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Se muestran los artículos pertenecientes a Julio de 2010.

COSQUILLAS

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Soñaba

el hombre dormido

de cuando fingía

de niño

morirse

para tener de rodillas

sólo para él  

la inmensa dulzura:

“Vamos a ver si son de plomo estos brazos

Si se empañan mis ojos de tu aliento

¡Oh! ¡Si estás tan frío como una baldosa!

¡Oh ¡ ¡Si se te ha roto el muelle de los párpados!

Habrá que tirar a este niño

a la basura

como la piel de una naranja

como el corazón de una manzana

como a su triciclo sin manilla

ni  ruedas”

Y por los corredores de la casa

le llevaba

en brazos

altiva

como si fuera

el hijo héroe soldado muerto

“¡Espera!

¡Si oigo un tamborcillo

por el cielo del pecho!

¡Si aún puedo revivirte

con tan sólo tocarte

con la punta de mis dedos!”

 

Pero la  memoria del sueño

del hombre dormido

no podía despertarle

no se reía aquel niño

ni se movía la muerte

                    ©Rubén Lapuente

                   Foto: yo soñando

GUSANOS DE SEDA

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Me regaló mi padre

una caja de cartón de zapatos

con gusanos de seda

Era como tener

latiendo

en mi cuarto

un juguete con vida

que pedía

siempre

voraz

las solas hojas de un árbol

Y a la fronda

de moreras del cielo

subía yo el otoño

en la salva de mi balón

 

Siempre merodeaba

por mis deberes

la larva que yo quería:

Nómada

por el desierto

coloreado de mis láminas

Monstruo  por detrás del tintero

Si se atrevía

a remontar mi mano

mis dedos se volvían

pasarelas de un barco pirata

y sobre el mar

verde de morera

se arrojaba

solo

 

Crecían tan rápido

como mi señal

en los azulejos de la cocina

Un día

igual que como cuando me llamaba

secamente mi padre

dejaron su voracidad

su quehacer

a un tiempo

y desde el anclaje del aire

empezaron

a trenzar un dulce saco de seda

alrededor de sí mismos

Yo los veía extrañado

de que no dudase ninguno

de que su hilatura

no les encadenara

Los veía

al tiempo que mi madre

creía tejerme una bufanda

mi retorcida clava de lana

que blandiría al frío sol

de la otra pandilla

enemiga

Yo los veía salir mariposa

de donde no la había

¡Y con prisa de preñar paredes!

¡De morir!

Y recuerdo mis dedos

despegándose

de las alas

de aquella dulce carne de morera

que desde la ventana 

como una serpentina

de verbena

caía

 

Y titubear

subiendo la caja

a lo más alto del armario

dándole un empujón

para no verla

desde la puerta

                                   ©Rubén Lapuente

                                 Foto de Quico Ventana

LA BARRENDERA

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Es la barrendera de mi barrio

Arrastra sus aperos

en un carrito

¡Sólo tiene ojos para el suelo!

 

Maldice las colillas   

los chicles pegados

la piel de los plátanos

Le revienen los gargajos

Prohibiría las pipas con cáscara

los palillos de los helados

los alcorques de los árboles

 

Le gusta recoger las hojas de otoño

las flores de mayo

el polen de los chopos del río

los aviones de papel de periódico

¡Y fundaría una inclusa

de bolsas huérfanas

de manos!

       

Le gustaría pasar por las calles

como las dejó ayer  

refregadas

relucientes

Y hacer como que barre

el polvo de oro

del primer rayito de sol entrando  

 o recoger

de mentira

bajo los bancos de madera

los besos caídos

o raspar y raspar

las aceras

con un cepillo

hasta encontrarse

la pátina del tiempo

 

Pero la ciudad es tan fértil

que da una cosecha diaria

de inmundicia

de barreduras

de hartazgo

Y a primera hora

siempre piensa en dejar

el escobillón

la pala

el basurero con ruedas

Y colgar su uniforme

de luciérnaga

 

Pero basta que

se levante un viento en la calle

que su rimero

de hojas amarillas  

revolotee

que corra detrás

de todas y ninguna

que casi las tiente en el aire

para que

al pararse

y darse cuenta

de que no son ni mariposas

se pregunte

si no será que

a lo mejor

ha nacido sólo

para barrendera

               ©Rubén Lapuente

a Luz la hermosa barrendera de Logroño

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