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COSQUILLAS

Soñaba
el hombre dormido
de cuando fingía
de niño
morirse
para tener de rodillas
sólo para él
la inmensa dulzura:
“Vamos a ver si son de plomo estos brazos
Si se empañan mis ojos de tu aliento
¡Oh! ¡Si estás tan frío como una baldosa!
¡Oh ¡ ¡Si se te ha roto el muelle de los párpados!
Habrá que tirar a este niño
a la basura
como la piel de una naranja
como el corazón de una manzana
como a su triciclo sin manilla
ni ruedas”
Y por los corredores de la casa
le llevaba
en brazos
altiva
como si fuera
el hijo héroe soldado muerto
“¡Espera!
¡Si oigo un tamborcillo
por el cielo del pecho!
¡Si aún puedo revivirte
con tan sólo tocarte
con la punta de mis dedos!”
Pero la memoria del sueño
del hombre dormido
no podía despertarle
no se reía aquel niño
ni se movía la muerte
©Rubén Lapuente
Foto: yo soñando
GUSANOS DE SEDA

Me regaló mi padre
una caja de cartón de zapatos
con gusanos de seda
Era como tener
latiendo
en mi cuarto
un juguete con vida
que pedía
siempre
voraz
las solas hojas de un árbol
Y a la fronda
de moreras del cielo
subía yo el otoño
en la salva de mi balón
Siempre merodeaba
por mis deberes
la larva que yo quería:
Nómada
por el desierto
coloreado de mis láminas
Monstruo por detrás del tintero
Si se atrevía
a remontar mi mano
mis dedos se volvían
pasarelas de un barco pirata
y sobre el mar
verde de morera
se arrojaba
solo
Crecían tan rápido
como mi señal
en los azulejos de la cocina
Un día
igual que como cuando me llamaba
secamente mi padre
dejaron su voracidad
su quehacer
a un tiempo
y desde el anclaje del aire
empezaron
a trenzar un dulce saco de seda
alrededor de sí mismos
Yo los veía extrañado
de que no dudase ninguno
de que su hilatura
no les encadenara
Los veía
al tiempo que mi madre
creía tejerme una bufanda
mi retorcida clava de lana
que blandiría al frío sol
de la otra pandilla
enemiga
Yo los veía salir mariposa
de donde no la había
¡Y con prisa de preñar paredes!
¡De morir!
Y recuerdo mis dedos
despegándose
de las alas
de aquella dulce carne de morera
que desde la ventana
como una serpentina
de verbena
caía
Y titubear
subiendo la caja
a lo más alto del armario
dándole un empujón
para no verla
desde la puerta
©Rubén Lapuente
LA BARRENDERA

Es la barrendera de mi barrio
Arrastra sus aperos
en un carrito
¡Sólo tiene ojos para el suelo!
Maldice las colillas
los chicles pegados
la piel de los plátanos
Le revienen los gargajos
Prohibiría las pipas con cáscara
los palillos de los helados
los alcorques de los árboles
Le gusta recoger las hojas de otoño
las flores de mayo
el polen de los chopos del río
los aviones de papel de periódico
¡Y fundaría una inclusa
de bolsas huérfanas
de manos!
Le gustaría pasar por las calles
como las dejó ayer
refregadas
relucientes
Y hacer como que barre
el polvo de oro
del primer rayito de sol entrando
o recoger
de mentira
bajo los bancos de madera
los besos caídos
o raspar y raspar
las aceras
con un cepillo
hasta encontrarse
la pátina del tiempo
Pero la ciudad es tan fértil
que da una cosecha diaria
de inmundicia
de barreduras
de hartazgo
Y a primera hora
siempre piensa en dejar
el escobillón
la pala
el basurero con ruedas
Y colgar su uniforme
de luciérnaga
Pero basta que
se levante un viento en la calle
que su rimero
de hojas amarillas
revolotee
que corra detrás
de todas y ninguna
que casi las tiente en el aire
para que
al pararse
y darse cuenta
de que no son ni mariposas
se pregunte
si no será que
a lo mejor
ha nacido sólo
para barrendera
©Rubén Lapuente
a Luz la hermosa barrendera de Logroño