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El cuaderno de poemas de Rubén Lapuente

DÍAS DE OTRA VIDA ( 23 )

LA ERMITA

LA ERMITA

 

No le bastaba

con cerrar los ojos

Tenía que ir a

ese claro del bosque

Mirarla de frente

Hablarla bajito

Tenía que decirle

lo de la sombra en el pecho

Y subió a la ermita

 

Yo sabía que

en la corriente

de su sangre

de romería

navega la carreta

de sus días

de cielos azules

y el tambaleo

bellísimo

del paso

por los caminos

en andas de todo el valle

 

Y que le pida

lo imposible

que está ahí

para que egoísta

eche mano de su hechizo

para que le abra

su regazo

quedo y silencioso

de cálida carne

de madera

Y que le regale

 tarros de ungüento

de madre

para la congoja

Y ganas de vivir envenenada

Y si vas tú progreso

no hace falta que creas

déjate llevar

y sube a pedirle

a esa hermosa

boticaria

de fábula de letanías

mentiras

verdaderas

Que la sencillez

es el espejo

de la belleza

 

Y no le basta

con cerrar los ojos

ya deshojada

la flor del miedo

la sombra

del pecho quemada

Hoy vuelve a subir

hasta ese claro del bosque

a mirarla de frente

a hablarla bajito

a darle las gracias

             ©Rubén Lapuente

ROSA DE CHOCOLATE

ROSA DE CHOCOLATE

 

Una rosa

Sin búcaro

Sin agua

Sin espinas

Sin herida de muerte

Una rosa

de chocolate

de Febrero

Y se la comerá mañana

pétalo a pétalo

o de un bocado

“Ahora

y delante mío”

le diré

Y sé que lo hará

como una niña

golosa

con todos

sus remilgos

 

Aquel día catorce

hace un año

tirada en un diván

Oh malaventura

Su boca era un cielo de llagas

Sus ojos rendijas tristes

Su cuerpo de oro de almiar

un camastro

Mañana

veré su boca desbordada

de oscura marea

espesa de rosa

de albor de la vida otra vez

la que se asalta

como bandolero  

como a esta irresistible

rosa de chocolate!

              ©Rubén Lapuente

LA HIGUERA

LA HIGUERA

 

“Algo me sentía nacer

volando ya sobre mi cuna

Crecía a mi orilla

y desde el  fondo de la casa

se la oía respirar

Poco a poco

se me iba haciendo entrañable

Cosida a mí

Savia de mi sangre

En verano se dejaba robar su sombra

En la noche de San Juan  

encendía su hoguera

de  invisibles flores de deseos

o eran luciérnagas?

Y podía subirme a su espalda

como a esa larga y ancha

de mi hermano

Y nunca faltaba a la cita con mi boca

El destino luego te lleva lejos

pero en cualquier mercado

reaparecía su relámpago de almíbar

Y  cómo lo devoraba

hasta quedarme aturdida de dulzura

hasta que se colgaban esmeraldas otra vez

de las ramas de mi cuerpo

Y en esos duros días de otra vida

sobre la yerma mesilla de un hospital

alguien me dejó unos higos pródigos

“Que ha venido a verte” me dijeron

Y ahora que regreso limpia de dolor

al abrir mi lejana casa cerrada

Allí está en pie lo único

que no ha destrozado el tiempo

que respira conmigo

oh higuera conmigo”

           ©Rubén Lapuente

               (Vitigudino)

a Carmen

SOL DE LEÑA

SOL DE LEÑA

 

Un rescoldo

de este viejo sol de leña

que tan deprisa abandonamos

vuelve otra vez a prender

Afuera

parece que no pasa nada

pero la lluvia  

las primeras nieves

las hojas que aún sangran en la yerba

el pequeño dolor del frío

hacen que ella

deslumbrada

pase la mano

por el vaho del cristal

 

Sé que en esta enfermedad

nace una fuerza oculta

Y así ha sido con ella

Pero antes de que ese arquero ciego

le lanzara una flecha

en curare embebida

antes

era igual de débil

que como lo pudieras ser tú o  yo

 

En torno a este corazón de leña

sé que ya nunca seremos los mismos

Que esta  perenne flor del dolor

que le ha hecho mortal

necesitaría demasiados otoños de olvido

Y ya se nos agota el tiempo

 

¡Oh que nadie nunca le dirá estás curada!

 

Ahora ella abre su herida  su cicatriz 

para que otras mujeres cierren

sus mismas heridas

mirándose en su espejo

subiéndose a su barricada

 

En torno a este viejo corazón de leña

un aire de terciopelo ardiente nos envuelve

como ayer

pero aún no nos reconoce

                     ©Rubén Lapuente

                      (El Rasillo de Cameros)

SOL DE MIMBRE

SOL DE MIMBRE

 

Olvido

ocúltame

Sólo un rato

Solo

Déjame tenderme

bajo un sol

de mimbre

que traigo colmado el cuerpo

cansado

de alfanje

Déjame echarme

sobre un lecho

de vareada

lana

de sueños

Un rato

por los aledaños

de la vida 

A las afueras

de la muerte

Olvidado

Entrando

en la paz

del fondo de las cosas

sencillas

Comiendo monotonías

como panes

Deja que me eche

bajo un sol

de mimbre

olvido

Solo

ocúltame

Que bajo

a mi lagar de luz:

Flor de soledad

Ramo purísimo de silencio

Un rato sólo olvido

Y saber de mí

         ©Rubén Lapuente

  Foto de Ronald Trujillo

ESTRIBO

ESTRIBO

 

Si ahora cierro los ojos

la pluma de su pie

su astil de niña

la espiga de su trenza

se suben

al estribo

enramado

de mis dedos

Y me deja

con la estela

del reborde

roído

de sus sandalias

arañando

la albarda

del muro

me deja

con la niñez

que era

albedrío

hallazgo

calle y sudor

que era

un garabato de tiza

de orina

en la pared

Ahora abro los ojos

y al estribo

enramado

de mis dedos

se sube

el eco

del portazo

que dio el dolor

la secuela sin rostro

la lenta sutura del tiempo

y me deja

con la estela

de sus sandalias

de plomo

arañando

los tres peldaños

del portal

           ©Rubén Lapuente

 

SU CUERPO

SU CUERPO

Oh cuerpo

que ya vas solo

sin tu rodela

Cansado retoño de estío

Desnudo otra vez al viejo viento

Un año entero

en mis brazos

ofreciéndote

en altares blancos

y te me han devuelto

casi ahogado

casi quemado

Oh cuerpo

que te doy ahora

ungüento

bajo la axila

cercando tus últimas llamas

Que vas por detrás

de su cabeza

y de su corazón

 trastabillando

Que te miro ahora

fuera de ella

Que no eres ella

Que no te mueve ella

Que no la obedeces

Ciego de algo

Pero que tendré que aprender

 a amarte

    ©Rubén Lapuente

PASA SIN LLAMAR

PASA SIN LLAMAR

De un balde de luz

debe de beber

cada poco

porque se está haciendo

 transparente

Ni ese roce

de penumbra

que se nos nota a todos

se le adivina

Abrió

maleada

su alacena

y un desconocido

ya le había

hecho acopio

de manantiales

de vida

Y ha vuelto

asaetada aún de rayos

a los viejos días

de brega

pero

en su muñeca izquierda

lleva puesto

mi reloj

Y

ahora que soy

el muelle de su endeble diestra

-cosa de ganglios-

me reclama

en el jardín

cada dos por tres:

Tráeme la tierra

Vete a por basura

Cava ahí

Llévame la regadera…

“¡Para!  ¡Para!

Faraona de parterres

Princesa de los arriates”

-le digo- acompañándolo

de un largo

rebuzno

Pero

para acallarme

de lejos

ella

me habla sin voz

moviendo

desmesuradamente

y muy despacio

los labios

Yo en esa puerta del corazón

le leo siempre

lo mismo :

Pasa sin llamar

               ©Rubén Lapuente

Foto: Parterre de mi jardín