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JARDINERO

Es como una mujer
que se adorna
para su cita:
Inmóvil
en ese escaparate del destino
o el que mis manos
de aprendiz de jardinero
le dieron
la acicalaron
buscando su belleza
y la mía
Y así he podado los ramos
de las enredaderas
por el rayar del alba
en sus yemas
de flor
Así he vestido a las calas
con su blusa abierta
enseñándome
por el escote
su vela de amor encendida
Las prímulas las violetas las clavelinas…
Todo está preparado
El olor
que para defenderse
se hizo fragancia
ya ha sacado billete
en el largo tren del viento
Y el color
que para sobrevivir
se hizo salvaje
ya lanza guiños
al hervidero ansioso de abejas
que caen al fondo
del cáliz
de las flores
ebrias de farolas de estambre
trayendo
llevándose
el fecundo tesoro del polen de oro
¡Todo para perpetuarse
se ha hecho bello!
Al atardecer
sale ella
rociando
garabatos de agua
en cada hebra
Su rojo pantalón ceñido
Su blusa gastada
abierta
anudada bajo el pecho
Los cabellos rubios recogidos
sobre la nuca desnuda…
Por detrás de ella me acerco
enredada aún
en hilachas
de agua
y al tomarla por la cintura
me ladea su cabeza
y pruebo
en su cuello
lo que no se explica
©Rubén Lapuente
(El Rasillo de Cameros)
MIS HUESOS

Son mis huesos
los que suenan
No sé si su voz traspasa mi cuerpo
si se oye fuera
Me han dejado
sin silencio:
¿Rumorean o claman?
Será la humedad
o la pálida lenta herida
de los años
Por dentro de los dedos
de mis manos
siento como
si un intruso
me los fuera
lentamente astillando:
será el continuo
y alado
tamborileo
sobre el ciego alfabeto
de las teclas
Ahora
cuando de madrugada
cruje la madera
del armario
rumia
la melliza mía
como si se consolaran
mutuamente
Y sueño
que me levanto de la cama
sólo con mi pulpa
y le veo a él
tumbado
sin ternura
como una barroca
imaginería
de tabas
como una coraza en mi vida
como un tamiz en mi muerte
Son mis huesos
los que suenan
Me han dejado
sin silencio
con un otro más
dentro
recordándome
que estoy vivo
©Rubén Lapuente
CUBA

Es cada día
de mi vida
frente a la vieja puerta
de mi casa
atrancada
esperando la abra
la cordura
o el hedor
Y aunque me digan
que qué suerte tengo
de estar fuera
de no ser uno más
de la mitad
que sobrevive
vigilada por la otra
media
arrogante
necesito volver
a entrar
un momento
a oler esa húmeda tierra rojiza
tras un aguacero
Volver a oír
guajiras
boleros
una habanera
con mi guayabera blanca
sin que se me salten
las lágrimas
Que me atraviesen las voces
de los vecinos
de balcón a balcón
Hace tanto tiempo
que me traje
en la maleta
la estela de recuerdos
de los aromas:
el olor a café
recién colado
el de la fritura
de dorados plátanos
maduros
el perfume del tabaco
como un requiebro
el dulce río de melaza
por los alambiques
de ron
de mis venas…
¡Oh sazón de sudor y piel!
¡Oh estrépito de tersa carne de mulata!
¡Oh caliente lecho de cañaveral!
¡Oh amanecer de Cuba
por las ensenadas del cuerpo
que amé!
Y es que todo
se me va yendo del corazón
Necesito volver a entrar
Sentir otra vez
que todo el aire que respiro
me viene del mar!
©Rubén Lapuente
Foto de Andrés Suarez Outeda
Santiago de Cuba. Diciembre 2009
¿TE ACUERDAS DE MÍ?

Cómo imaginarme
que el pasado
pudiera regresar
tan veloz
tan inesperado
tan limpio
hasta la pantalla de mi ordenador
frente a mis ojos:
“¿Eres Rubén?
Tecleaba tu nombre
y de no aparecerme nada
a sumergirme ahora
en el torrente
de un río de versos
¿Eres el mismo?
¿El que el azar
puso a mi costado
en aquella hilera
de soldados sin valor
acompasándonos
las zancadas
tañendo
inútiles sones de piedra ?
¿El que
a la vez mía
tachaba los días del calendario
desde la más alta litera
del sueño
tembloroso
del porvenir?
¿El que abría la taquilla
y luminosa
se asomaba
la sonrisa de papel
de una muchacha
como si allí amaneciera?
¿El que como yo
no tenía
nada más que regalar
que la juventud?
¿Eres el mismo?
Ya sé que la edad
camina con paso firme
y devastador
Que nos hace creer
que ya nunca
podremos ser aquellos
¿Pero sabe
de qué lejano y largo sueño
despertamos?
¿Si venimos o no
de un abrazo interrumpido?
Ahora que
le hemos dado la vuelta
a la duna de arena
del tiempo
¿No retornamos al principio?
Soy Javier
de un pueblo de Huesca
Sólo han pasado treinta años
¿Te acuerdas de mí?”
©Rubén Lapuente
Foto: Yo y Javier en Jerez
Para Javier Alquézar que hace unos días me reencontró
ODA AL PARTO NATURAL

La mujer entró en la blanca
habitación
Anochecía
Por las ingles
le resbalaba
un agua rosa rota
Le seguía el hombre
con el corazón
orgulloso
agitado
delicado con ella
Una mujer de uniforme
la sonreía
la animaba
y al cerrar la puerta
se quedó por detrás
esperando
entre bambalinas
una voz
desde la entraña
Todo estaba en penumbra
en silencio
Todo era íntimo
como una suave
caricia
Para empujar
y abrir una luz
la vida
a ratos
tironeaba de la mujer
que primeriza
entremedias
jadeaba
como el fuelle de una lumbre
casi dormida
El hombre
entretanto
la acariciaba con las manos
por todo el cuerpo
la dilataba
e iba haciendo de su carne
lo que el panadero
con harina de trigo
y agua al alba
Y en el rostro de ella
saboreaba
la solitaria belleza
del dolor
sin sufrimiento
Y la cama se iba haciendo pequeña…
El grito desde la entraña
abrió la puerta
Y sin tocarla
ni un temblor del vientre
viajaron juntos
en el mismo tiempo
del hijo
que empujaba
que retrocedía
que coronaba la cabeza
en el espejo
que guiaba
el hombre
hacia los ojos de ella
Sobre el vientre de la mujer
pegajoso y sucio
de sudor de amor
latiendo aún del cordón
sin pinzar
flujos de sangre de vida
piel con piel
le dejaron
respirando claridades
Y al olor
del calostro del pecho
comenzó a reptar
hasta la ubre
de nieve
Y sin separarlos
se quedaron
los dos
al mismo tiempo
dormidos
©Rubén Lapuente
Para Ana Larroya y sus compañeras del hospital de Barbastro
“Para cambiar el mundo cambiemos la manera de nacer”