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Se muestran los artículos pertenecientes a Noviembre de 2009.

LOS NIÑOS DE LA BASURA

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“Da igual mi nombre

llámame niño buzo o niño gris.

La primera vez que me trajo mi padre

me impresionó muchísimo:

La basura estaba como en cerros,

todo entreverado.

Tenía que hurgar entre los despojos,

sin guantes,

mientras la tierra bajo mis pies se hundía

desprendiendo una pulpa viscosa,  

hedionda.

Aquí estamos decenas de infantes

en cada montaña de humo.

Un saco de arpillera a la espalda,

un garfio y mi estomago

son mis útiles ahora.

Ya me codeo con esa marabunta

que se abalanza sobre el alud

de deshechos recién nacidos

que voltean los camiones.

Agachado, rescato latas vacías,

cobre, botellas, un trozo de hierro…

Así hasta que la niebla de metano ciega mis ojos,

hasta que mi cara gris hoza la mugre.

Y luego hago el trasiego allí mismo

por unas pocas monedas.

Ahora soy más serio, más triste.

Mi padre me dice que más hombre

al entregarle los cuatro pesos

que ayudan al sustento de todos.

Y aunque me dice

que la basura es la vida

me gustaría que clausuraran el vertedero

(se piensa que no me entero

de que con argucias me obliga)

así podría ir más a la escuela

y no me envenenaría 

tanto la sangre.”

                   ©Rubén Lapuente

Cometas de esperanza y los niños buzo de Rafey

 

La ONG Cometas de esperanza  de León(España) ha creado en el POBLADO DE LA MOSCA de Rafey.Santiago (República Dominicana )así llamado el lugar donde viven las niñas y niños en el basurero, una escuela -comedor  y asistencia médica. En total han rescatado 175 niñas/niños que oscilan entre los 4 y 16 años de edad. Cometas de la esperanza necesita colaboración para paliar la esclavitud infantil y el abandono absoluto.

ODA AL JEEP WRANGLER

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Como un negro

caballo percherón

relinchaba

en el escaparate.

Su mirada montaraz traspasaba

los cristales:

llegaba hasta el lugar

donde la vida coincide con uno.

Y me subí

a su montura.

Tomé su redondo y montes ronzal.

Así mis nervios

a la tralla

de los suyos.

 

Ahora me deja

en las cumbres

junto al dios de la niebla

y al pie de la pureza

del agua helada

del arroyo.

Me acerca

al candente bramido

del encelado ciervo.

Me traza estelas de nieve sin miedo

por todos los eneros.

Y en medio de los truenos

bajo la tormenta

amo su silueta

de guerrero altivo

que se calla la muerte.

 

Algún día

me acercará

al único crepúsculo que me haga

saltar las lágrimas.

 

Me quedo con este

planeta de hierro

que me deja en la belleza abstraído

sin cabida

al fin sin pensamiento!

                             © Rubén Lapuente

Foto en Mojón Alto con mi jeep Wrangler

LA VIDA INTERMITENTE

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Ese continuo rodar lento

de los días

esta armella de sol de fondo

que nunca duda

este minutero

de la rueda del mundo

equilibrado

por legiones de horas

robadas

 

sin hondura

sin calado

como si vigiláramos

a una multitud

que somos nosotros mismos

vivimos

impregnando de tiempo

las cosas

al rozarlas

alejándolas

como si algo las fuera retirando

despacio

de nosotros :

la vida en un radio de uno mismo

interrumpida

falsa como una grisalla

útil

en la desventura

para no desaparecer:

y así una mañana

tropezamos

con ese largo olor a pan

con los versos de estravagario

en las traseras

de una repisa olvidada

con aquel brillo en los ojos del otro

que hemos despertado

otra vez

y la vida que no es profunda

sale a la superficie

intermitente

 

y extrañamente renacemos

 

                                    ©Rubén Lapuente

                     Cuatro poemas de Estravagario de Neruda

VECINOS

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Si corro las sillas.

Si rechinan.

(si supiera  tocarlas)

El lunático vecino de debajo de mis pies

nombra a toda mi familia.

Pero cuando a una hora del día

se desahoga el clarinete en mi casa

me queda la satisfacción

de que su profundo silencio denota

un buen oído musical.

 

Le di permiso a mi vecina de al lado

para que su glicinia colonizara

también mi terraza.

Y ahora la tengo volando

sobre mi cabeza

bajándome en oleadas su intenso aroma.

Pero no puedo entregarme del todo a su olor.

Tengo la sensación de que no es mío.

¡Vecina!  le digo, ¿me dejas oler

tus colgantes racimos violetas?

 

Mis vecinos del primero

han adoptado dos párvulos del África negra.

Llegaron con la afectada mueca del desarraigo,

inquietos como corderos.

Y al ver la jarra del agua sobre la mesa,

se la bebieron de un trago los dos :

Temían que mañana ya sólo manara aire del grifo.

 

Justo frente a mi balcón

al otro lado de la calle

mi vecino de hola y adiós, poco más,

ya no se asoma.

Le hacía últimamente un gesto

con la mano cerrada.

Ahora su mujer

no falta a la cita de adornar

la barandilla de su balconada

con plantas de moradas, blancas y rojas flores.

La percepción mía ahora es distinta.

La suya desde su azotea

debe ser la misma de siempre:

ninguno de los dos ha cruzado el umbral del otro,

nunca hemos quebrado las formas.

¿Y por qué no ahora?

¿Por qué no romper la imagen de siempre?

Que todo de un giro inesperado.

¡Vecina!  le digo, entre tanto vergel,

no se te ve lo guapa que eres.

 

Y se levanta.

Y se acoda frente a mí

en la baranda…

                   ©Rubén Lapuente

ROSAS SECAS

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Ni recordaba que estuvieran ahí.

¡Cuántas veces las habré mirado sin verlas!

Han tomado un color

de rojo vino viejo,

de rescoldo de un voraz amor en llamas.

¡Cómo aguanta su armazón

la fiebre en su belleza!

¡Cómo se aprieta cada una a su muerte!

Las mantendrá quizá aún ahí

por temer perderlas en el  corazón.

 

(“Las quiero sin aderezos

y a las nueve ” dije)

 

Yo soy un hombre de pocos regalos.

Ella, ya tenía el mío, un perfume, creo.

 

Y llamaron a la puerta…

 

Nunca había visto a nadie estremecerse.

Me miraba

y a un tiempo

al ramo entre sus brazos,

balbuceando con la lengua del corazón

palabras que yo sólo entendía.

 

Qué belleza al enseñarme

el aluvión de sus ojos.

Qué largo beso

sin sentirle los labios, ni la boca.

Caí en ella, sin vértigo, sin ocaso.

Un simple ramo de rosas…

Y había besado

lo que no se marchita nunca!

 

Han pasado diez años de aquello.

Y ahí siguen sus rosas rojas secas.

Ahora vivirán algo más apretadas…

 

¡Queda tan poco para que den la nueve!

 

                                       ©Rubén Lapuente

             para mi jardinera de rosas rojas secas

AVARO DE LUMBRE

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Tarde, llegué a casa.

Las estrellas

florecían en la noche.

El bosque callaba

de frío.

Al entrar

ardía la leña

como si lo hiciera

dentro de mí.

Sin la premura

del tiempo

me tendí sobre la alfombra

avaro de lumbre

de olor a ramas 

rotas.

A traves de las llamas

veia el fuego

turbador

capaz de abatir un bosque

de silenciar un planeta

de poner nombres a las cenizas:

El fuego.

El astro que seré yo un día

por un instante:

enseña roja en la cresta del viento.

Arder

dando mi mejor luz

de tanto azul esperándome ...

 

Sobresaltado,

desperté

de los renglones de mi lengua de fuego

de la hoguera de mi cuerpo mártir

del breve vuelo final de mi pájaro

de ceniza.

y cuando 

con el badil

avivé mis propias ascuas soñadas

nunca me sentí

tan apremiado

por la vida.

                © Rubén Lapuente

           (El Rasillo de Cameros)

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