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COLIBRÍ MAYA

Se acabó el barro
¡Y faltaba tanto por hacer!
como esa forma
que parecería
la que llevara nuestros deseos
o la que se confundiría
con la fugaz llama
que si saliera de la muerte
de a quienes hemos amado
no la entreveríamos nunca
Del tamaño de un pulgar
Que al sol
se le viera como
de retazos de arco iris
Con raíces en el viento
De boca en pico de lezna de zapatero
Que besara los clarines de guerra
de las enredaderas
Que bebiera de las fuentes
de licor dulce de sus cálices
Como una esmeralda viva
sosteniéndose
al redoble
de frenéticos abanicos en cada ala
del trapecio del sol
Y que pareciera de mentira
Puro como un nacimiento
Bello como un mar de luces en ascuas
Que aunque vuele para libar
y libe para poder volver a volar
no sospeche
de su vasallaje a la naturaleza
en su alforja
de migajas de oro:
tejedor de vida
Se acabó el barro de los dioses
Y de piedra de jade perlada
le tallaron
como una flecha menuda
Y al soplar sobre ella
¡Oh! Salió volando
colibrí
©Rubén Lapuente
PUREZA

La nieve
dibuja un corazón
sobre el agua,
bordea los labios
de una hoja verde
y oculta.
¿No notas
que nace eterno
lo que perdura
un instante?
Estar ahí.
Darse cuenta.
Sobre el aluvión
de la pureza
poner toda la tuya.
¿La esquivas?
¿Te enzarzas?
El brillo
de aquellos ojos
era sólo para ti.
El jadeo que oías
a oscuras,
era codicia
de tu piel.
Aquel tembloroso
cuerpo entregado,
era el amor
que buscabas.
La nieve
dibuja un corazón
sobre tu olvido…
¿Te enzarzas
para siempre?
©Rubén Lapuente
PIENSO EN VERDE

Ya sabemos los que son
Y cuántos caen por minuto
El progreso era esto:
pura y dura estadística
Ahora la miseria da de comer
a unos cuantos sociólogos
Pone penitencia
a filántropos arrepentidos
del embarazo
de su plata
Da sufragio
a quien se refleja
en la charca del albañal
de los eternos suburbios
Se deja mancillar
por el márquetin
del galán
que reparte sonrisas
ataviado el pobre
de paria
Mientras tanto
Ellos siguen
fértiles
en sonrisas
En piojos
Con la misma mugre
para sus adeptas
moscas
Con la loba malaria
abordando su fácil
aprisco
Con alfabetos de tres letras
en la sangre
de bienvenida
Pasando
como el paisaje
de un tren en marcha
Y casi ni joden con la pelota
Mientras tanto
por aquí enciendo
las luces de celofán de mi casa
pensando en lo de que
¿pero no es el mundo un pañuelo?
Pero ¡Ya basta!
Es la hora de mi Heineken
Y yo si soy sincero :
ya sólo “pienso en verde”
©Rubén Lapuente
MIRADAS

¿No sabía mirar
o no me habían mirado?
Me cuesta demorar una mirada
como si me fueran a decir
que ese lugar es sagrado.
Llévalo todo a la cimera de los ojos
Al umbral de los párpados
como escotillas de luz
A la alcoba luminosa
de los solitarios faros
Llévalo todo.
Que no se quede nada
bajo los ademes del cuerpo:
El deseo, el paladar,
el perfume, la voz…
Y todo
a la distancia de la belleza.
Para tu solaz y el mío.
Que la caligrafía de tu mirada
no sea un jeroglífico.
Que señale el rictus de tu corazón.
El fracaso que te achica.
Que oigas el silbo
desde la azotea
cuando te pese el secreto
que encaramas.
¡A l pajar de la luz!
¡A la borda del cielo!
Aprehende la esencia
de esos ojos ofrecidos.
Que después
la sonrisa se alarga
como una cinta.
Que retorne la boca niña
que nunca recela
Y amanse la monotonía
de tantos silencios ciegos
A habitar en tus ojos.
¿Nos miramos?
©Rubén Lapuente
LA MUJER DEL LANZADOR DE CUCHILLOS

El cuchillo gira una vez
antes de reflejar
en su acero
la sien de la mujer
de quedarse
a un tris de la voz
en la cala de madera
a una gota
de la cintura
entre los muslos
timbrando
lo más lejano
lo más íntimo
El arriesga siempre
hasta la cumbre del filo de su piel
Ella es una diana
entregada
esperando en silencio
lo incierto
el azar
Un leve reguero
de sangre
comienza a bajarle
por la pierna
El lanzador
mientras desclava dolorosamente
sus destellos de plata
uno
a
uno
la ve sonreír
El amor es un collar de rubíes
sobre la arena
que bajo su pie
demora
un instante
Rompiéndose
la falsa luz
de la noche
en las ventanillas del carromato
la mujer tomará
entre sus brazos
al hombre
como si fuera un niño
©Rubén Lapuente
a los Giribaldi del circo Raluy