en la noche

ensueños

de una ruta inversa

amarga

                ©Rubén Lapuente

 La ruta de la sonrisa

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