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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

MIS ODAS( 22 )

PEQUEÑA GRAN HERENCIA

PEQUEÑA GRAN HERENCIA

Tan convencida

Tan deprisa

Eligió

su trocito de enser

de su casa

cerrada

ya sin vida

 

Ayer

la arrancamos

con toda su larga raíz

de hierro

hundida

en la dehesa

 

De camino

en cada curva de la carretera

la mano de ella

sobre su costado

era como

un brazo

amigo

sobre la espalda

      

“Ponla ahí bajo la luz de la ventana

que se limpie de penumbras”

 

Al abrirle las gavetas

los botones bostezaron

recobraron la memoria:

“¡Si  todos tienen el rostro de su ropa!

Mira éstos dorados

son de la guerrera de mi padre

Éstos grabados de anclas

son de trencillas

de bocamangas

de  trajes de comuniones

que me contaron

mis hermanos

¡Cómo me devuelve éste de nácar

aquel rosetón de cintas

de mi primera blusa!

¡Mira!

¡Si tiene carcoma!

¡Si parece una luna de noche de madera!

¡Ya me la estás curando!”

 

Oh como la entiendo ahora

Si se ha traído el zumbido

de ese pedaleo de vida  

en la casa

El que trenzaba hebras de luz de sol

cada domingo

¡Y todas las tardes de su madre

sobre hilachas!

       

“Ponla ahí bajo la luz de la ventana

que se limpie de penumbras”

 

Su trocito de enser  

que ahora alegre en silencio

cose

recuerdos

vivos

                      ©Rubén Lapuente

a Carmen

 Foto: Del fondo de la dehesa salmantina nos hemos traído a La Rioja su pequeña gran herencia .Esta máquina de coser Alfa de la Cooperativa de Éibar con más de ochenta años que ahora en su retiro dorado ,coserá sus mejores recuerdos.

UN BÚHO EN MI CASA

UN BÚHO EN MI CASA

Vino bohemio

de noche

con su abrigo de plumas

leonadas

Vino con todo el topacio

del otoño en los ojos

Desde mi tejado

por la chimenea

se lanzó tan hermoso

tan ave magna

Nunca lo entenderé

¿Creería ver

entre las aún cálidas cenizas

los tizones ojos

de un mirlo?

¿O eran

los dos saltones rubíes

de una culebra?

¿Venía borracho

de hambre?

¿O fue que esa marea

tibia

subiendo

era su edén perdido?

Nadie podrá saberlo

¿Y por qué tan audaz?

Pero si debió bajar abismándose 

Si ni nosotros mismos

nos atreveríamos 

a atravesar en la vida

un túnel oscuro

 

Y aterrizó

en el planeta

de mi casa cerrada

Y lo siento

por su angustia:

Claro que el grifo

no goteaba

Ni la ganzúa de su pico abría

alacenas

Allí tenía

un tabal de sardinas en arenque

Un tarro abierto

de miel de brezo

Podría haber empezado a probar

el chocolate puro

de oro negro

Y darme tiempo a volver

 

Cuando abrí

la puerta de mi casa

pensé

en los ladrones

al ver

en el suelo

los añicos

del jarrón de hojas secas

El coral blanco roto

Mi colcha bordada de pájaros

rasgada

La luz vertida en la pizarra…

 

Y lo siento

por la angustia

de que no pudiera traspasar

como la luz

el vidrio

sin herirlo

sin caerse

una

y otra

y otra vez…

Contumaz

 

Y al pie del ventanal

cayó

ahí cayó

boca abajo

ahí muerto

Y mientras me acercaba

ese atado de plumas

me iba narrando

su agonía

Me lapidaba el corazón

 

Y sin cayado

miedoso

Sin punteras de zapato

Con mi misma mano

desnuda

como si fuera el cadáver

de un hombre

le

di

la

vuelta

©Rubén Lapuente

El Rasillo de Cameros (La Rioja)

 

SÍNDROME DEL TÚNEL CARPIANO

SÍNDROME DEL TÚNEL CARPIANO

De los malabares

con una tijera

y un peine

en el espejo

vive

Yo me recreo viéndola:

Me levanta olas de cada greña

Les corta su pizca rebelde

Sabe por dónde se traza mi crencha

A qué altura se suicida el flequillo

Cuándo mi melena ya vagabundea

 

Y todo mientras

a mi espalda

una cálida brisa femenina  

del fondo de su ser

no sé cómo

me envuelve

no sé cómo se me clava

tan hondo

 

Luego  busca

en los ojos míos del espejo

su oficio

mi asenso fiel

y furtiva

oh

deja caer

como muerta

la mano de la tijera

agitándola

como si viviera

otra vida

 

“Me cruje como hojarasca”

me dice en voz baja

 

Ahora está herida

Tiene la muñeca abierta

La dueña me dice

que “padece

síndrome del túnel carpiano

una secuela natural

de los gajes de este oficio”

¡Qué farisea!

Si sabrá

que todo viene

de horas de más sin trueque

sin tregua

De la ansiedad

de que

tras la puerta

se le oyera

el quebrar de sus ramas

 

Ahora al pasar

miro por la luna del escaparate

si ha vuelto

Y si la busco

no es como mujer

como deseo

sino sólo

por esa única cálida brisa

femenina

de oro

una vez al mes

                             ©Rubén Lapuente

Foto : La mujer que me corta el pelo

LA BARRENDERA

LA BARRENDERA

Es la barrendera de mi barrio

Arrastra sus aperos

en un carrito

¡Sólo tiene ojos para el suelo!

 

Maldice las colillas   

los chicles pegados

la piel de los plátanos

Le revienen los gargajos

Prohibiría las pipas con cáscara

los palillos de los helados

los alcorques de los árboles

 

Le gusta recoger las hojas de otoño

las flores de mayo

el polen de los chopos del río

los aviones de papel de periódico

¡Y fundaría una inclusa

de bolsas huérfanas

de manos!

       

Le gustaría pasar por las calles

como las dejó ayer  

refregadas

relucientes

Y hacer como que barre

el polvo de oro

del primer rayito de sol entrando  

 o recoger

de mentira

bajo los bancos de madera

los besos caídos

o raspar y raspar

las aceras

con un cepillo

hasta encontrarse

la pátina del tiempo

 

Pero la ciudad es tan fértil

que da una cosecha diaria

de inmundicia

de barreduras

de hartazgo

Y a primera hora

siempre piensa en dejar

el escobillón

la pala

el basurero con ruedas

Y colgar su uniforme

de luciérnaga

 

Pero basta que

se levante un viento en la calle

que su rimero

de hojas amarillas  

revolotee

que corra detrás

de todas y ninguna

que casi las tiente en el aire

para que

al pararse

y darse cuenta

de que no son ni mariposas

se pregunte

si no será que

a lo mejor

ha nacido sólo

para barrendera

               ©Rubén Lapuente

a Luz la hermosa barrendera de Logroño

ODA AL PARTO NATURAL

ODA AL PARTO NATURAL

La mujer entró en la blanca

habitación

Anochecía

Por las ingles

le resbalaba

un agua rosa rota

Le seguía el hombre

con el corazón

orgulloso

agitado

delicado con ella

 

Una mujer de uniforme

la sonreía

la animaba

y al cerrar la puerta

se quedó por detrás

esperando

entre bambalinas

una voz

desde la entraña

 

Todo estaba en penumbra

en silencio

Todo era íntimo

como una suave

caricia

 

Para empujar

y abrir una  luz

la vida

a ratos

tironeaba de la mujer

que primeriza

entremedias

jadeaba

como el fuelle de una lumbre

casi dormida

 

El hombre

entretanto

la acariciaba con las manos

por todo el cuerpo

la dilataba

e iba haciendo de su carne

lo que el panadero

con harina de trigo

y agua al alba

 

Y en el rostro de ella

saboreaba

la solitaria belleza

del dolor
sin sufrimiento

 

Y la cama se iba haciendo pequeña…

 

El grito desde la entraña

abrió la puerta

Y sin tocarla

ni un temblor del vientre

viajaron juntos

en el mismo tiempo

del hijo

que empujaba

que retrocedía

que coronaba la cabeza

en el espejo

que guiaba

el hombre

hacia los ojos de ella

       

Sobre el vientre de la mujer

pegajoso y sucio

de sudor de amor

latiendo aún del cordón

sin pinzar

flujos de sangre de vida

piel con piel

le dejaron

respirando claridades

 

Y al olor

del calostro del pecho

comenzó a reptar

hasta la ubre

de nieve

 

Y sin separarlos

se quedaron

los dos

al mismo tiempo

dormidos

             ©Rubén Lapuente

 

Para Ana Larroya y sus compañeras del hospital de Barbastro

¡Que no os separen!

ZGZ Pro Parto Natural

“Para cambiar el mundo cambiemos la manera de nacer”

ODA A MIS VIEJAS BOTAS

ODA A MIS VIEJAS BOTAS

Para patear el monte

me regaló Carmiña

un par de botas de piel de serraje

Quiso el azar

que el de la vieja lezna

soñara el troquel  

de su zapato

en el espejo de cada grada de mis dedos

de los altibajos de mi empeine

de mi mismo frágil calcañar

Y por partida doble

 

Y mis pies

encontraron

su horma de gala:

un par de pezuñas de corzo

Y cada sábado

un nudo

de pajarita

en los cordones

corona

y da

la palmada de salida a mis botas

 

Supe enseguida

que sabrían tañer

baladas de otoño

sobre la hojarasca

Que si entraban

en el abra del río

o en la dulce tormenta

lucirían su capucha de limo

y de lluvia

 

A la culebra

como un desafiante alfanje alzado

le enseña  

el filo curvado

de la punta   

o la suela cruel

de asfixiante almohada  

de homicida

si se pone avizora

 

Y me contiene

las zarzas

mientras mi mano aparta

la suave enramada

de las hayas

Y dentro

de su cerrado

cielo negro

mis pies son tan libres

como la misma

veloz sombra del azor

sobre el agua

silenciosa

del embalse

 

Podría tirarlas

ahora ya viejas

olvidarme de ellas mañana

pero no se merecen

un contenedor

Las meteré

en una caja de cartón

como algunos recuerdos

como los zapatos

de quién me lo dio todo

y que si entreveo

ahora

sus pasos

me siguen

por toda

la casa

 

Y para que

las respeten

dejaré un renglón escrito

sobre la caja cerrada:

Que se ajaron antes que yo

Que abrimos  veredas

juntos

        ©Rubén Lapuente

        (El Rasillo de Cameros)

La chica de la tienda de golosinas

La chica de la tienda de golosinas

                                  a las trabajadoras de El Ángel

 Como una boca

que enseñara

su dulce paladar

sube la verja de la tienda

a toda la barriada

 

Antes

ha espantado el vaho

del frío

en la harina

Ha rebosado

de mil y una delicia

cada cubeta

Ha dejado escapar

el perfume

del caliente hechizo de lo recién

horneado

 

Y espera de pie la marea

de una avenida

 

Aquí compro yo el pan

los caprichos

y avanzando en la fila

miro a la joven

y bella

dependienta

que pesa en una oculta balanza

los dulces sueños

de la niñez

de muchos

Que en aljabas de papel

embolsa

barras de pan

como flechas de amor

Que como adalid del barrio

en ese cuento

de ladrones y policías

que siempre llegan tarde

registra los bolsillos

a niños angelicales

o a elegantes caballeros

o a los de señoras de alta cuna

por un escondido tic

de abanico flamenco

que les descubre

en las manos

 

Y la veo siempre

como con un tesoro

dulce en el regazo

como el mascarón de proa de la tienda

vencedora  de los embates

de las olas del mar de azúcar

a veces amargo de los días…

 

Avanzando en la fila

al anochecer

ha sostenido ya tantas miradas

que cuando

me toca a mi

ya todos los caminos

todos los atajos

a sus ojos

los tiene ya hollados

 

De pronto

de la calle

como un trueno en el sueño

oigo un viril silbido

que la despierta

que la enciende

Entonces

llevándose

la última gominola

a la boca

de un tirón

baja la verja de la tienda…

 

Y es en ese mismo dulce instante

cuando ella

comienza a vivir

         ©Rubén Lapuente

Foto : Leyre :la chica de la tienda

de golosinas de el ángel de Gran Vía

 

ODA A LAS BARRACAS

ODA A LAS BARRACAS

Hoy es la fiesta amor mío

Venga!        

Vamos!

Que han descargado ya los sueños

Que vivir del ayer

es empezar a verse morir

despacio

 

Iremos primero

a los fuegos en el río

Yo apoyado en el tronco de un haya

haciéndose de oro

recostada sobre mí

aturdida

entre el estampido de un bello torrente

de fugaces luces

y mi boca      deshojando

tu lóbulo rendido 

sumiso

 

Por un aroma de buñuelos

de nubes de algodón rosa dulce

de manzanas de piel de caramelo

entraremos luego

a las siempre eternas barracas

 

Un carrusel de caballitos de madera

despertará a ese niño antiguo

que en cada vuelta

regresaba feliz 

de  volver al principio

del mismo sueño

 

Subiremos a la noria

temerosos de la altura        

del vértigo

Bajaremos luego

como echados de nosotros 

livianos

como aturdidos pájaros

 

En los autos de choque

en los que luchan

todos contra todos

pero nadie contra nadie

alguien nos señalará como enamorados

y pondremos pies en polvorosa

trazando en la pista

fugitivos

e infinitos

locos

ochos

 

En las casetas de tiro

derribaré muñecos

partiré en dos mil palillos

traspasaré el centro de todas las dianas

como si flechara tu corazón

Y todo

por un oso de peluche gigante

que alguna noche 

me robará  tu pecho

 

Venga !        

Vamos amor mío!

Que vivir del ayer

es empezar  a verse morir despacio

Que las barracas  son flor de un día

Que hay un mago

que de la nada  las hace aparecer 

¿las oyes?

Y que en un abrir y cerrar de ojos     

se las lleva

 

                      ©Rubén Lapuente