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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

DE LA VIDA ( 22 )

EL DEDO CORAZÓN

EL DEDO CORAZÓN

 

               No te engañes.

         Esa manecita sin tiempo

         ha salido de la nada.

         Se aferra al rumor

         lento y espeso

         de tu sangre.

         Necesita ese dedo corazón.

 

         Me da vida, dirás.

         Quizá ganes tiempo a la muerte.

         Pero a ti no te salva.

         Esa mano no es la tuya.

         No la tienes.

 

         ¿No comprarías una

         con palma y dorso

         que te diera las caricias?

         ¿Una  mano de esas

         de andén o del puerto

         que se quedan siempre

         a lo lejos

         Una mano que corriera

         la sábana blanca

         de tu último sueño?

 

         Hay una soldado

         de la edad dorada

         que me cuenta a la noche

         batallas perdidas :

 

         “¿Sabes?

         Hoy no han llegado a tiempo…

         Como un bebé me ha cogido

         el dedo corazón…”

 

        Que no te engañen.

        Que no te olviden.

                            ©Rubén Lapuente

LOS EXTREMOS SE TOCAN

LOS EXTREMOS SE TOCAN

 

Con  pasos

de serpentina

de papel

volaban

bajito

sobre la acera

Al cruzar

el paso de cebra

parecía

que pasaba

un convoy

con doce vagonetas

a cual más

tarumba

Desde el andén

de la guardería

unidos a una lazarilla cuerda

iban rumbo

a esa vieja estación

del Centro de Día

Al verlos entrar así

algunos les dijeron

que ésa no era su puerta

Que qué pintaban allí

Si parecían una sarta de salchichas

Hasta uno dijo

en voz alta

que ahora al verlos

como el haz de la vida

sentía su cuerpo

hecho

una carraca

Pero los niños saben

que los viejos

saben algo

que ellos no saben

Y les cuesta tan poco acercarse

Si han venido

con sus cuentacuentos

bajo el brazo

Sus trebejos

de virtuosos

de la inocencia

A darles su mejor gala

Con tres años

qué saben ellos de terapias

de estímulo

Van a lo suyo

A sus gestos

A su caricatura

A que les plagien los pájaros

A destapar una estrella

Y esos ancianos

que como los niños

tienen

hilvanes frágiles

El mismo revoltijo

de emociones

que solas

se les escapan

cada día

Tan vulnerables

como arena a la orilla del mar

Y que como además

los extremos se tocan

De pronto

Despierta matusalén

Y ríen cantan lloran aplauden…

Oh  ¿No será que la vejez no existe

que sólo es tristeza

mortal rutina infinita?

Luego

a una palmada de la señorita

recogen sus bártulos invisibles

se anudan a su lazarilla cuerda

y como con pasos

de alas

de serpentina de papel

se van volando

muy bajito

sobre la acera

              ©Rubén Lapuente

(Centro de Día Gonzalo de Berceo)

     Logroño  10 de Mayo de 2013

ANDREA LA CHILENA

ANDREA LA CHILENA

 

Se llama Andrea

La chilena

De la mano de mi hijo

vino a nuestra casa

a conocer La Rioja

Nostálgica

Sedienta

Loba en celo de su tierra lejana

No sabía que yo tenía

la luz

el paisaje

el perfume

la fuente suya

El trozo que le faltaba

Llévatelo le dije

Ya me lo devolverás

antes de que regreses

Lo abrazó como a una muñeca de trapo

Se lo llevo al corazón

como al cortar y oler tú una rosa

Bajo la luz apagada

de su mesilla

seguro que fue como una estrella

Se llama Andrea

La chilena

Y es sencilla como si partieras el pan

Bella como una manzana sonrojada

Como un mineral que centellea

mágica

 

Ayer volvió a nuestra casa

a despedirse

Un abrazo muy largo con Carmen…

Y bajo la glicinia

al hacerle yo una fotografía

de perfil

me dijo que su boca era indígena

como disculpándose

de que no quedara muy bien  

Dios mío

raíz quisiera yo tan pura para la mía

 

Andrea

marinera de ese largo navío chileno

ahora rumbo Puerto Montt

En mi mano

de pañuelo

agitaba yo el trozo que le faltaba:

Era un ramillete de hojas de papel

Era un libro de poemas

de Pablo Neruda

                    ©Rubén Lapuente

LAS TERRAZAS SON PARA EL VERANO

LAS TERRAZAS SON PARA EL VERANO

En este enero de fríos tizones

florecen por toda la ciudad

rediles de volutas de humo

Al calor de un cigarrillo al relente

arrebujados

con los cuellos del abrigo subidos

colonizan los zaguanes

las aceras

¿Cómo tomar un café sin liar una hebra?

¿Cómo no poder echar bocanadas

entre los dos sorbos de una copa?

¿Una partida en el bar sin la bruma

de un veguero?

Y emigran

de los decretos en los bares

a sus terrazas de cálidas setas

donde el gélido aire de enero les sitia

Y siempre con ese alguien dentro

esa medusa de ansiedad

que al tocar el cielo de la boca

les reclama una nueva y profunda

enferma calada

Al calor de un cigarrillo al relente

¿Quién duda que sueñan

con poder ser libres

y pasarse a la otra ribera?

                      ©Rubén Lapuente

Foto : terraza de la Gran Vía de Logroño en enero y a cero grados

EL VIENTRE DE OLGA

EL VIENTRE DE OLGA

¿No es todo un milagro?

Si hasta la voz se me endulza

Si hasta mi ciego abrazo se agranda

Yo citada en la sombra

 ¡Que ya se mueve!

¡Que se despereza!

Y qué suave aldaba llama

 Qué terciopelo me roza

 

¿Un saquito lleno

de viento es la vida?

 

Y yo que era ayer casi nada:

El vaivén de una espiga

La hazaña de una nube

Esa chica de la tienda

anclada como una farola

La que vivía al bajar la persiana

 

¿No es un prodigio

que el tiempo me olvide?

¿Que este sol mío de adentro

no pueda esconderse?

¿Que este incansable

paseo de mis manos

por el bostezo de mi vientre

crezca y crezca?

 

¡Y cómo imaginarme que la alegría

 me regalara lágrimas!

 

¡Eh!  ¡Que ya se mueve!

                                     ©Rubén Lapuente

 

Foto: el vientre de Olga (con Alba o Marcos dentro)

LA MUJER DEL LANZADOR DE CUCHILLOS

LA MUJER DEL LANZADOR DE CUCHILLOS

El cuchillo gira una vez

antes de reflejar

en su acero

la sien de la mujer

de quedarse

a un tris de la voz

en la cala de madera

a una gota

de la cintura

entre los muslos

timbrando

lo más lejano

lo más íntimo

El arriesga siempre

hasta la cumbre del filo de su piel

Ella es una diana

entregada

esperando en silencio

lo incierto

el azar

Un leve reguero

de sangre

comienza a bajarle

por la pierna

El lanzador

mientras desclava dolorosamente

sus destellos de plata

uno

a

uno

la ve sonreír

El amor es un collar de rubíes

sobre la arena  

que bajo su pie

demora

un instante

 

Rompiéndose

la falsa luz

de la noche

en las ventanillas del carromato

la mujer tomará

entre sus brazos

al hombre

como si fuera un niño

                  ©Rubén Lapuente

 a los Giribaldi del circo Raluy

CENTRO DE DÍA

CENTRO DE DÍA

Creías que tu vida ya sólo sería

una cabeza somnolienta

sujeta a una butaca

a su trocito de cielo

al ruido de fondo de un televisor

 

No notabas que la soledad

iba haciendo bien su trabajo

desordenando los recuerdos

criando sombras

replegándote

 

Ya son muchos años -dices-

para encararte con los tuyos

con lo nuevo desconocido

Y mañana ya viene el autobús

“Al otro rincón del olvido”

dices que te lleva

 

Y entras medrosa

Aturdida

Con ganas de desaparecer

Pero poco a poco

comienzas a revivir

miradas

de tu mismo tiempo

Palabras que te suenan

como si te las dijeras tu

“¿Cuál es tu nombre?

Mira  ven

Tenemos un patio con sol

del recreo de la escuela

Una fuente como la de los leones de la Alhambra 

Un huerto en altares de madera

para que no se venza tu espalda

Un campanario con badajo

de jilgueros que no calla

Y mecedoras con fieles pulgares

que no se cansan nunca de acariciarte

¿Sabes jugar a los naipes?

¿Y a la petanca?

¿Has jugado al bingo?

Sólo dan caramelos si ganas

pero de los buenos

de licores

¿Sabes que hay baile?

Y siempre están ellas

las de uniforme

que no te dejan

dormir en los recuerdos

Que como vengas  malherido

te alientan

hasta que alcances

con la punta de los dedos

el abismo de un tenedor

o hasta que cruces el desierto de una baldosa

Ven mira…”

 

Y al caer la tarde

el autobús

te devuelve a la puerta de tu casa

Y sobre la cama dejas caer tu ancianidad

con su nuevo sueño viajando solo

hacia mañana :

El empeño por destacar

La revancha de la derrota en el juego

La dulce mirada mate que has de devolver…

 

Y a primera hora

esperas con alegría al pequeño autobús

Y al verlo llegar por la calle

disimuladamente

(¿Verdad Manoli?)

te perfilas los labios

como si la vida empezara otra vez

                                                 ©Rubén Lapuente

Foto Viviana y Manoli

en el Centro de día Gonzalo de Berceo en Logroño

PIRÓMANO

PIRÓMANO

¿Qué alienta en el pecho de una hoguera

que fascina y a veces enloquece?

¿Todo surge del fósforo que avienta un niño?

¿De la mágica llama que no se deshoja?

¿O ya viene en el maldito azar

del abrasado ramaje de la sangre?

 

Aquí no hablo de un incendiario

de ese asesino de la tea

que compra y vende fuego

que sale canalla al monte

cuando el viento cálido arrecia

cuando amarillea el estío

y bajo los pies  

le restalla la rama

Esa rapiña que vuelve

ya a un paisaje de pavesas

y miserable orina

 

Aquí hablo de un magnetismo

de una cabeza en llamas

de un ludópata del fuego

de un canalla enfermo

que ha mirado siempre

con luz de barrena la lumbre

que no conjura

que sale al monte

iluminado por una voz de fuego

que se sube al mirador del alto cerro

a contemplar

cómo salta su fogata

de copa en copa

Y espera allí

el ulular de las sirenas

las espadas de agua

los calderos alados:

Su velada con música

del crepitar de las llamas!

                             ©Rubén Lapuente

          Piromanía