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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

DÍAS DE OTRA VIDA ( 23 )

LA PELUCA DE CARMEN

LA PELUCA DE CARMEN

 

“No te irás al cesto del olvido, no.

Cómo  hacerlo si me has dado

la estima en lo más duro

de estos días de otra vida.

“Ésa .Cógete  ésa.

Que pareces una  francesita”

De color rubio y chocolate

entreverado, calcaba mi pelo.

¡Y me ha ayudado tanto!

A asomarme por la ventana

de mi burbuja

sin que me adivinaran

sin que me miraran

desde donde miraba yo

A ser cómplice de mi silencioso

naufragio hasta en la cola del pan.

Cuando me crezca más el pelo

tendré que dejármelo  así

con ese corte tan chic:

Tu francesita Rubén

Pero mañana volveré  a ser

yo misma del todo

Saldré sin remedo, sin vergüenza.

Con esta suave nieve plateada

de mayo sobre mi cabeza.

A volver a rozar, al pasar,

las arrugadas mejillas

de esas lejanas miradas  

del Centro de día

que la otro tarde, de visita ,

pocas de ellas me reconocieron.

Que me vean con la señal

de esta palabra que ya no da

tanto miedo: cáncer

Y que la vida sea sólo

y siempre ahora hoy sábado

como la de este henchido sol

que te acaricia si te ofreces.

Que no recuerda ni amaneceres

ni crepúsculos.”

   ©Rubén Lapuente

SUAVES DÍAS DE MAYO

SUAVES DÍAS DE MAYO

 

Suaves días de mayo

como de caricia

de amura

peinando

el agua

Ella sale al jardín

a tender

bajo el arco iris

de sus ojos

su cuerpo

de trapo

Suaves días de mayo

trayéndole

agua

de la fuente

de caños

de rápidos

de río

que se bebe

casi a mordiscos

“Que sólo siguen

la corriente

los peces

muertos”

me dice

 

Suaves días de mayo

viendo

la primavera

de sus uñas

que amarillearon

un día

y el viento

se creyó

que eran

hojas de otoño

o cómo

las llagas

en la boca

le parecen ahora

 flores  

de don diegos de día

o de don diegos de noche

que se cierran

al rozarlas

con la lengua

Y me dice

que oye crecer

cada uno

de sus cabellos

que las hayas

deben sentir

ahora

en mayo

lo mismo

Y que le sabe a fresa

la fresa

Que cómo cabe

tanta dulzura

en una gota de miel

Que ya no le viene

ese sollozo

mudo

sin pestañear

como si llorase

una piedra

o el olvido

 

Suaves días de mayo

paseando

en los que su brazo

rodea mi espalda

hasta  

colgarse

de mi hombro

como si fuera

mi brazo

como si yo ella

       ©Rubén Lapuente

       (El Rasillo de Cameros)

MARTA Y SARA

MARTA Y SARA

Marta y Sara

almidonadas de blancura

Marta

alocada y dulce

de piel tatuada

Fideo hermoso

me deja

que la llame

De bello

cabello

negro

ensortijado

De serena sonrisa limpia es Sara

 

“Hoy a la niña bonita”

nos dicen

como si el box quince

del hospital de día

fuera

su suite nupcial

En el minado ramaje

oscuro del brazo

le encuentran

a la primera

el claro estuario azul

de la última vena

Marta y Sara

con una mirada

con una palabra

con el simple envés

de una caricia

saben colarse

por el bisel del desasosiego

y bogar contigo

por las tardes

de plomo

Siempre atentas

al silbido

del ronco ruiseñor

A que cese el orvallo

de alfileres

en la sangre desnuda

 

Marta y Sara

en una hoja del álbum 

de las tardes de oro 

de nuestro corazón

vivirán

 

Con un beso soplado

desde la palma de la mano

les decimos

hasta siempre

mientras intranquilos

rostros nuevos llegan

que enseguida reconocemos

de haberlos visto

en el mismo espejo

nuestro

         ©Rubén Lapuente

MILAGRO

MILAGRO

 

Me fui a abrir la casa

cerrada por la prisa

Las sábanas lo cubrían todo

y al quitarlas era como

si descubriera  una parte mía

El sol le iba descosiendo las legañas

Pintándola de fuego

Le abría los poros

de la piel de muchacha de piedra rosa

La primavera entraba descalza

 

Y yo no hacía nada más que mirar

 

Me subí al tejado a quitarla

el aguacero de los pinos

pero me quedé mirando

cómo el embalse del valle tan bello

se iba bebiendo la niebla

La llamé para decirle que el sol

estaba dentro de la casa

Que todo estaba naciendo otra vez

Que sus plantas se frotaban

los ojos con los puños

como niñas al despertar

Que la vida no se cansa nunca de volver

más hermosa

¿Pero lo has puesto todo bonito?

Oh  Si  Si  Todo empieza a estar radiante…

 

Y yo no hacía nada más que mirar

                           ©Rubén Lapuente

                         (El Rasillo de Cameros)

Foto :mi glicinia despertando

CINCO LOBITOS

CINCO LOBITOS

 

 

Hay días

que para no gastar vida

casi no habla

¿Cómo estás hoy?

Y me hace un gesto con la mano

como si me cantara

cinco lobitos…

Asomada al balcón

de su cuerpo en llamas

su horizonte sigue siendo

tachar con una cruz

una fecha

en la hoja del calendario

de la cocina

casi ya cerrando el paréntesis

de estos días de otra vida

de esta apisonadora  

del protocolo frío

que maleadas muchachas

devuelve

Yo ahora

en este tres  dos  uno

de broche final

bromeo y la llamo

miss mundo en horas bajas

o rastrojo hermoso

o  trapo de cocina Armani

 pero ayer en el box

 intenté vestirme con su fatiga

 colarme por la rendija

de sus ojos de mármol

ser como la hebra del ovillo de su calvario

y se me apareció ese animal

de fondo de miedo del después

el que no te deja subir a la mesa

a bailar

Ahora la piel debería volver a erizarse…

Volverse de terciopelo

                 ©Rubén Lapuente 

COCHERO DEL ALMA

COCHERO DEL ALMA

 

Soy el cochero de su alma

El pastor del rebaño

de su caleidoscopio

de estrellas

El que despabila

este marzo

a los cuatro geranios

de la terraza

El que tiene

rosas de gominola

aceitunas de Jordania

un abrevadero

de naranja

y regaliz de palo

injertado  en un tiesto

oh qué tonto

Y todo

para el muladar

de su saliva

 

Y grilletes para la tristeza

 

El que con ella

se traga

alguna tarde

Sálvame

para ser a la vez

chabacano

 y poeta

El dueño de los hilos del teléfono

cuando le llaman

amigas que la cansan

hablando

tan de carrerilla

 

El que le hace la tortilla francesa

como

si contasen

con tres estrellas Michelin

los fogones

de la cocina

El que le narra crónicas

del sol que nace

El que le refleja la luz de la calle

como una luna

desde el zaguán

de la vida

El capitán

que tiende su rosa de los vientos

en un corazón

que necesita gritar  ¡tierra!

 

El que la despierta

en el box

cuando la espita de las nubes

ya no gotea

 

El que apoya

el hombro y la cabeza

contra la pared

pero sólo por un momento

y a oscuras

 

El cochero de su alma

                            ©Rubén Lapuente

 

MIENTRAS LLEGA ABRIL

MIENTRAS LLEGA ABRIL

 

En una hoja de papel

escribo abril  solo

El que nace de un corazón exhausto

que diera a luz de otro ajado

alumbrado por otro moribundo

lucero de otro ya mortecino que nació

en otro desahuciado parto de…

El que viene de un sucio callejón que una niña barre

 

Escribo abril  solo

y una cuadrilla de emboscados bandoleros

a saco atracan para mi abril  

Y me traen capazos llenos de tardes de arrebol

de final de palideces

Las ramblas del cariz borrando finos trazos

de iluminadores lapiceros

Pestañas como marquesinas en flor

para el entorchado de la niña de los ojos

Brisa en el fino vello rozando ya alas de velos

Y toda la savia que rumorea con su piel

de ajuar de nueva novia  

me traen

 

Y mientras llega

en una hoja de papel

escribo abril

solo

 

Oh abril  abril  abril…

                              ©Rubén Lapuente

VALS EN EL BOX

VALS EN EL BOX

¿Pero qué haces sacando fotos?

Si esto es para olvidar (voz de la enfermera)

 

Por el serpentín

de las nubes

de alquimia de cristal

cae malabar

una gota

y dos

y tres

bajan hacia el abra

del rio

de sangre de lana

su aroma de alcanfor

voraz

Una

y dos

y tres

suena

el retintín

del fanal

como vals de ronco ruiseñor

En sus medidos

sorbos

reparte sueños

de falsa bruma

desata olas de saliva

de metal

contra el malecón

de regaliz en la boca

de quita y pon

Una gota

y dos

y tres

hasta que escampe

el aguacero

sin libros bajo el brazo

sin lírico soportal

 ¿Para olvidar?

¿Y si una sola hebra

en el suelo

me recuerda

cada mechón?

¿Tú sabes cómo

se cura el viento

las heridas

en cada amanecer?

Tres

dos  

y una

Quieto

Sonríe

ronco ruiseñor

                       ©Rubén Lapuente