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RECUERDOS DE IDA Y VUELTA

Tengo que estar solo
muy solo
Y cerrar los párpados
con los ojos abiertos
Hay otro yo en mi interior
que sabe
que no existe el olvido
que nada se puede
despegar del álbum
y me lleva de recuerdos
con pasaje
de ida y retorno
Del halda
que mojaba de mi madre
a la rosa
que corona la piedra
que hollaron mis dedos
De mi piel
que hozaba la tierra
rodando canicas
a mi hijo
tirado en la alfombra
mercenario en el universo
de una caja de sueños
De la trinchera
donde un muchacho
que fue mi padre
disparaba sólo al azul del cielo
al instante
en el que secuestrado
por galones y cruces
me daban la voz de fuego
ante una diana
a la que yo ponía rostro
Del miedo
a no saber morirme
a pensar
que un instante antes
le estaría dando vueltas
a esos versos
Tengo que estar solo
muy solo
Y cerrar los párpados
con los ojos abiertos
©Rubén Lapuente
DETRÁS DE ELLA

Voy detrás de ella.
De un vaivén olvidado.
La veo como la ven los otros.
Como veía adolescente
su cuerpo por los soportales.
El mismo gesto de acomodarse el pelo.
La misma transparencia que desplaza su silueta.
¿Lo que amo son sus formas?
La sigo para que no se me acabe su cuerpo.
Para volver a dibujarla
sobre el esbozo de ayer.
Ánfora que se cimbrea
cruzando esquinas, gentes, luces …
Se para en un escaparate.
Vive el hallazgo, la sorpresa:
El vestido quizá ya interrogado.
Creo que amo su manera, su aire.
Al girarse ella de pronto
casi no me da tiempo
a darme la media vuelta.
Me estará ahora viendo caminar
delante entre la gente.
Gritará mi nombre.
¿Qué haces aquí? me dirá.
Siento sus ojos a mi espalda.
Los pasos de sus tacones…
Alargo un poco la zancada.
Tenso el cuerpo
esperando su voz…
¿Pero porqué no me llama?
©Rubén Lapuente
Poema incluido en el libro “Memoria y euforia”de la Editorial Hipálage
LA MANO DE NIEVE

Nevaba
por una ventana
de la escuela
sin memoria
En el patio
corría perseguido
por dos breves huellas
que la nieve
me destapaba
Mirado y cegado
por aquel resplandor
metí la mano
en la blancura
y escarbé la veta
de luz
En la bicicleta
llevaba la dulce pala de la orilla
y hacía sonar
la bocina
sin cesar
para que todo saliera
a recibirme
Y junto al río fui
el hondero de la nieve
la gruta fugaz de un cuento
el feliz náufrago oculto
el parlanchín con lo dormido
Y extenuado
me tendí
sobre la gélida fragua de luz.
Sin fuerzas
me eché
sobre el tesoro puro de lo eterno
sin una pizca más de niñez
que arrancarme
Tuve que empezar a oír
lejanas y largas voces
para que todo mi cuerpo
tiritara.
©Rubén Lapuente
al amanecer los niños montaron en sus triciclos
y nunca regresaron (L.M.Panero)
ZAPATILLAS EN LOS CABLES ("SCHOEFITI")

Si buscas una razón la hay
Es una metáfora de la vida
¿No es hermoso?
¿Que te parece necio?
Espera escucha:
Todavía hay gente
que bajo ese cielo
de suelas y cordones
rastrea miradas perdidas
o al nuevo trencilla del barrio
o sangre púrpura en la brea
¡Como si los bandidos
facilitaran las pesquisas
a la policía!
Los cables de la luz
del teléfono
que muerde el viento
sostendrán la noche
las palabras
el desahogo
pero si fueron cicatrices del aire
tendederos sin vida
trenzados horizontes sin paraje
fue sólo hasta que una madrugada
alguien los lazó
con sus viejas zapatillas
¿Cabe mejor ocaso
a quien abrió contigo veredas?
Luego una pareja
enganchó a los hilos
el esplendor de la primera entrega
Otra prendió su suerte
al tumbo del antojo del viento
Una pandilla llevó a la cimera
la última noche de un mancebo
Otro dejó meciéndose
el sueño de un amigo
que aún no ha abierto los ojos
Y sólo verás zapatillas
colgadas de las venas del progreso
Las quitarán
Me las quitará
un edil sin un adarme de lirismo
Pero volarán otras y otras
y otras…
Si buscas una razón la hay
Es una metáfora de la vida
¿No es hermoso?
©Rubén Lapuente
LA VOZ DEL SUEÑO

La oigo respirar…
Si no durmiera a mi lado
por esa voz del sueño
que no se parece
a la que yo atesoro
no la reconocería.
Por momentos
alienta suspiros de niña.
En otros inspira
roces de viento
en las zarzas.
Luego imperceptible
su aliento calla
como si
soñara sueños
del silencio…
Y al no oírla
Tira de mí
el vértigo
de cuando un día
cuál antes
en el lecho
será un hueco
insoportable
Y la despierto
con la voz
ronca
del sueño fingido.
Desvelada
se vuelve hacía mí…
¡Y no me mueve!
©Rubén Lapuente