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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

DE LA VIDA ( 22 )

ZAPATILLAS EN LOS CABLES ("SCHOEFITI")

ZAPATILLAS EN LOS CABLES ("SCHOEFITI")

Si buscas una razón la hay

Es una metáfora de la vida

¿No es hermoso?

¿Que te parece necio?

Espera  escucha:

 

Todavía hay gente

que bajo ese cielo

de suelas y cordones

rastrea miradas perdidas

o al nuevo trencilla del barrio

o sangre púrpura en la brea

¡Como si los bandidos

facilitaran las pesquisas

a la policía!

 

Los cables de la luz

del teléfono

que muerde el viento

sostendrán la noche

las palabras  

el desahogo

pero si fueron cicatrices del aire

tendederos sin vida

trenzados horizontes sin paraje

fue sólo hasta que una madrugada

alguien los lazó

con sus viejas zapatillas

¿Cabe mejor ocaso

a quien abrió contigo veredas?

 

Luego una pareja

enganchó a los hilos

el  esplendor de la primera entrega

Otra prendió su suerte

al tumbo del antojo del viento

Una pandilla llevó a la cimera

la última noche de un mancebo

Otro dejó meciéndose

el sueño de un amigo

que aún no ha abierto los ojos

 

Y sólo verás zapatillas

colgadas de las venas del progreso

Las quitarán

Me las quitará

un edil sin un adarme de lirismo

Pero volarán otras y otras

y otras…

Si buscas una razón la hay

Es una metáfora de la vida

 

¿No es hermoso?

 

                   ©Rubén Lapuente

CANCIONES AL VOLANTE

CANCIONES AL VOLANTE

¿Desahogo?

llámalo como quieras

pero aquí no se baja la ventanilla

ni se asoma desafiante el codo

y esa vitrina del estrépito

quizá de lo chabacano

se desnuda sólo por detrás del biombo

 

debe conducir el que no sueña

esa silueta de cartón absorta

siguiendo la carretera

como sobre el raíl un tranvía

 

el otro

el que se desvía del asfalto

el que reproduce el disco

y convoca las nubes

debe poner la misma pasión

que cuando fue un rebelde

 

puede que sea un hijo del rock

del bolero  del flamenco

del tango  de la copla

del hip hop

eso da lo mismo

lo obligado es que cante

siempre como un lunático

desafinando

como un viejo pernio de pueblo

 

y si se le cruza un coche

una fugaz mirada conocida

que tenga ensayado

lo bien que solapa

el aullar

un torpe bostezo

 

así hasta que se despierte

el títere del volante

dentro del tenor desgañitado

así hasta que se quede yerma la entraña

y por el espejo retrovisor

vea que son otros ojos

los que miran y sonríen

antes de hacerlos suyos

 

                     ©Rubén Lapuente

me gusta desafinar con ésta canción en el coche :

                                standby

FARE WELL

FARE WELL

Ha empezado resuelto.

Me dice que lo tiene decidido.

Que se cansa de mirar bajo el puente

un río que no le lleva.

Que sólo tiene una cita diaria

con la incertidumbre.

Que se acuerda de mis palabras:

sólo quien madura adolescente

saborea cada gota de juventud.

Que no hay veredas en estas calles.

Ni alcohol en los bares que no emborrache.

Que se estraga en esta noria sin belleza.

Que él no trata de huir.

Que se persigue por cada vericueto que destapa.

Que le han oído tocar en el Conservatorio.

Que si querría unirse a un grupo, de gira,

cruzar el charco, un largo viaje, ser el río.

Y ha acabado más resuelto.

Que no se me ocurra decirle nada a mamá

hasta que sólo sea un punto de luz

en el horizonte del océano.

Que esa me lanza la soga al corazón.

Y que nos llamará más a menudo

en cuanto menos nos necesite.

Luego me ha enseñado en sus zapatillas,

vertida, la tapia pintada de la calle:

adioses de sus amigos:

Dream, wild, zen. no faces,

help, dog, music, wind…

Le he pedido el rotulador

y en las dos suelas de goma

como alas de graffiti  en cada huella

le he escrito en inglés

una frase que le faltaba:

” fare well”

(“Que te vaya bien”)

 

©Rubén Lapuente

                              

    Orquesta Sinfónica de La Rioja               

    Réquien de Mozart

    Clarinete Abel Lapuente

 

PIERCING

PIERCING

                          a  Sonya Sedano un ángel con piercing

“Tengo miedo  ¿y qué?

¡Como si me inmolara

todos los días!

Y ni soy violenta,

ni amiga de Lucifer,

ni mis sones son metálicos.

Es tan trivial el cuerpo,

sin una leyenda,

sin un aderezo en su entraña,

sin prolongárselo.

Un simple zarcillo

y el miedo se amansa.

Y será el destello

en el cielo de mi boca.

El náufrago sol plateado

en las olas de mi lengua.

Y de esa cuenta de acero

haré mi juguete,

la pradera de mis nervios,

el talismán que alzará

del todo mi cabeza.

Y se la enseñaré a él,

a hurtadillas,

entre los dientes,

como si descubriera

con asombro

la perla del deseo

amarrada conmigo

a su desnudo hechizo.

 

He sacado la lengua alguna vez

y sólo para burlarme,

menos ahora,

que la aguja, en dos segundos…

             ¡ay!

Asoma ya

                          del otro lado”

                                               ©Rubén Lapuente

TATUAJE

TATUAJE

"¿Donde habría de ser?                 

Donde rezume humedad.

A la verita del musgo.

¿No vive por ahí ese anfibio?

Será la estampa de mi genio.

El antojo de mi calma.

La encrucijada inevitable

 ante mi cuerpo desnudo.

Y la veré en el espejo,

de relámpago.

Caminaré sintiéndola

asomarse al pellizco

de la cremallera

de mi pantalón.

Al equilibrio imposible

del horizonte de mi falda.

 

¿Y su medieval leyenda

de atemperar el fuego?

Póngamela ahí.

A la verita del musgo.

Sinuosa silueta para el cortejo.

Branquia respirando deseos de saliva.

Reojo testigo de empellones en mi carne.

 

Y verla luego deformada en la preñez,

tomando mis estrías.

Quizá la mire ya cansada de creerme

que es algo más que un tatuaje,

que un torpe dibujo de salamandra,

y se me vaya borrando

de la piel de la vida,

escondiéndola de mí misma,

como una cicatriz más

de otro sueño roto."

 

                                  ©Rubén Lapuente

                                a Teresa que ya recela de su salamandra

LA MIRADA MATE

LA MIRADA MATE

Si no eres niño,

cuesta asomarse al tiempo arrugado,

y casi vencido.

Ellos se inclinan hasta el roce,

se restriegan en el asperón de esa piel,

sin esfuerzo.

Podrían hasta jugar a perderse

en el laberinto de surcos del rostro.

Si no eres niño,

cuesta asomarse.

 

Y eso, que sólo le bastaría

conque al pasar movieras el aire,

que oliera quién eres.

 

Cuando respira hace ruido.

Cuando come salpica un poco.

Cuando habla,

suelta a veces alguna tontería

pero de las que no hieren.

¡Y cómo te carcajea!

Ponle siempre a la tarde en la tele

el diario de un encuentro.

Mejor si hay lágrimas,

las de cocodrilo le sirven lo mismo.

Bájale de la pantalla sus recuerdos:

Un poco de aquella música de juglaría.

Y te hará cien veces la zapateta.

Vístete de Rey como para el niño.

A esa edad se lo cree todo.

 

Y después a tus asuntos.

 

Si tienes que dejarle en una casa grande.

Acércate a verle un rato todos los días.

Mejor a la misma hora

para que no se duerma al mirar tanto la puerta.

Si se le cansa la cabeza y busca el hombro,

inclina la tuya para que te vea bien,

como aquel día, que perdido tú,

te descubrió sin demora sus ojos.

 

Un ratito largo con su mano en la tuya.

Que la caricia de la palma le dura toda la noche.

Un ratito largo…

 

Y después a tus asuntos.

                                 ©Rubén Lapuente