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EL TIEMPO AMARILLO

algún día se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografía (M. Hernández)
Cuando se que nadie
va a llamar a mi puerta.
Cuando cada recodo de la casa
me ofrece su intimidad.
Cuando se que ella lejana
se empapa de su niñez
en el cálido vientre
de la misma eterna dehesa.
Cuando puedo ya abandonarme…
Giro la llave
del cajón de mi armario
y entro a vaciarme
en el tiempo amarillo.
Ahí tengo
momentos que al mirarlos
regresan a su origen
y retoman su andadura
hasta que se vuelven a quedar
en la estampa quietos.
Ahí tengo
la medalla que ella besaba tanto,
sus últimas palabras escritas
sobre la hoja rasgada de un periódico,
la alianza segada por un legado
y los poemas que le escribí
cuando me lo pidió el corazón
y que me atrevo a leer ahora
entornando antes el ventanal
por si me derrumbo
y llego tarde al fondo de la almohada.
Luego lo guardo todo,
cierro la gaveta, escondo la llave,
y llamo con la presteza
de un niño perdido:
-¿Cómo está mi princesa?
-Mejor que tú, no creo,
ahí sólo, sin que nadie te moleste.
-(El silencio necesita bullicio
para saborearlo luego;
sin ti la soledad es un desorden,
se ajetrea y se me cobija en lo débil)
-¿Eh…? ¿Te callas?
-No, sabes que te echo mucho de menos.
-¿Quieres que regrese antes?
-No. Disfruta.
Sáciate de todo…
(Es su tiempo amarillo)
©Rubén Lapuente
FARE WELL

Ha empezado resuelto.
Me dice que lo tiene decidido.
Que se cansa de mirar bajo el puente
un río que no le lleva.
Que sólo tiene una cita diaria
con la incertidumbre.
Que se acuerda de mis palabras:
sólo quien madura adolescente
saborea cada gota de juventud.
Que no hay veredas en estas calles.
Ni alcohol en los bares que no emborrache.
Que se estraga en esta noria sin belleza.
Que él no trata de huir.
Que se persigue por cada vericueto que destapa.
Que le han oído tocar en el Conservatorio.
Que si querría unirse a un grupo, de gira,
cruzar el charco, un largo viaje, ser el río.
Y ha acabado más resuelto.
Que no se me ocurra decirle nada a mamá
hasta que sólo sea un punto de luz
en el horizonte del océano.
Que esa me lanza la soga al corazón.
Y que nos llamará más a menudo
en cuanto menos nos necesite.
Luego me ha enseñado en sus zapatillas,
vertida, la tapia pintada de la calle:
adioses de sus amigos:
Dream, wild, zen. no faces,
help, dog, music, wind…
Le he pedido el rotulador
y en las dos suelas de goma
como alas de graffiti en cada huella
le he escrito en inglés
una frase que le faltaba:
” fare well”
(“Que te vaya bien”)
©Rubén Lapuente
Orquesta Sinfónica de La Rioja
Réquien de Mozart
Clarinete Abel Lapuente
CANCIONES AL VOLANTE

¿Desahogo?
llámalo como quieras
pero aquí no se baja la ventanilla
ni se asoma desafiante el codo
y esa vitrina del estrépito
quizá de lo chabacano
se desnuda sólo por detrás del biombo
debe conducir el que no sueña
esa silueta de cartón absorta
siguiendo la carretera
como sobre el raíl un tranvía
el otro
el que se desvía del asfalto
el que reproduce el disco
y convoca las nubes
debe poner la misma pasión
que cuando fue un rebelde
puede que sea un hijo del rock
del bolero del flamenco
del tango de la copla
del hip hop
eso da lo mismo
lo obligado es que cante
siempre como un lunático
desafinando
como un viejo pernio de pueblo
y si se le cruza un coche
una fugaz mirada conocida
que tenga ensayado
lo bien que solapa
el aullar
un torpe bostezo
así hasta que se despierte
el títere del volante
dentro del tenor desgañitado
así hasta que se quede yerma la entraña
y por el espejo retrovisor
vea que son otros ojos
los que miran y sonríen
antes de hacerlos suyos
©Rubén Lapuente
me gusta desafinar con ésta canción en el coche :
LA FIEBRE

Hoy ha caído enferma:
La fiebre
Ese incendio
nuestro en la sangre
que se apaga a ciegas
Le he puesto
el viejo mercurio
en la axila
y al leérselo
mientras lo agitaba
acurrucada
se ha dado
la media vuelta
En brazos la he llevado
a la bañera
y por primera vez
me doy cuenta
que no la desnudo
para el amor
por primera vez
aunque
sólo sea
por una mano
posándose
en la hoguera de su frente
soy su muleta
Me mira
-oh mujer que aún me idealiza-
creyendo
que no me ofrece nada
y no sabe que también
me gusta verla así
abandonada a mí
débil y joven
trapo hermoso
Y la abrigo
para el temblor del sueño
entre las sábanas
que ahora la fiebre
empapa de tibieza
de pequeños
tesoros de ternura
nueva…
©Rubén Lapuente
LA JAURÍA

Por encima de los sueños
del roce de la vida
a la grupa de este cóndor de acero
todo se vuelve gélido
hermoso
Es la altura
que esplende la belleza
que suaviza las siluetas
en ese momento
de embriaguez
en el entresueño
en el que la luna
huye de las ventanas
la madrugada se insinúa
como la de la mujer rendida
que te entreabre
tenue su lecho
y la miríada de luces
se apaga abajo
atrapada en mi puño
trampero de luciérnagas
Me perdería ahora
con las alas puras del sueño
Creerme que sólo arriesgo la vida
¡Ser una mariposa en la mar!
El preludio
es el eco de un ladrido
que me abrocha el cinturón
Cuelgo los sueños
del perchero de las nubes
me aprieto el nudo de la corbata
y ensayo una sonrisa
antes de que venga a buscarme
la jauría
©Rubén Lapuente
Foto de Sonia Jazmín Sánchez Orozco
LA SOMBRA DEL HAYA

mi pino enfermo mi haya ganando cielo
Tiré de la raíz
como de un hilo de agua
como si desvistiera
a mi hijo dormido
El haya
Lo veré desde el albor
Frente a mi casa
Junto a mi pobre pino descarnado
que ya se rinde de la vida
(¿Cómo puede pesarme tanto
una sombra enferma?)
Un haya niña
Y al sur
Hoyuelo de mis diez uñas de tierra
Y frente a mi ventana
Hojitas hambrientas de luz
soñando darme penumbras
Haya que atravesarán
dulces rayos de sol de inviernos
Ruina
y naciente esplendor
mirándose
Relevo cruel en la altura
(¿Cuándo sabré que ha muerto?)
Pero el vano de su tiempo
no se cruzará con el mío
Mi hijo riega ahora
la sombra del haya
Moviéndose
De perfil
Le reconozco memorias
cercanas
otras ya idas
¿Quién duda que mi perfume
no se baña en el estanque
de su sangre?
El haya
El tiempo
No llegaré a su cielo
Mi hijo ahora se asoma
tras los cristales…
¡mi recuerdo
en dulce sombra
de mañana!
©Rubén Lapuente
(El Rasillo de Cameros)