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SOL

¿Para qué soñarte
si eres sólo
una hoguera más
de cualquier noche?
Tú,
despiertas un desierto,
atronas un bosque,
azuleas un glacial,
desnudas una espalda.
Pero sólo eres algo
cuando yo te pienso.
Y sé que somos lo mismo,
que vengo de ti,
añico tuyo,
como todo lo que veo:
mi dios, sin saberlo.
Y en tu honda me alojas,
me giras,
como tú te cobijas
en otra mayor
que a su vez voltea
el Universo.
¡Si te pudiera mirar
sin cedazo,
humilde, mojado,
como emerges
del horizonte del mar!
Tu declive tan lento
es peor que el mío:
tú no puedes matarte,
mi dios, sin saberlo.
Rubén Lapuente
NIÑO PINTOR

El color, ese sufrimiento
de la luz(Goethe)
Si le doy a mi hijo
una tiza, un pincel,
un lápiz de colores.
le doy la mano del viento
Le doy el vuelo
de un hilo de alambre
del sueño.
Y me pinta una casa
su bólido,
un sol amarillo,
y a un tipo con antenas
(¿o es su remolino en el pelo?)
con sonrisa de payaso
No titubea, no tacha,
no copia, no sufre.
Aprieta el color
para que salga más intenso,
más llameante.
Y, o rompe la mina del lapicero
o se queda sin fuerzas,
medio dormido,
sobre los colores.
Sin una pizca de pintura
en la memoria
lo que le sale es definitivo,
original, puro, sin patraña.
Y lo hace de carrerilla
como si llevara mucho
tiempo en el arte.
Luego pone su nombre
a la lámina con letras
desmedidas:
Y la olvida para siempre.
Y a otra cosa, mariposa.
Rubén Lapuente
TRAVESÍA NOCTURNA

El coche en marcha
ilumina la entrada
en el pantano.
Me sumerjo, surjo,
me abismo, afloro:
en el vaivén de mis brazadas
avanzo cerrando
la cremallera sobre el agua.
Los dos faros me arrojan
desde la otra orilla,
ya conquistada,
mi estela
en sus lazos de luz tranquila.
Sereno,
suelto mi cuerpo inmerso,
aletean mis pies
hasta el légamo:
soy un huésped
en el cubil de la carpa
desde donde miro
la turbia noche de adentro:
se puede soñar bajo las aguas.
Afloro cansado, sin agallas.
Floto, tendido en cruz,
bajo la belleza baldía de arriba
sobre el mundo oscuro
de la otra vida de debajo,
en la travesía… hacia qué ribera?
El cambio de luces del coche
sorprende mis mejillas.
Y reanudo mis brazadas:
me sumerjo, surjo,
me hundo, nazco,
abriendo la cremallera
sobre la piel del agua.
Rubén Lapuente

El buitre.
La niña.
El fotógrafo.
A los tres les ha citado
en un descampado
la muerte.
La niña,
demora mejor,
en cuclillas,
los embates del hambre.
Para no tenderse,
se acoda,
se da golpecillos
con la testuz en la tierra.
Se mece
todavía demasiado
para el valor del buitre
que no tiene prisa
y espera su despojo
abatido al sol
del páramo.
La estampa
requiere más fotogenia
pero el buitre
no colabora:
no afila el pico en la piedra,
no despunta sus garfios,
no despliega sus alas.
Cansado de esperar,
el fotógrafo
posterga la cita.
El buitre.
La niña.
No hubo nunca
un vuelo más sórdido
sobre África.
Rubén Lapuente
La foto es de Kevin Carter. Esperó 20 minutos, pero el buitre no extendió las alas. Ganó el premio Pulitzer. “Y después ¿ayudaste a la niña?” le preguntaban ,como una pesadilla, en todas las partes del mundo. A los dos meses de ganarlo se suicidó.
VOLVERME COMO UN PÁJARO

Cerrar los ojos.
Abrirlos en la suave
maleza de mis plumas.
Que cada mañana
me parezca
siempre la misma.
Leer cada día una página
en blanco del viento,
del sol, de la lluvia.
Llevar la escuela aprendida
en el torrente de mis venas.
Que todo lo que tenga
acabe en el filo
de mis alas.
No estar confinado.
Migrar.
Amar por instinto.
Mirar al hombre
como a una alimaña.
Ser siempre el mismo.
No demorar la muerte:
Caer de la rama
como a un agujero
sin fondo del sueño.
Morir sólo para morir.
Rubén Lapuente
LA BELLEZA

La belleza no tiene envés.
No guarda grados.
La paleta del tiempo
coloreó ese abanico
de plumas enamoradas.
Dibujó los ocelos
que ahuyentaron los acechos,
las traiciones,
la muerte,
y ahora son ardides
de una dulce cárcel
de miradas de deseo.
¿Cómo dudas de la belleza?
Si estuvo en ese duro perfil
tuyo sorprendido.
Si está en la gota de sudor
de levantar cada mañana
tanto cuerpo destrozado.
Si me la lanzaste,
sin querer,
radiante,
desde el profundo abismo
de tu boca besada
sin tiempo.
Rubén Lapuente